La verdadera sabiduría no está en los paraninfos
universitarios, ni en las reales
academias, ni tan siquiera en las bibliotecas.
Los conocimientos más importantes son los de las pequeñas cosas. Y ese
saber, el más auténtico, se encuentra en las plazas de los pueblos, allí donde
los lugareños se sientan a tomar la fresca, cuando el sol llega al ocaso.
Esos abuelos y abuelas,
en muchos casos analfabetos, saben más de la vida que el más laureado de
los catedráticos. No hace mucho, estando de visita en una bonita villa del
norte de España, escuché decir algo
chocante en boca de uno de estos senadores populares: "Cuando ganan las derechas,
tienes la tranquilidad de que no te van a robar, porque son ricos por casa. En
cambio, las izquierdas son muy peligrosas porque nunca han visto diez billetes
juntos".
Foto tomada de www.lospanderosdelramo.blogspot.com
Sigo pensando que esos provectos hombres y mujeres son
grandes filósofos, pero también se equivocan. Desde luego, referido a la
derecha española actual hierran de principio a fin. En materia de corrupción, con
el PSOE nos pusimos a la vanguardia europea. Pero lo que no esperábamos (al
menos sus votantes), es que con el PP diéramos un paso al frente, y nos
convirtiéramos en campeones mundiales. El listón sociata había quedado tan alto
gracias a los desmanes corruptos del felipismo (Ibercorp, Filesa, GAL, Luis
Roldán, Juan Guerra, BOE, fondos reservados, etc), que parecía que la plusmarca
duraría varias generaciones. Los peperos, deportistas ellos, debieron pensar
que un record está para batirlo, y se pusieron a entrenar día y noche.
“Se acabó la corrupción”, manifestaban los ancianos en
las plazas de los pueblos, el día que Aznar ganó las elecciones. “Ya era hora
de que nos gobernaran políticos honrados”, decían los más atrevidos. Así
pareció ser durante las dos legislaturas que duró el aznarato, entre 1996 y
2004. Un tiempo de prosperidad económica basada en el “Cuento de la lechera”
contemporáneo que fue la burbuja inmobiliaria. “España va bien” repetía con su
voz monocorde el inquilino de la Moncloa. No le faltaba algo de razón: ETA ya
sólo actuaba con cuentagotas, éramos el país europeo donde más empleos se
creaban, el presidente de la nación más importante del mundo se refería a
Josemari como “Mi amigo Ansar”, y los cansinos separatistas (es un error
llamarlos nacionalistas, porque su supuesta nación ni existe ni ha existido
nunca) del norte y noreste peninsular estaban en modo hibernación, mientras se
alimentaban de esa gran ubre llamada Presupuestos Generales del Estado.
No nos engañemos. Por encima de ideologías, lo que de
verdad motiva al españolito medio es cambiar de coche cada cinco años, irse de
vacaciones en verano y Semana Santa, y tomarse unas cañas después del trabajo.
El partido que asegure eso, tiene las elecciones ganadas de por vida. La
izquierda lo sabía, y contraatacó con lo poco que tenía: el Prestige, y la puta
foto de las Azores. Munición de fogueo para derribar a un elefante, aunque sea
bajito y bigotudo. Hay elefantes como el de Botsuana, que posiblemente están ya
muertos antes de recibir los reales disparos, pero en general, estos animales prefieren
morir de viejos, antes que dejarse abatir.
Foto tomada de www.addictionandfate.blogspot.com
Dicen los que saben de la cosa política, que en la
segunda legislatura, los presidentes suelen perder la cabeza, y sobre todo, la
conexión con la realidad. Los que entran a la Moncloa ya descabezados tienen la
ventaja de que no la pueden extraviar, y se pasan el mandato enarcando la ceja
mientras sonríen estultamente por todo, amén
de pedir la paz en el mundo, como si fueran una vulgar aspirante a miss.
Desconozco si otros como Aznar, enfermo de vigorexia desde que pisó Palacio,
fué quedándose sin redes neuronales a medida que hipertrofiaba sus abdominales.
Lo que es indiscutible es que se fue gustando según transcurría el tiempo, y
pasó del estar encantado de haberse conocido al endiosamiento puro y duro.
El faraón decidió que ocho años de su vida habían sido
suficiente regalo para los desagradecidos españoles, y que no se presentaba a
la reelección. Dicen que el buen maestro es aquel que aspira a que le superen
sus alumnos. Nada más lejos de la realidad cuando esto se aplica a la política
en general y a la aznarología en particular. De entre todos los sucesores
posibles, Aznar eligió digitalmente (a dedo) al que menos sombra podía hacer a
su legado, y al único que seguro, seguro, seguro jamás le superaría en nada
salvo en estatura.
Foto tomada de www.lacomunidad.elpais.com
El heredero se presentó a las elecciones con una ventaja
de 14 puntos en las encuestas sobre el candidato socialista. El PP hubiera
ganado aquellos comicios hasta con Kiko Rivera como cabeza de lista. Pero
casualidades de la vida, tres días antes de las votaciones, el fatídico 11 de
marzo de 2004, España sufrió el atentado terrorista más grave de la historia de
Europa. A partir de ahí, PP y PSOE ejercieron sus roles habituales: El PP,
pardillo impenitente, se dejó engañar y acabó pidiendo perdón por existir.
Después, hubiera sido capaz de asumir la autoría de la muerte de Manolete con
tal de exculpar al toro Islero. Demasiado tarde. Mientras, el PSOE movió los
hilos en la trastienda, manejando magistralmente la información y sobre todo la
desinformación (“España no merece un Gobierno que mienta”), para hacer del
pecado virtud, y de la mentira y las medias verdades, dogmas de fé.
Como resultado, la opinión pública, moldeable y manejable
como la plasti con la que juegan nuestros niños en el cole, cambió masivamente
su voto legítimo por otro igual de legítimo, pero con otro destinatario. El
becario de Aznar se quedó comiendo sopas, y Cejatero recibió un flamante
cochazo, aunque como la criatura no esperaba el regalo, ni tenía carnet de
conducir, ni intención de sacárselo. Menos mal que siempre hay algún chófer
dispuesto a sentarse al volante previo pago.
De lo que vino después hablaremos otro día, pero lo
trascendente hoy es que Gürtel entró en nuestras vidas en 2009, cinco años
después de la amortización electoral del PP. Gürtel no es el próximo futbolista
lisiado por el que Florentino Pérez está dispuesto a pagar lo que le pidan,
sino la trama de corrupción más importante de la historia de la derecha
española. En los años donde el ladrillo era la locomotora de la economía
española, una banda de mangantes no políticos, tejieron una trama “empresarial”
con lo más granado de la élite pepera autonómica. Los tentáculos del pulpo
llegaron a todos los confines de España. Allí donde se movía más dinero (Madrid
y Valencia) fue donde el octópodo expulsó más tinta, hasta emborronar por
completo la trayectoria política de un sinfín de políticos.
A los esperanzados cargos madrileños, Esperanza les fue
quitando la silla uno a uno, mientras ella permaneció impasible en la suya.
Años después, se levantó de repente y se fué. Ante nuestra atónita mirada, salió
corriendo con la excusa de que quería dedicarle tiempo a su familia y poder
recoger a sus nietos en el colegio ¡Hay que joderse!
Y ahí seguimos, conociendo cada día el nombre de un nuevo
político pepero de la época, emparentado con la trama Gürtel. Cuando les
descubren las vergüenzas en forma de cuentas ocultas en Suiza, engolan la voz y
dicen aquello de: “Todo es rotundamente falso. Voy a querellarme contra quien
ha difundido esa información. Renuncio a mis cargos para no perjudicar a mi
partido, y para poder demostrar mi inocencia”.
Foto tomada de www.lavanguardia.com
Pasados los años, ninguno se querella, ni demuestra su
inocencia, y por supuesto, nadie devuelve el dinero. Y aquí no pasa nada.
Aparece un presunto delincuente común llamado Luis Bárcenas, cuyo único mérito
en la vida ha sido distribuir dinero negro entre otros presuntos delincuentes
comunes, y ser fedatario de ese reparto. No se le ha conocido empresa alguna, y
supuestamente ha comido siempre de su sueldo. Cuando se descubre que tiene un
pastizal en Suiza, el muy golfo alega que le ha tocado varias veces la lotería,
y que algunas de sus inversiones pictóricas se han revalorizado mucho. Pero lo
más sangrante es que a este tío, durante sus años de latrocinio múltiple, la
declaración de la renta le salía a devolver. Mientras, el españolito medio
sigue haciendo el milagro de los panes y los peces para llegar a fin de mes.
Menos mal que siempre hay alguien que te devuelve la fe
en el sistema, y demuestra que no todos los políticos son iguales, al menos en
el Partido Popular: “Yo, Román Gante, exconcejal de Urbanismo de Pozuelo de
Alarcón, estoy en disposición de confirmar que no existe cuenta bancaria a mi
nombre o al de mi esposa e hijos, en Suiza, Andorra, Liechtenstein, Islas
Caimán, o cualquier otro paraíso fiscal. Asimismo, no tengo participación en
sociedades interpuestas ni en España ni en el extranjero.
El dinero subsahariano (la palabra negro no es
políticamente correcta), está perfectamente guardado en fajos de billetes de
500 euros, bajo el canapé de mi cama de matrimonio. Espero que cunda mi
ejemplo, y otros se animen a regenerar la vida pública con ejercicios de
transparencia como este”. Definitivamente, aquellos abuelos de la plaza del
pueblo eran unos infelices. VanityFreakNews.