sábado, 29 de septiembre de 2012

Un hongo asciende a perro por promoción interna.


        
        Un caso clínico publicado en el último número de la prestigiosa  revista American Journal of Physical Medicine and Rehabilitation, ha conmocionado a la comunidad científica internacional: Asper Gillus, un hongo común que ha vivido desde su nacimiento en una bulla pulmonar, ha conseguido tras muchos años de estudio, convertirse en un simpático perro yorkshire.
         Hablamos con Cándida, su orgullosa madre: “Desde que lo vi por primera vez en la placa de Petri, supe que mi Asper no era un hongo cualquiera. Soy madre soltera, por lo que he tenido que pelear mucho por sacarlo adelante. Me quedé embarazada muy joven. Su nombre es un homenaje al cantante Asper Naster. Yo era groupie de Naster. Colonizaba los bocadillos que le ponían en el catering de los conciertos, y así podía acompañarle toda la gira.
Desde siempre inculqué a mi hijo que si quería ser un hongo de provecho, tenía que hincar las hifas. Era un niño muy casero, mientras sus amigos iban por ahí parasitando anfibios, él se quedaba jugando con sus esporas o leyendo un libro. El ambiente en el barrio no era muy bueno. De sus compañeros del colegio público, muchos virus murieron a causa de las vacunas, y casi todas las bacterias cayeron por los malditos antibióticos”.
Cándida no puede evitar derramar alguna lágrima evocando aquellos días: “Deseaba para Asper lo mejor, que me superara en la vida. No quería que acabara como su madre, viviendo en cavidades orales de mala muerte, hoy en un drogodependiente, mañana en un pensionista inmunodeprimido. De su pandilla adolescente, algunos colgaron los libros y empezaron a trabajar como levaduras. Me daba un coraje tremendo tener que darle dinero para el cine, mientras los amigos ganaban un buen sueldo, que les permitía vestir con pared celular de marca y comprarse un vector a plazos. El más chulito era Fungi, un eucariota de padres italianos, que en una primera fase se hizo enzima, y después ocupó como interino una plaza de proteasa. Aunque miraba a todos los mohos por encima del hombro, el tiempo siempre acaba por poner a cada hongo en su sitio.  El laboratorio farmaceútico cerró, Fungi se quedó en el ambiente, y tuvo que empeñar hasta los micelios de la familia. Dicen que acabó sus días fermentando cerveza, en una empresa ilegal, que fabricaba marcas blancas. No lo sé, porque no volví a verlo”.
Desde Estados Unidos, nos llegan rumores de que algunas personalidades están aterradas tras conocer la historia de Asper Gillus. El ginecólogo de Paris Hilton ha roto el secreto profesional, para contar que su popular cliente ha abrazado la castidad: “No quiere correr más riesgos. Es consciente de la flora y fauna que habita en el epicentro de su femineidad, y teme que si se produce una mutación a gran escala, aquello podría parecer el arca de Noé”. El mismísimo presidente Obama anda más que preocupado. Todo el mundo sabe que es un gran aficionado al deporte, pero lo que no es tan conocido, es que padece pie de atleta desde su juventud. “No me gustaría levantarme un día por la mañana, y ver que tengo dos comadrejas en los pies”. Así de humano se ha confesado el presidente a su asesor Jonah Cojoneitor.
 
                             
Los expertos no se ponen de acuerdo sobre las circunstancias en que se ha producido este fenómeno sobrenatural, de imprevisibles consecuencias en los órdenes político, económico y religioso. Existen varias teorías científicas. La más extendida es la meteorológica: Asper que es un poco guarrete y bastante escatológico, colonizó una caquita de perro. Mientras estaba reproduciéndose asexualmente de forma fisiológica, sobrevino una ciclogénesis explosiva. En la fase de meiospora, un rayo pudo impactar de lleno en el excremento canino, por lo que el ADN de ambos seres empezó a recombinarse con una velocidad mil veces superior a la habitual. Esto dio lugar a una mutación que alteró drásticamente el ensamblado secuencial de la cadena de aminoácidos, con el resultado final que todos conocemos.
Enter Ao, subdirector de proyectos de la NASA, va más allá y busca aplicaciones prácticas a este descubrimiento casual: “Queda mucho por hacer y hay que ser prudentes, pero si de un pedazo de mierda se ha generado un pequeño perro, cogiendo la programación televisiva de cualquier cadena, podríamos conseguir que los dinosaurios volvieran a habitar la Tierra”.
Cándida se rebela contra la versión oficialista, y pone en valor a su hijo: “Esto sólo es fruto del esfuerzo de Asper. El traumatólogo le mandó Rehabilitación intensiva, y el neurólogo dijo que el niño tendría que hacer tratamiento rehabilitador de por vida. Han sido muchas horas de estudio, dos exámenes orales, uno escrito, y el de inglés. Los poderosos quieren fagocitarlo, y llevarse todo el mérito. ¡Pues ojalá mis primas las ladillas les colonicen los huevos y se les caigan a trozos! No van a poder con mi Asper. De momento es un perro, pero se ha apuntado otra vez a la academia, y se va a preparar para elefante. Quién ladra el último, ladra mejor”. VanityFreaksNews.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Supernanny rechazó la solicitud de amistad de su hijo en Facebook.


         Esta semana ha salido a la venta la autobiografía de Aitor Bellino, un perfecto desconocido, cuyo único mérito en la vida es ser hijo de la televisiva Supernanny: “Como ocurre con la mayoría de lo que se publica en España, yo firmo la obra, pero no la he escrito. Los de la editorial me ingresaron un cheque en el banco, y me dijeron que se encargaban de todo. Estaban empeñados en conocer los detalles más escabrosos de mis familiares y amigos, porque según ellos, si no hay escándalos, el libro no se vende. Escarbé en la memoria, pero por más que lo intenté, no encontré nada interesante. Somos una familia de lo más normal.
 
 

Mi tía tiene la sana costumbre de grabarse en video mientras se masturba, como hace todo el mundo desde Acapulco a Los Yébenes. Empezó en Super 8, y poco a poco fue cogiéndole el tranquillo hasta convertirse en una profesional. En casa tiene una estantería llena de antiguas películas, todavía en perfecto estado. Ha acabado haciendo hasta los vídeos de las celebraciones familiares. Cada vez que hay una trifulca por una herencia, una despedida de casada, o un entierro, allá que va la tita con su cámara al hombro. Las últimas Navidades reunimos pasta entre los primos y le compramos un teléfono de esos que graban en full HD. Dice que es el regalo más útil que le han hecho en su vida. Un día se equivocó y le envió un video a uno de sus amantes. Este lo colgó en la web de la parroquia. Si esto ocurre en un país escandinavo, con lo atrasados que están socialmente, se monta la mundial, pero en mi pueblo no pasó nada, como cabía esperar. Es profesora de francés y de griego en un colegio, pero como el director conoce sus habilidades, cada vez que la de Trabajos Manuales se pone enferma, mi tía le hace la suplencia.

Mi abuela era un fenómeno, una tía grande. Calculo que rondaría el metro noventa descalza. Tenía unas teorías un poco peculiares. Te miraba a los ojos, sonreía, y te arreaba un sopapo con toda la mano abierta. Decía que como el día era muy largo y seguro que alguna le iba a liar, que me daba ya el tortazo y así íbamos ganando tiempo. En su juventud había sido boxeadora amateur, y campeona de Castilla-La Mancha de lucha canaria. Yo la llamaba cariñosamente yoya, en vez de yaya. ¡Que jodía! Sabía pegar sin dejar marca. De ella aprendí que el vibradorazo no es el nuevo cupón de la O.N.C.E., sino el empleo de este utensilio como arma de defensa personal en un momento dado. ¡Cómo echo de menos a mi yoya!

         Ella llenó el vacío que dejó mi padre, alguien a quien no llegué a conocer. Soy fruto de una noche de paella y tinto de verano en la Playa de El Saler. Mi padre era de Nápoles y conducía un camión de mercancías pesadas. Me pasé la infancia gritando ¡Pa paaaaaaa!, cada vez que íbamos por la carretera y veíamos un veículo longo. Creo que ahora está en una cárcel de Angola, porque le pillaron vendiendo armas a la guerrilla opositora al régimen. ¡Menudo gilipollas! Mi yoya no se hubiera dejado coger nunca.

Y en cuanto a mí, soy un jovial veinteañero a punto de empezar segundo de E.S.O., que ha alcanzado todos sus hitos biopsicosociales   dentro de parámetros fisiológicos, e incluso algo adelantado respecto a la media. Con cinco años ya tiraba a la gente aceite hirviendo por la ventana, en vez de los globos de agua que lanzaban los pringaos de mis compañeros. Cuando cumplí diez incendié por primera vez mi casa, como respuesta a que mi madre me trajo el menú pequeño del Burger en vez del grande. Y con doce hice mis pinitos en el atraco con arma de fuego, por la tontería de ver que se siente cuando encañonas a alguien. Como ve, soy un joven de mi tiempo, un tipo corriente, que pertenece a una familia conservadora, tradicional, y por qué no decirlo, chapada a la antigua.

Tuve una infancia feliz, pero mi adolescencia se truncó cuando mi madre alcanzó el éxito. La veía más por televisión que en casa. Grabaciones, promociones, cenas, fiestas. Dejé de cometer pequeños hurtos en el colegio, y abandoné el hábito de delinquir a pequeña escala en el barrio. Empecé a frecuentar conductas anormales, con el objetivo de llamar la atención de mi madre: Iba a misa todos los días, estudiaba por las tardes, trataba gentilmente al grupo de loros que mi madre tenía por amigas, mantenía conversaciones intrascendentes en el ascensor con los vecinos más hijoputas. Mi esfuerzo fue baldío. Me sentía ninguneado. Llamaba al teléfono de aludidos de Supernanny, y siempre comunicaba. Les enviaba SMS y nunca salían en pantalla. Hasta le solicité amistad a mi madre en el Facebook, y me rechazó dos veces.

Por eso ahora me sincero. Que sepa la peña que Supernanny es un show. Todo está guionizado, y cada programa se edita, cortando y añadiendo lo que haga falta para que le producto final no se resienta. Por ejemplo, todos recordareis a Jose Julio, el niño pirómano de Cartagena. Estaba obsesionado con quemar a su padre. Al final lo consiguió. Pobre hombre, como gritaba pidiendo auxilio mientras era pasto de las llamas. Y Supernanny mientras diciéndole: “Paco, sabes que tu hijo te está poniendo a prueba. Si te das por aludido, reforzarás un patrón psicológico erróneo. Total, sólo tienes quemaduras en el 90% del cuerpo. Haz como si no pasara nada”. Pues pasó. El tal Paco quedó reducido a una bola del tamaño de un nugget churruscado. Menos mal que tenía un hermano mellizo, y se pudo acabar el capítulo, sin que se notara el cambiazo.

También es difícil olvidar a Lorena, la adolescente de Albacete que coleccionaba navajas y cuchillos. Estaba convencida de que el diablo vivía en su madre, y un día, bajo la comprensiva y condescendiente mirada de Supernanny se puso a buscarlo. La mamá de Lorena no tenía hermana, ni melliza ni gemela, así que hubo que fingir que se había ido de viaje. Ya te digo, viaje de ida pero sin vuelta.

O Genarín, el púber milenarista de Vigo, que había cavado un búnker en el jardín de la casa familiar, y vivía allí, pertrechado de chuches y Cola Cao. Esta temporada el niño estrella será Lucho, un zagal de diez años de Mieres. Dice que es murciélago, y Supernanny ha hecho que los padres pongan en la habitación una barra en el techo, para que la criatura duerma colgada cabeza abajo. Lo peor es que como cree que vuela, cada vez que baja por la noche para hacer pis, se pega unas leches de impresión. Mi madre les ha dicho a los papás que de momento hay que dejarlo, porque está forjando su personalidad. Si más adelante la cosa se pone chunga y confiesa que es un vampiro, entonces a lo mejor hay que hacer algo, pero siempre respetando su esfera vital.

Así es Supernanny, cada programa una o dos muertes. A este paso, Rajoy la nombrará ministra de Trabajo, porque está acabando con el paro. Por mi parte, ahora estoy más contento. Me inventé un perfil falso en el Facebook, llamado Benito Camela. Hasta le puse foto de portada. Benito le pidió amistad a mi madre, que inmediatamente aceptó. De esta forma, hablo con ella todos los días. Algo es algo. VanityFreakNews.

 

 

sábado, 15 de septiembre de 2012

Un bufete oferta sus servicios profesionales a los ciudadanos con apretón.


          La coyuntura económica actual plantea nuevos retos, y trae consigo la necesidad de racionalizar los recursos materiales y humanos, no sólo en el sector público, sino también en el privado.

         En esta línea se enmarca la iniciativa del prestigioso bufete de abogados Nogueres&Menauer. “Yo soy de ascendencia alemana, y traslado mi disciplina de vida a la empresa. Los trabajadores saben que aquí se viene desayunado, meado y cagado. En consecuencia, tenemos los servicios del bufete infrautilizados”. Quien así habla es Durry Menauer, socio de la firma.

“¿Quién no ha tenido  en plena calle, un apretón de los que te vas por las trancas? El instinto impele al ciudadano a bajarse la ropa y defecar junto a un árbol, como hacían nuestros ancestros en los núcleos rurales. Pero nos hemos alejado de la vida natural, y los convencionalismos biopsicosociales coartan el comportamiento libertario de nuestro tránsito intestinal. Hemos llegado a defender posturas extremistas, que nos llevan a situaciones absolutamente  surrealistas. Por ejemplo, la sociedad reprueba un hecho consustancial al ser humano como es el expeler gas por el ano en una vía pública. Esto es demencial, señores. ¿Qué tiene de malo un pedo al aire libre? Si es por contaminación acústica y/o ambiental, más lo hacen los coches, y nadie los ha prohibido. Y si es por educación, más adiestrado que un perro no hay nada, y se tiran unos cuescos del demonio”.

Hemos tocado un tema capital para Menauer, pedorro domiciliario confeso desde primero de carrera, en el colegio mayor, donde ganó varios certámenes en esta materia. “Como profesional del Derecho, creo que por este camino vamos mal. Estamos conculcando derechos fundamentales. Se han detectado los primeros brotes de xenofobia fascista, en los que se estigmatiza a las personas que eructan por la calle y a las que tiran papeles al suelo. El otro día en El Ejido, un ciudadano de origen rumano, reo de las circunstancias, se vió obligado socialmente a usar una papelera, después de consumir un refresco de lata. Afortunadamente, había cerca un grupo de librepensadores, que no sin dificultad, rescataron la lata del cubo amarillo, y pudieron devolverla al suelo, como se ha hecho toda la vida. El pobre inmigrante aprendió la lección y nunca olvidará que las cosas se tiran, y ya las recogerá el barrendero, que para eso le pagamos”.

Nuestro interlocutor se ha ido por las ramas, pero espontáneamente vuelve al tema principal. “Vas por la calle y debutas con unas imperiosas ganas de orinar: Primero te enfadas, porque piensas que hace diez minutos en casa lo intentaste preventivamente y no salía nada. Después buscas el primer bar que tengas a mano. Entras y no revelas tus verdaderas intenciones, porque te da un palo tremendo. Pides una consumición que no te apetecía. No obstante te la bebes, porque te van a cobrar un huevo. Ya venías meándote con lo que después de echarte dentro el cocacolo con hielo, estás a punto de reventar. Quieres preguntar dónde está el baño, pero el camarero de la barra está adiestrado para no contactar visualmente contigo a no ser que le vayas a pedir una nueva bebida, o en su detrimento la cuenta. Después de mucho rato consigues que te diga el consabido “Al fondo a la derecha”. ¡Los cojones! Entras en un laberinto de pasillos, escaleras y más pasillos donde en cualquier momento te puede aparecer el minotauro.
Por fin ves la pancarta de “Último kilómetro para meta”, pero estás muerto porque el cerebro es traicionero, y cuanto más cerca intuye el momento, más incentiva el deseo miccional. Llegais a la puerta, henchidos tú de felicidad y tú vejiga de orina. Como ya nunca pone simplemente señoras o caballeros, sino que hay un código cifrado, o si el local es muy pijo, una secuencia numérica, echas mano de tus rudimentarios conocimientos de lenguaje de símbolos. No puedes más, así que te la juegas a pito pito gorgorito. Abres la puerta de la derecha, y cuando localizas visualmente un meódromo, aparece la señora de la limpieza, que te espeta un cortante: “Está mojado. Vuelva en cinco minutos”. Ni de coña. Te metes en el baño de mujeres. Tres puertas cerradas, y detrás de ellas el paraíso en forma de pertinente inodoro. Tocas en la primera, y una voz tan varonil como la tuya te dice. “Ocupado”. Das en la segunda, y en medio de una sinfonía de lascivos gemidos, traduces un sonido entrecortado: “Ocu … pa … doooooo”. Tercera y última. Dos golpes. No hay respuesta. Para dentro. Aquello parece el retrete de Trainspotting, pero … no hay dolor. Como es el de señoras, al menos hay papel. Bajas la cremallera, te acomodas el miembro y … no sale nada. Se te han pasado las ganas. Hay que joderse. Imposible pero cierto. Te vas cabreado y sin dejar propina”.
 
                 

Durry Menauer sonríe y empieza a hablar como un abogado: “En Nogueres&Menauer somos sensibles a esta problemática, y aportamos soluciones acordes a nuestro tiempo. Contamos con un servicio de señoras, uno de caballeros y otro adaptado para discapacitados, totalmente amueblados, interiores pero muy luminosos. El de señoras tiene vistas al mar. Todos llevan de serie, tecnología domótica de última generación. Cualquier viandante podrá disponer de ellos de forma absolutamente gratuita. El inodoro cuenta con un dispositivo de hidromasaje y secador de pelo, de lo más útil en clientes con hemorroides. En cada habitáculo hay quiosco de prensa y tienda de recuerdos. La comercial es ciega, así que usted puede aliviar sus necesidades fisiológicas sabiendo que su privacidad está a salvo. En la puerta hay una pantalla táctil donde el cliente potencial puede acceder a la web del bufete, e informarse acerca de nuestros productos mientras está “a lo suyo”. Buscamos una experiencia única, facilitada por un sutil hilo musical en el que destaca una versión instrumental del celebérrimo tema de los Toreros Muertos, “Mi agüita amarilla”. Entre los acordes de esta pieza clásica, nuestro equipo de psicólogos ha intercalado mensajes subliminales, todos ellos pertenecientes al imaginario colectivo: “Si te la meneas, te saldrán granos”, “Después de la faena, tira de la cadena”, “Esto es un bufete, caga y vete”, o el clásico “Mea feliz, mea contento, pero por favor hazlo dentro”.

Ojalá cunda el ejemplo entre los emprendedores españoles, y el caso de Nogueres&Menauer sea sólo el primero de muchas historias tan sencillas y humanas como esta. VanityFreakNews.

 

sábado, 8 de septiembre de 2012

Un aventurero español llega a la Cumbre del G20 en pelota picada.


         Ramón Tañero es el máximo exponente del alpinismo a nivel mundial. Con seis meses de edad, se subía sólo a la trona. Con año y medio, alcanzaba la mirilla de la puerta de casa, para espiar a sus vecinas. Y con tres, trepaba hasta el altillo de la alcoba de sus padres, donde su progenitor guardaba las revistas guarras. Ya en la adolescencia, fue el primero en coronar desnudo y sin oxígeno el Cerro Garabitas, cota elevada sobre el nivel del mar la friolera de 677  metros.

         Posteriormente vendría la gloria. Ganó por oposición una plaza de oficial administrativo de tercera en Correos, y lo destinaron a Guadalajara. El trabajo era cómodo, pero demasiado tranquilo para alguien con espíritu aventurero. Consumía  los días, mientras hacía escalada libre por las montañas de cartas y paquetes allí almacenadas. La calefacción permanentemente estropeada, y el frío alcarreño, generaban unas condiciones climatológicas similares a las de un entrenamiento real. Aquel paraje inhóspito, incompatible con la vida, nada tenía que envidiar al de esos colosos de la naturaleza que tiempo después Ramón conquistaría. Pidió una excedencia, mandó a la mujer y a los niños a casa de los  suegros, en el pueblo, y comenzó a forjar su leyenda. Uno a uno, fue superando en pelota picada los catorce ochomiles: Everest, K2, Kanchenjunga, Lhotse, Makalu, Cho Oyu, Dhaulagiri, Manaslu, Nanga Parbat, Annapurna, Gasherbrum I, Broad Peak, Gasherbrum II, y por último, el temido y no tan conocido, Shisha Pangma.
 
                                    

         Fama y dinero llegaron sin preaviso a la vida de Ramón Tañero. Se trajo a la mujer y a los niños del pueblo, y se entregó a la molicie, aplicándose con fruición a su nueva faceta de figura pública. Pero el reposo del guerrero siempre es temporal. Su pecho albergaba un corazón salvaje que tarde o temprano empezaría a latir de nuevo. Así ocurrió una mañana de domingo, mientras leía con desgana el periódico: Cumbre G20, Los Cabos (México). ¿Una montaña nueva? ¿Un pedazo de Olimpo por colonizar? Ya veía los titulares de la prensa internacional: Ramón, on the road again. Lo primero, vuelta otra vez la mujer y los niños al pueblo. Lo segundo,  mandar un tuit a He Lao, su sherpa tibetano de confianza, que ahora vivía en Mijas, donde se ganaba la vida con el alquiler de burro-taxis. Lo tercero, coger el primer vuelo que encontraron con destino a México.

El resto es historia, como se puede leer en su autobiografía no autorizada: “Llegamos a México D.F. a media tarde. Cuarenta y cinco grados a la sombra. El pobre He Lao estaba derretido, así que lo mandé al hotel. Salí a la calle convenientemente despelotado, y me llamó la atención que por todas partes veía carteles con la leyenda Cumbre G20 Los Cabos. Sin darme cuenta acabé a la puerta de un edificio altísimo, que me recordaba vagamente al Makalu, cuando se sube por la cara sur. Seguí la flecha, y de repente, dos tipos muy mal encarados, con auriculares y gafas de sol, se me echaron encima. Enseguida entendí la situación: Eran los sherpas de la competencia, que querían boicotear mi ascensión. Empezaron a hacer gilipolleces como si supieran artes marciales. Esnobismos europeístas. Una buena patada en los cojones por barba, y ni fujitsu ni leches. Aquellos pardillos quedaron fuera de combate, y con ello, sus mujeres sexualmente insatisfechas, durante una temporadita. Se abrió el ascensor. Entré decidido. Casi sin tiempo para que se cerrara la puerta, aquello empezó a elevarse como la prima de riesgo cada vez que el gobierno anuncia medidas para resolver la crisis. Tercera, sexta, décima, iba subiendo plantas a toda velocidad. Hay que joderse con la modernidad. Toda la vida de Dios, la ley de la montaña ha sido la que ha sido, y ahora los sherpas llevan traje, subes al campamento base en ascensor, y hay aire acondicionado. A bote pronto, de forma rápida y graciosa, como yo razono, concluí que por ese camino nos cargábamos el montañismo.

Planta vigésimo quinta: ¡Cumbre G20! Se abre la puerta y aparece una sala enorme con una mesa oval gigantesca, y veinte personas muy serias, sentadas cada una al lado de una bandera. No daba crédito. Yo, el más grande alpinista de todos los tiempos, era el vigésimo primero en coronar aquella cima. Mi hombría se vino abajo, e inicialmente no me preocupó, porque cuando estás a mucha altura, las partes acras son las que tienen mayor riesgo de congelación, y sólo faltaba que por una erección a destiempo se me quedara el miembro en modo hibernación. Saqué de la mochila mi rojigualda, la enseña nacional de ese gran país sin mácula llamado Esssspaña, y cuando me disponía a clavarla en el centro de la mesa, reconocí al mismísimo presidente Rajoy. Me quedé pasmado, y lo único que se me ocurrió fue empezar a ondear mi bandera mientras cantaba ¡Yo soy españoooool, españooool, españooool, españooool! Se abalanzaron sobre mi otros cinco sherpas trajeados, y no tuve más remedio que aplicarles la misma medicina que a los anteriores. No entendía nada. Me estaban esperando en la cumbre, los mandatarios de los veinte países más ricos del mundo, para darme la bienvenida, y cuando llego, me quieren detener. ¿Pero qué mierda de monte era aquel, lleno de domingueros? Decidí volver a casa.

¡Ni hablar, españolito!, me dijo en alemán una señora gordita, vestida con traje chaqueta. Se me cruzaron los cables, lo reconozco. Al grito Cagoentoloquesemenea, saqué mi piolet y aquello fue como cuando en el pueblo matábamos el marrano. Una carnicería: Vísceras, sangre, y más sangre. Curiosamente no todos tenían corazón, y había tres sin cerebro. Empecé por la teutona, y acabé por Rajoy. Al fin y al cabo, con lo mal que lo estaba haciendo, no lo iban a echar de menos ni en Sanxenxo. Me perdieron las formas, porque con educación se habría arreglado todo, pero es que desde chico he tenido un pronto muy fuerte. Y aquí estoy, en un penal mexicano, condenado injustamente  a cinco cadenas perpetuas, por haber cumplido y hecho cumplir la ley de la montaña, confinado de por vida por ser un patriota español. ¡Arriba Esssspaña! VanityFreakNews.

 

 

sábado, 1 de septiembre de 2012

Un socorrista fallece en acto de servicio.

      
         Una muerte es la noticia que ningún profesional querría dar, si pudiera elegir. Pero la tristeza es aún más profunda cuando el protagonista del hecho luctuoso es una persona que se dedica a ayudar a los niños. Esta semana hemos conocido el fallecimiento de un socorrista, en acto de servicio.  Efectivos del SUMMA se desplazaron de inmediato al lugar de los hechos, pero sólo pudieron certificar el fatal desenlace.
Blas Pernales, presidente del complejo residencial Los Altos del Deán, se ha erigido en improvisado portavoz del desolado vecindario. Roto por el dolor, habla así: “Como presidente de la comunidad de propietarios, tengo el deber de anunciar que nuestro socorrista, Josué Vazos Gordos, ha muerto. Se nos ha ido un grande, alguien que ha dejado su impronta personal en Los Altos del Deán, y en esa camiseta gris pulguero, que no se quitó desde la inauguración de la temporada el pasado 9 de Junio, hasta el funesto día de hoy. Josué no abrirá la piscina mañana, y tampoco al día siguiente. Ya no podrá cortarse las uñas de los pies, ni explotarse las espinillas de las ingles mientras vela por nuestros pequeños. No habrá requiebros soeces para las adolescentes, ni flirteos indisimulados con las cuidadoras de los niños. Crescencio, el abuelo de Joshua, se quedará sin compañero de mus. La empresa mandará un suplente, y a lo mejor, por fin, tenemos un socorrista.
 
                                             
 El sabía que aquí era uno más. De hecho, estuvimos casi a punto de invitarle dos veces a las barbacoas que celebramos en las zonas comunes. Y más aún, si eramos impares en los partidos de dobles de ping pong, le dejábamos jugar hasta que llegara el vecino que faltaba. Era por encima de todo un hombre fiel. Cuando los de El Encinar del Canónigo, vinieron para llevárselo a mitad de temporada pagando la cláusula de rescisión, Josué renunció a la mejora de contrato que le ofrecían. Como premio, le dejamos que aumentara el número de amiguetes que invitaba habitualmente a nuestra piscina, y reforzamos su dieta habitual a base de cortezas de cerdo y Coca-Cola Zero, con una tarjeta descuento de supermercados Día, para patatas fritas y galletas saladas.
Tenía un corazón que no le cabía en el pecho, y según ha ido avanzando el verano, un hígado que le ocupaba toda la tripa. Incomprendido al principio, se ganó poco a poco el respeto de propietarios, alquilados, conocidos de los alquilados, okupas, e invitados de los okupas. Hay quien asegura que tenía piernas, porque un día, cotilleando desde la ventana, vió como se levantaba de la tumbona un instante. Lo que nadie se atreve a afirmar por prudencia, es que supiera nadar. Practicaba métodos poco ortodoxos, pero de innegable efectividad. Si un niño pequeño caía accidentalemente al agua, dejaba pasar unos minutos antes de pedir auxilio, porque como él decía, tienen que curtirse, y si el abuelo de la criatura se tira enseguida, el enano no aprenderá a nadar nunca. El amor a su profesión le llevaba a pasar el invierno reciclándose en multitud de cursos de formación: Experto en ejecución simultánea de medición de la cloración del agua y prospección nasal con el dedo índice izquierdo, Especialista en no dejar de hablar por el móvil cuando le pides algo, Diplomado en cadenas motrices de elementos orgánicos sobrenadantes, Técnico superior en siesta del carnero, y así hasta más de cuarenta títulos acreditados.
He trasladado a la junta de vecinos la propuesta de conceder a don Josué Vazos Gordos, la medalla de oro de la comunidad a título póstumo, que será entregada al gerente de su empresa, ODT Piscinas, en una sencilla pero sentida ceremonia, celebrada en los prolegómenos de la próxima barbacoa. Se especula conque dicho representante realice la brocheta de honor, y se quite las bermudas para mostrar debajo un bañador fardahuevos con la leyenda: Josué, no te olvidamos.
Dotado de una coherencia irreductible, murió como vivió: Durmiendo. Durante la segunda siesta de la tarde, su ronquido, de natural fuerte, fue atenuándose progresivamente, a medida que se iba atiplando. De pronto, se hizo el silencio, su pecho se sacudió en un espasmo seco, relajó esfínteres, y se olvidó de vivir. Quién iba a pensar que sus palabras de horas antes serían premonitorias: Estoy sometido a un estrés sobrehumano, cualquier día de estos se me para la patata. Que el Dios de los socorristas se apiade de él, y le de trabajo fijo. Muchas gracias”.
Triste día para los vecinos de Los Altos del Deán, una de esas comunidades levantadas tras robarle un trozo de terreno al campo, y localizadas lo que viene siendo enatomarporculo, en cualquier inhóspito paraje extramuros, incomunicado por tierra, mar y aire. Allí, un puñado de curritos de clase media-media, creen vivir como Ricos y Famosos, porque se reúnen en el salón social en vez de en la cantina. Tienen césped en las zonas comunes, cuando hasta antes de ayer, ellos sembraban hortalizas en el huerto. Se mojan el culo en ese charco que llaman piscina. Han cambiado boina por gorra, y petanca por paddle. Antes tenían habilitada la era del pueblo como giñasio público, y ahora hacen ejercicio físico en el gimnasio comunitario. Asfixiados por la hipoteca, viven creyéndose su propia mentira, y miran por encima del hombro a los compañeros y familiares que no viven “en un residencial”. Cuando ven en la tele las típicas teleseries familiares norteamericanas, se miran de soslayo, y con una sonrisa cómplice dicen: “Mira cari, igual que nosotros”.  Efectivamente, igual … igualito. Pobres infelices. VanityFreakNews.