sábado, 26 de abril de 2014

Descubierto un político del PP sin cuentas en Suiza.


La verdadera sabiduría no está en los paraninfos universitarios,  ni en las reales academias, ni tan siquiera en las bibliotecas.  Los conocimientos más importantes son los de las pequeñas cosas. Y ese saber, el más auténtico, se encuentra en las plazas de los pueblos, allí donde los lugareños se sientan a tomar la fresca, cuando el sol llega al ocaso.
 
Esos abuelos y abuelas,  en muchos casos analfabetos, saben más de la vida que el más laureado de los catedráticos. No hace mucho, estando de visita en una bonita villa del norte de España,  escuché decir algo chocante en boca de uno de estos senadores populares: "Cuando ganan las derechas, tienes la tranquilidad de que no te van a robar, porque son ricos por casa. En cambio, las izquierdas son muy peligrosas porque nunca han visto diez billetes juntos".
 
 
 
 
Sigo pensando que esos provectos hombres y mujeres son grandes filósofos, pero también se equivocan. Desde luego, referido a la derecha española actual hierran de principio a fin. En materia de corrupción, con el PSOE nos pusimos a la vanguardia europea. Pero lo que no esperábamos (al menos sus votantes), es que con el PP diéramos un paso al frente, y nos convirtiéramos en campeones mundiales. El listón sociata había quedado tan alto gracias a los desmanes corruptos del felipismo (Ibercorp, Filesa, GAL, Luis Roldán, Juan Guerra, BOE, fondos reservados, etc), que parecía que la plusmarca duraría varias generaciones. Los peperos, deportistas ellos, debieron pensar que un record está para batirlo, y se pusieron a entrenar día y noche.
 
“Se acabó la corrupción”, manifestaban los ancianos en las plazas de los pueblos, el día que Aznar ganó las elecciones. “Ya era hora de que nos gobernaran políticos honrados”, decían los más atrevidos. Así pareció ser durante las dos legislaturas que duró el aznarato, entre 1996 y 2004. Un tiempo de prosperidad económica basada en el “Cuento de la lechera” contemporáneo que fue la burbuja inmobiliaria. “España va bien” repetía con su voz monocorde el inquilino de la Moncloa. No le faltaba algo de razón: ETA ya sólo actuaba con cuentagotas, éramos el país europeo donde más empleos se creaban, el presidente de la nación más importante del mundo se refería a Josemari como “Mi amigo Ansar”, y los cansinos separatistas (es un error llamarlos nacionalistas, porque su supuesta nación ni existe ni ha existido nunca) del norte y noreste peninsular estaban en modo hibernación, mientras se alimentaban de esa gran ubre llamada Presupuestos Generales del Estado.
 
No nos engañemos. Por encima de ideologías, lo que de verdad motiva al españolito medio es cambiar de coche cada cinco años, irse de vacaciones en verano y Semana Santa, y tomarse unas cañas después del trabajo. El partido que asegure eso, tiene las elecciones ganadas de por vida. La izquierda lo sabía, y contraatacó con lo poco que tenía: el Prestige, y la puta foto de las Azores. Munición de fogueo para derribar a un elefante, aunque sea bajito y bigotudo. Hay elefantes como el de Botsuana, que posiblemente están ya muertos antes de recibir los reales disparos, pero en general, estos animales prefieren morir de viejos, antes que dejarse abatir.
 
 
 
 
Dicen los que saben de la cosa política, que en la segunda legislatura, los presidentes suelen perder la cabeza, y sobre todo, la conexión con la realidad. Los que entran a la Moncloa ya descabezados tienen la ventaja de que no la pueden extraviar, y se pasan el mandato enarcando la ceja mientras sonríen estultamente por todo,  amén de pedir la paz en el mundo, como si fueran una vulgar aspirante a miss. Desconozco si otros como Aznar, enfermo de vigorexia desde que pisó Palacio, fué quedándose sin redes neuronales a medida que hipertrofiaba sus abdominales. Lo que es indiscutible es que se fue gustando según transcurría el tiempo, y pasó del estar encantado de haberse conocido al endiosamiento puro y duro.
 
El faraón decidió que ocho años de su vida habían sido suficiente regalo para los desagradecidos españoles, y que no se presentaba a la reelección. Dicen que el buen maestro es aquel que aspira a que le superen sus alumnos. Nada más lejos de la realidad cuando esto se aplica a la política en general y a la aznarología en particular. De entre todos los sucesores posibles, Aznar eligió digitalmente (a dedo) al que menos sombra podía hacer a su legado, y al único que seguro, seguro, seguro jamás le superaría en nada salvo en estatura.
 
 
 
 
El heredero se presentó a las elecciones con una ventaja de 14 puntos en las encuestas sobre el candidato socialista. El PP hubiera ganado aquellos comicios hasta con Kiko Rivera como cabeza de lista. Pero casualidades de la vida, tres días antes de las votaciones, el fatídico 11 de marzo de 2004, España sufrió el atentado terrorista más grave de la historia de Europa. A partir de ahí, PP y PSOE ejercieron sus roles habituales: El PP, pardillo impenitente, se dejó engañar y acabó pidiendo perdón por existir. Después, hubiera sido capaz de asumir la autoría de la muerte de Manolete con tal de exculpar al toro Islero. Demasiado tarde. Mientras, el PSOE movió los hilos en la trastienda, manejando magistralmente la información y sobre todo la desinformación (“España no merece un Gobierno que mienta”), para hacer del pecado virtud, y de la mentira y las medias verdades, dogmas de fé.
 
Como resultado, la opinión pública, moldeable y manejable como la plasti con la que juegan nuestros niños en el cole, cambió masivamente su voto legítimo por otro igual de legítimo, pero con otro destinatario. El becario de Aznar se quedó comiendo sopas, y Cejatero recibió un flamante cochazo, aunque como la criatura no esperaba el regalo, ni tenía carnet de conducir, ni intención de sacárselo. Menos mal que siempre hay algún chófer dispuesto a sentarse al volante previo pago.
 
De lo que vino después hablaremos otro día, pero lo trascendente hoy es que Gürtel entró en nuestras vidas en 2009, cinco años después de la amortización electoral del PP. Gürtel no es el próximo futbolista lisiado por el que Florentino Pérez está dispuesto a pagar lo que le pidan, sino la trama de corrupción más importante de la historia de la derecha española. En los años donde el ladrillo era la locomotora de la economía española, una banda de mangantes no políticos, tejieron una trama “empresarial” con lo más granado de la élite pepera autonómica. Los tentáculos del pulpo llegaron a todos los confines de España. Allí donde se movía más dinero (Madrid y Valencia) fue donde el octópodo expulsó más tinta, hasta emborronar por completo la trayectoria política de un sinfín de políticos.
 
A los esperanzados cargos madrileños, Esperanza les fue quitando la silla uno a uno, mientras ella permaneció impasible en la suya. Años después, se levantó de repente y se fué. Ante nuestra atónita mirada, salió corriendo con la excusa de que quería dedicarle tiempo a su familia y poder recoger a sus nietos en el colegio ¡Hay que joderse!
 
Y ahí seguimos, conociendo cada día el nombre de un nuevo político pepero de la época, emparentado con la trama Gürtel. Cuando les descubren las vergüenzas en forma de cuentas ocultas en Suiza, engolan la voz y dicen aquello de: “Todo es rotundamente falso. Voy a querellarme contra quien ha difundido esa información. Renuncio a mis cargos para no perjudicar a mi partido, y para poder demostrar mi inocencia”.
 
 
Foto tomada de www.lavanguardia.com
 
 
Pasados los años, ninguno se querella, ni demuestra su inocencia, y por supuesto, nadie devuelve el dinero. Y aquí no pasa nada. Aparece un presunto delincuente común llamado Luis Bárcenas, cuyo único mérito en la vida ha sido distribuir dinero negro entre otros presuntos delincuentes comunes, y ser fedatario de ese reparto. No se le ha conocido empresa alguna, y supuestamente ha comido siempre de su sueldo. Cuando se descubre que tiene un pastizal en Suiza, el muy golfo alega que le ha tocado varias veces la lotería, y que algunas de sus inversiones pictóricas se han revalorizado mucho. Pero lo más sangrante es que a este tío, durante sus años de latrocinio múltiple, la declaración de la renta le salía a devolver. Mientras, el españolito medio sigue haciendo el milagro de los panes y los peces para llegar a fin de mes.
 
Menos mal que siempre hay alguien que te devuelve la fe en el sistema, y demuestra que no todos los políticos son iguales, al menos en el Partido Popular: “Yo, Román Gante, exconcejal de Urbanismo de Pozuelo de Alarcón, estoy en disposición de confirmar que no existe cuenta bancaria a mi nombre o al de mi esposa e hijos, en Suiza, Andorra, Liechtenstein, Islas Caimán, o cualquier otro paraíso fiscal. Asimismo, no tengo participación en sociedades interpuestas ni en España ni en el extranjero.
 
El dinero subsahariano (la palabra negro no es políticamente correcta), está perfectamente guardado en fajos de billetes de 500 euros, bajo el canapé de mi cama de matrimonio. Espero que cunda mi ejemplo, y otros se animen a regenerar la vida pública con ejercicios de transparencia como este”. Definitivamente, aquellos abuelos de la plaza del pueblo eran unos infelices. VanityFreakNews.

sábado, 19 de abril de 2014

Una boda civil acaba en criminal: Parte VI y última.


El saludo protocolario mesa por mesa discurría con normalidad. Realmente, más que una forma de cumplimentar a familiares y amigos, era la última oportunidad que tenían Gema y Juanma para cobrar el impuesto revolucionario en forma de regalo nupcial.
 
 
 

Una minoría de invitados tiene a bien enviar el regalo al domicilio conyugal: ¡Mal, muy mal! Suele ser la enésima vajilla de Zara Home (siempre con alguna pieza rota), y en la tarjeta que acompaña al paquete se autoinvitan a tu casa para estrenarla. Eso en el mejor de los casos, porque te puedes encontrar con el típico esteta que te manda un paquetón enorme. Tú dices: “¡Qué bien, un frigorífico, con la falta que nos hacía!”. ¡Los cojones! Se trata de dos figuras metálicas de Don Quijote y Sancho Panza a tamaño natural.

Los padres siempre preguntan qué ha regalado cada invitado, no por curiosidad, sino para demostrar que los suyos hacen unos presentes espléndidos y los de la otra familia son ratas de alcantarilla. Cuando les cuentas el bajón que os ha entrado al ver a Don Quijote y Sancho, tu madre y tu padre sentencian a coro: “Pues eso les tiene que haber costado un ojo de la cara”. Y a ti qué más te da el hipotético precio. Si al menos hubieran enviado a Rocinante en el pack, seríais familia numerosa y tendríais ventajas fiscales.
 
 
Foto tomada de www.guias-viajar.com
 

La mayoría de invitados, opta por recurrir a la Lista de Bodas de El Corte Inglés. Los novios ponen lo que les da la gana, cosas baratas y otras más caras, fraccionadas en porciones desde cincuenta a doscientos euros, por ejemplo. Todo muy aséptico aparentemente, pero… ¡Ojito porque aquí también puede haber miga! Existe el capullo/a de turno que cada vez que viene a casa después de la boda, te recuerda: “Hay que ver lo bien que se ve la televisión de plasma que os regalé”. ¡Nooo, nooooo! La televisión costaba dos mil euros y estaba dividida en fragmentos de cien euros, de las cuales compraste UNA. Así que nos regalaste el mando a distancia y un puñado de pixeles, y a cambio nosotros pagamos tú cubierto, el de tu mujer, y el de las cuatro pirañas hambrientas que tenéis por churumbeles.

Luego están los que en el propio banquete te van dando “el sobre”. Esto no es propio de una “Boda con Estilo” de la revista Telva. El bolsillo interior del chaqué del pobre Juanma iba inflándose progresivamente hasta acabar pareciendo el muñeco de Michelín. Juan Manuel llevaba en el smartphone una tabla en Excel, donde figuraban los invitados que ya se habían retratado vía regalo a domicilio o a través de la lista de boda. Según se acercaban a saludar a una mesa, sabía perfectamente cuáles eran sus objetivos militares, aquellos comensales que no podían levantarse vivos sin aligerar la pasta.

Juanma estaba en contacto permanente con su padre vía móvil. El progenitor dirigía el operativo desde la mesa presidencial: “Los Peláez, en la mesa cinco, os faltan los Peláez, no le des opción”, “Cuidado en la siete con los Martiáñez, que en la última boda dieron un sobre sin nombre y totalmente vacío”, “Ojo con los Bellaterra de la Sonseca, que mucho apellido y mucha leche, pero como te digan que el lunes te mandan una transferencia bancaria, date por muerto”.

Gema y Juanma volvieron a su mesa. El baile se acercaba, y entretanto, cada cinco minutos aparecía por allí el tito Fernando, buena gente pero con muy mala tolerancia al alcohol: “Oye, que me han dicho que luego hay guarra libre, y quiero saber quién es. ¿No será la del vestido verde, verdad? Lleva poniéndome ojitos toda la noche”.

Aquello era una “Boda con Estilo”, y Gema había dado órdenes estrictas a su entorno para que no hubiera esas muestras de pésimo gusto, tan características de los enlaces entre gente de extracción social baja. Estaban terminantemente prohibidos los típicos gritos de: “Vivan los hijos del novioooooo”, “Que seee, la folleee, que seee, la folleee”, “Que el padrino y la madrina hagan un sesenta y nueveeeeee”, y demás procacidades. No habría cortes de la liga de la novia, ni de la corbata del novio.
 
 

“Eso creía yo”, nos confiesa Gema. “Mi ansiada “Boda con Estilo” se evaporó definitivamente cuando mis amigas del pueblo se acercaron a la mesa presidencial con una bandeja. No era la deliciosa tarta de San Apapucio que habíamos elegido para el menú. Las muy catetas traían un gran pastel de merengue con forma de falo erecto, y dos enormes bolas de chocolate a los lados haciendo las veces de testículos. Le hice un gesto al fotógrafo para que cortara el vídeo, pero ya era demasiado tarde. Se estaba recreando en el postre haciéndole un sinfín de planos picados y contrapicados.

Se mascaba la tragedia, pero no podía intuir hasta dónde podría llegar y mucho menos como podría afectarnos. Los amigos de Juanma estaban empeñados en cortarle la corbata, y se pusieron tan pesados que al final acabé aceptando. ¡En qué hora! Habían cogido una sierra mecánica en el cercano Leroy Merlin, y Toñín, el más decidido, se precipitó sobre Juanma. El estrabismo convergente sumado al temblor esencial que padecía, y los efectos del alcohol sobre la coordinación cerebelosa hicieron el resto. Cortó la corbata y... decapitó a mi flamante marido. ¡Hay que ver como sangra una cabeza recién cortada! ¡Mucho más que en las películas! Mi Yoryo Hermani quedó inservible.
 
 
Foto tomada de www.medias.ina.de
 

Y así acabó el que tendría que haber sido el día más feliz de mi vida. Aunque bien mirado, tampoco me fue tan mal. Me pagaron una millonada por el seguro de vida de Juanma: Cancelé la hipoteca, y me compré la mansión de Marbella desde la que escribo este relato. Como Melanie Griffith en “Locos en Alabama”, mandé disecar la cabeza de Juanma, y la llevo siempre conmigo en una sombrerera. Él no ha vuelto a tener las horrorosas migrañas que padecía, y yo por fin vi cumplido uno de mis mayores deseos: Mi boda fue publicada. Salió en el número de Mayo de Sepultura profanada, la revista gótica de mayor tirada, en su sección “Bodas con Estilo Gore”. VanityFreakNews.

 

sábado, 12 de abril de 2014

Una boda civil acaba en criminal: Parte V.


         Para el banquete y posterior baile, se había habilitado una carpa en el propio parking del Plaza Norte 2. Cascaba un sol de justicia, y dentro se había generado un microclima tropical. Los macizos florales de los centro de mesa empezaron a crecer descontroladamente, y en pocos minutos la carpa fue declarada reserva mundial de la biosfera. Los asistentes varones, como en toda “Boda con Estilo” que se precie, hacía tiempo que se habían quitado la chaqueta. Y los más adelantados ya se habían anudado la corbata en la frente a lo samurái, en vez de esperar a hacerlo en el segundo plato, que es lo habitual en estos casos.

 
Foto tomada de www.barcaforum.com
 

La empresa de catering Molotov sirvió el cóctel, creando esa explosión de sabor que sólo tienen los productos de fabricación casera. Los invitados fueron cayendo uno a uno presentando lesiones de distinta consideración, mientras la agradable música de Extremoduro y Los Chikos del Maíz, amenizaba la reunión.

A continuación, los supervivientes pudieron degustar un suculento menú a cargo de Ikea, firma famosa por incluir bacterias fecales en sus preparados alimenticios, y carne de cualquier animal conocido, excepto vaca o cerdo.

 
Foto tomada de www.granconsumo.tv
 

         El menú fue un éxito rotundo, como había adelantado Gema a sus íntimos, semanas antes: “Se van a cagar lo que vamos a poner. Será una boda de alto copete”. Nunca una premonición fue tan acertada, porque efectivamente, gran parte de los comensales acabaron poco tiempo después en las Urgencias del cercano Hospital Infanta Sofía, aquejados de gastroenteritis aguda por intoxicación alimentaria.

         No hubiéramos esperado menos, viendo la composición del menú: Crema fría de truños silvestres con tropiezos del camino. Después, Milhojas de ñitos del país sobre base de verdinas coliformes. A continuación, Sorbete a la mierda. Y para finalizar, Tartar de ñáñaros al cabrales con bostas de cabra reducidas al Pedro Ximénez. De postre, Tarta de San Apapucio. Todo ello regado por vinos picados y agua reciclada.

         Resultado: Intoxicación masiva, a pesar de que como ocurre en toda boda que se precie, los platos quedaron prácticamente llenos y la comida sin tocar. En España comemos, pero sobre todo bebemos, y este enlace no iba a ser una excepción. En el entrante ya se había llegado a la fase de exaltación de la amistad, y mediado el primer plato aparecieron los cantos regionales. En el sorbete se empezaron a oir las primeras discusiones acaloradas sobre fútbol e independentismo regionalista. Al llegar al postre, aquello parecía el backstage de los Rolling Stones antes de un concierto: Un puñado de viejos castigados por la vida, totalmente chuzos e intentando entonar canciones con la voz rota.

 
Foto tomada de www.livemusicto.com
 

Hay quien encontró en el alcohol la causa de la tragedia que sobrevino después, y hay quien piensa que el motivo fue la distribución de las mesas. En cualquier boda este es un punto fuerte de conflicto, pero no hay que exagerar.

Las mesas deben ser redondas, con una capacidad máxima para doce comensales, según la Convención de Ginebra y el Protocolo de Helsinky. Desde el número de Septiembre de 2010 de la revista Telva, la clásica mesa larga corrida está prohibida por considerarse una paletada. Gema cogió papel y boli, y empezó el espectáculo: “A tú hermana la ponemos en la mesa de detrás de la columna, y así no la veo en toda la cena”, “Sara no puede estar en una mesa con hombres, que es un putón y antes de que empiece el baile ya se los ha calzado a todos”, “Tiene que haber una mesa con menú para alérgicos, y cinco con menú para intolerantes, reservadas a tus familiares del pueblo que son una panda de fachas”, “Ramón no puede compartir mesa con la mujer de Javi, porque se liaron en la cena de empresa de las Navidades pasadas, y Javi con su mujer tampoco porque él tiene un romance con la Champions League, que va a acabar con su matrimonio. Chechu no puede estar ni con Ramón ni con Javi, porque ha pagado la cláusula de rescisión, y ha fichado a la chica ucraniana que limpiaba en casa de ambos”.

 
 

Ya durante el banquete, un momento trascendental, fuente inagotable de anécdotas y lugares comunes, es cuando los novios se acercan a las mesas para ir saludando a los invitados. El consejo básico es no pararse en cada mesa más de un minuto. Si no, corres el peligro de que un amiga de tu madre te cuente la boda de su hijo en tiempo real, o que un primo lejano de tu padre saque el móvil y te clave las trece mil fotos que tiene guardadas de sus nietos, desde que eran cigotos hasta nuestros días.

Por no hablar del amigo palizas: “Que seáis muy felices. Ya os contaré cuando volváis del viaje, pero… he suspendido la opo”. ¡Pedazo de cabrón! ¿Cómo vas a dejar allí tirado a tu amigo, con un simple losientoyahablamos si te está diciendo que ha suspendido la oposición después de cinco años preparándola? O ese señor mayor al que no has visto en tu vida y no sabes quién coño le ha invitado, pero que casualmente conoce que eres médico, dónde trabajas y cuánto cobras: “Hoy no es el momento, pero a ver si podemos hablar un día con más calma porque tengo la rodilla fatal”.

Lo mejor son las frases hechas, generalmente de amigos y familiares de tus padres: “No sabes lo que te llevas”, “Tu madre no pierde una hija, gana un hijo”, “Qué sigáis siendo tan felices siempre como hoy”, “Se ve que sois el uno para el otro”, “Disfruta tu día, niña, que pasa muy rápido”, “Te miro y estoy viendo a tu abuela. Estás igual”, “Lo importante ya lo tenéis”, o la clásica entre los clásicos: “¿Y el niño para cuándo?”. Ésta señora es la misma plasta que lleva persiguiéndote desde la adolescencia. Empezó con el: “¿Y no tienes novio?”. Prosiguió años más tarde con: “¿Y cuándo os casáis?”. Hoy viene a tu boda y te cuestiona sobre la descendencia, y cuando tengas retoños te seguirá preguntando, por ellos, por sus novios, por sus bodas y por sus hijos. Es una jodida máquina de preguntar, dedica a ello veinticuatro horas al día, y no sabe hacer otra cosa. La odias, quieres matarla, pero no puedes, aghhhhh.

 
Foto tomada de www.elhogar.de
 

Y hablando de cuestiones, más de un lector se preguntará cuándo diablos se acaba este post río, que está durando más que una boda musulmana. La semana que viene se podrá conocer el desenlace, si es que queda alguien al otro lado de la pantalla del smartphone, tablet, portátil o PC. VanityFreakNews.

sábado, 5 de abril de 2014

Una boda civil acaba en criminal: Parte IV.


Gema había decidido que Juanma llevara un chaqué clásico. Pero al final, la madre de Juanma se salió con la suya. Sometió al calzonazos de su vástago a un chantaje emocional sin cuartel: “Hijo mío, para una vez en la vida que voy a ser madrina, no me quites la ilusión. Con lo guapo que estarías con un traje modernito… Si es por el dinero no lo hagas, yo te lo pago”.

Juanma era un panoli, habitualmente manipulado tanto por su prometida como por su madre. En esta ocasión, la fuerza de la sangre hizo que claudicara ante su progenitora. Así nos lo cuenta Gema: “Juanma se presentó ataviado con un traje de Nino Nuccio, a juego con el de mi suegra. Madre e hijo por separado, tenían un tiro de mierda, pero juntos reunían delitos estéticos suficientes como para ser condenados a cadena perpetua no revisable en una cárcel turca”.
 
 
Foto tomada de Facebook
 

Ella iba vestida de meretriz rusa prejubilada. Y su tinte capilar hubiera llamado la atención por demasiado rubio hasta en Suecia. Decir que Juanma iba hortera es quedarse corto, extremadamente corto. El traje era digno de los modelos masculinos de “Noche de fiesta”, aquellos shows televisivos míticos de nuestra adolescencia. El problema es que la percha de Juanma poco tenía que ver con la de los azafatos apolíneos del gran Jose Luis Moreno. Y lo que es peor, Juanma incumplía dos premisas básicas para aparecer en “Telva: Bodas con Estilo”. Primero: El bigote y la perilla están proscritos tanto en la novia como en el novio. Y segundo: El novio no puede llevar el vello axilar o el cabello igual o más largos que la novia.

“Si hubiera mantenido el Animalstopforever®, esto no hubiera pasado”. Pero la ingenua Gema se apiadó de su madre y de su suegra, y les retiró el parche de cloroformo el día anterior, por lo que ambas señoras pudieron acudir al evento. Visto lo visto, los dos carcamales se llevaron el ascua a su sardina. Todavía bajo los efectos del fármaco, vagaban por el parking descubierto, buscando la carpa habilitada para la cena. Deambulaban desnortadas, como si se hubieran perfumado generosamente por dentro y por fuera. Bailando presentaban un déficit psicomotor evidente, típico de los efectos deletéreos de un tóxico sobre el cerebelo. Se besaban y abrazaban con propios y extraños. Más de uno comentaba lo mucho que le recordaban a Massiel en el postbanquete de la boda de sus amigos Rocío Jurado y José Ortega Cano.
 
 
Foto tomada de www.bodas.net
 

El novio estaba nervioso. Sabía que le había hecho una jugarreta a Gema, y que eso le supondría dormir en el sofá no menos de tres meses. En el sexo ya ni pensaba, y se concentraba en prepararse psicológicamente para la larga temporada de duchas frías que le esperaba. Cuando por fin llegó a la altura de Gema, le espetó: “Hola señorita, soy el novio. No nos conocemos, así que supongo que es usted invitada de Gema. ¿La ha visto? Creo que a ella no le va a hacer ninguna gracia que usted vaya vestida de blanco. Pretende que ésta sea una boda con estilo, aunque de momento, vamos de truño en truño y tiro porque me toca”.

“¡Soy  yo, gilipollas!”, le espetó Gema, con voz y mirada a lo Risto Mejide. Juanma se quedó bloqueado durante unos breves ciento ochenta minutos, que se hicieron eternos. ¿Era verdaderamente Gema o una usurpadora?  Factores en contra: Las fundas dentales, el depilado pancorporal, las uñas lacadas en bronce, las lentillas de color azul cala menorquina, el bronceado a lo bonzo, y el maquillaje multiestrato, donde había más capas que una excavación arqueológica. Factores a favor: La inconfundible halitosis (Gema se empeñaba en poner ali-oli hasta en el café), y las botas de trekking Salomon.

Era Gema, pero ¿Qué había sido de su esculpido capilar resistente a tsunamis?, ¿Dónde estaba el recogido tipo satélite de órbita estacionaria que iba a llevar? “No te lo vas a creer, Juanma, pero me ha tenido que peinar mi vecina del quinto. Como lo mío ya estaba pagado, la peluquera me ha dejado para el final, y ha hecho el agosto arreglando a todas mis tías y primas del pueblo. Se ha hecho tarde y tenía que cerrar. Me ofrecía cortarme el pelo a lo teniente O´Neil, o ponerme una peluca como la de Carmen de Mairena. Juan Manuel, ésto no está comenzando bien, y lo que mal empieza, mal acaba. Mi sueño de salir en Telva: Bodas con estilo, se aleja a la velocidad del Ferrari de Fernando Alonso, o sea, despacito, muy despacito”.
 
 
Foto tomada de www.abc.es
 

Como el amor todo lo puede, al final la boda se celebró. Una sencilla ceremonia civil presidida por el encargado de la sección “Iluminación exterior” del Leroy Merlin de Plaza Norte, y a la sazón concejal en el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes. El acto duró apenas cinco minutos, para solaz de los invitados: “Menos mal que estos curas de paisano ya no son como los de antes. Así de cortos tenían que ser siempre los sermones” decía un primate de mediana edad, con más pelo en la cara que Chewbacca en su etapa hippie. ¡Venga, tos pa´l restaurante, que me han dicho que luego hay guarra libre!”, aullaba un aborigen de la España profunda, oliendo a Eau d’Establo. Tenía en mitad de la frente, un cerco solar indeleble, señal inequívoca de haber llevado boina noche y día trescientos sesentaicinco días al año desde el bautizo.

No obstante, durante la breve celebración a Gema le dio tiempo a emocionarse y a limpiarse el moquillo en la corbata-manta de Juanma, quien por otra parte estaba viendo en el móvil como iba el partido de su Real Madrid. Cumpliendo la tradición, Gema llevaba algo regalado (una pinza para el pelo bañada en curare, obra de su cuñada), algo prestado (la virginidad de su tía Francisca, la del pueblo), y algo propio (el contrato de la hipoteca a cien años). Por su parte, Juanma estaba hecho polvo porque el Madrid perdía uno a cero en el minuto 85 de partido, y el entrenador Carlo Ancelotti no se decidía a hacer ningún cambio. Jodido pero contento, ya que su misión en aquella boda había finalizado. Sus minutos de fama ya eran historia. Nadie se acordaría de que se equivocó diez veces en el “Sí quiero”, o que gritó: “Árbitro, hijoputa”, justo antes de intercambiar los anillos con Gema. Desde la entrada en escena de la novia, él era un mero ectoplasma. Así sería hasta el final del evento, y de su ya de por sí, triste y gris vida.
 
 
Foto tomada de www.hogar.fotocasa.es
 

Lo que no sabía aún es que acabaría su boda convertido en un fantasma real, no en un zombie, sino en un fiambre humano. Pero esa es otra parte de la historia que Gema nos contará otro día. Ahora mismo no puede porque está alquilando en Bluespace dos mil metros cuadrados de trastero, para guardar la primera parte de las fotos del bodorrio. VanityFreakNews.