sábado, 28 de diciembre de 2013

Fernando Alonso tendrá coche en 2014.


         La irrupción de Fernando Alonso en la Fórmula 1 fue fulgurante. Se convirtió en el bicampeón mundial más joven de la historia, aunque este record fue efímero. Inmediatamente fue batido por Sebastian Vettel, ese alemán con cara de tolili feliz, que no perdería su eterna sonrisa ni aunque le obligaran a pasar un fin de semana romántico con la canciller Merkel.
 
 
Tomada de Twitter: @alo_oficial
 

         Se suponía que Alonso obtendría más coronas mundiales, y que superaría al gran Michael Schumacher. Pero a decir verdad, las únicas coronas que ha visto desde entonces, son las de los entierros de sus allegados, y las Coronitas que se bebe con los amigotes cuando vuelve a su Asturias natal.

Aficionados y periodistas coinciden en la misma teoría: “Si es que Fernando no tiene coche”. Y tienen toda la razón, porque todos sabemos que en McLaren le tenían manía, y que los Ferrari siempre han sido cafeteras con ruedas. Rubén Bustero, conductor del programa deportivo “Con dos pelotas y un balón” anunció anoche en antena, que el bueno de Fernando Alonso  competirá motorizado en 2014: “Radio Capullo está en condiciones de anunciar que el astro asturiano ha adquirido un Seat Ibiza del año 2001, gasolina, color burdeos, matrícula 8689BPF, y doscientos cincuenta mil kilómetros recorridos.
 
 
Tomada de BBC
 

Según nuestras fuentes, su anterior propietario, Teodoro Chumilla, habría incluido este utilitario en la operación de compra de su nuevo coche, un Seat Ibiza, gasolina, color burdeos, modelo 2013. La familia Chumilla había aumentado exponencialmente desde la llegada de los quintillizos, y el anterior vehículo se les había quedado pequeño. Al parecer, el flamante comprador se habría acogido al Plan PIVE, al rePIVE, al TIVE, al NIVE, y al CIVE, y después financiaría el auto en cómodos plazos a ciento cincuenta años.

         El dueño del concesionario evaluó el Ibiza antiguo, y ante el lamentable estado de conservación, llamó directamente a Juan Heredia Amaya, su chatarrero de confianza, el hombre que le hacía siempre los trabajos más sucios. El señor Heredia declinó el ofrecimiento: Él tenía un prestigio, y llevarse aquel amasijo de chapa, era como cantar en el auditorio de un geriátrico después de haber actuado en el Madison Square Garden.

El empresario no tuvo más remedio que cargar el remolque y llevar el viejo Ibiza a Desguaces Latorre. Hasta allí se desplazaba todas las semanas Armando Pollos, manager de Fernando Alonso, en busca de un coche para su representado. Cuando vió el Seat se dio cuenta de que era amor a primera vista:

Se trataba de un Ibiza Pocholo, serie limitada, diseñado por  Pocholo Martínez-Bordiú, conocido aristócrata, showman y jeta profesional. Iba equipado de serie con reposavasos y ceniceros por todas partes, y tenía varios cajetines, debidamente disimulados, para guardar polvo blanco: harina, sal, azúcar, arena fina de playa, etc. El reproductor de CDs sólo leía música chill-out, ideal para que Alonso se relajara en carrera. Los asientos eran totalmente abatibles, pudiéndose transformar el habitáculo del vehículo en una gran cama redonda, por si venían visitas. Pocholo supo plasmar su universo personal, y adaptarlo a las necesidades de una familia española de clase media”.

Aquellos que bramaban porque Fernando no tenía coche, ya no podrán utilizar esa excusa para explicar los sucesivos fracasos profesionales del asturiano desde que abandonó Renault. Cierto es que sin coche es muy duro competir en Fórmula 1, y aunque el bueno de Alonso tiene una forma física envidiable, ir corriendo mientras los demás van en monoplaza acaba por quemar las piernas. El Seat Ibiza no garantiza victorias, y lo lógico es que Fernando siga llegando el último. Pero al menos estará más descansado, y podrá cumplir como un macho español con su actual novia, la granadina Dasha Kapustina .
 
 
Tomada de Twitter: @alo_oficial
 

Cuentan que la ruptura con Raquel del Rosario vino propiciada por la ausencia total y absoluta de contacto físico. El piloto acababa tan fundido las carreras, que no le aguantaba a Raquel ni medio asalto, y se quedaba dormido en el acto. La vocalista de El sueño de Morfeo intentaba despertarlo desafinando como sólo ella sabe. Gracias a Dios, en la fase de sueño profundo uno no se entera de nada, y Fernando seguía en brazos de Morfeo, ajeno a aquel lamentable espectáculo.

En otro orden de cosas, nos alegramos sinceramente por Antonio Lobato, ese hombre que es para Fernando Alonso como Paloma Gómez Borrero para Juan Pablo II. Antonio no es sólo el encargado de sujetarle la minga al asturiano cuando escancia orina, es su periodista de cabecera, su confesor, su arúspice, su community manager, el amigo eunuco que acompaña a su novia durante las largas ausencias del piloto, y el pringado que le ha prestado su coche particular (un Toyota Prius híbrido, el carro de moda entre los taxistas de Madrid) para que disputara algunas carreras.

Nos consta que Antonio Lobato se dejaría emascular si alguien del entorno próximo de Fernando se lo pidiera. Ha sufrido tanto por su colega que se ha quedado totalmente calvo de forma prematura, por culpa del estrés. Colgará el micrófono el día que Alonso se retire de los circuitos, y nadie lo echará de menos, porque su labor podría llevarla a cabo un niño de Primaria.

Aunque siendo honestos, algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y es que Lobato es el único periodista que consigue sacarle una sonrisa a Fernando Alonso en una entrevista. El campeonísimo se esfuerza en caer mal, es el típico tío al que se la pela todo. Va a lo suyo, que es no ganar carreras, y lo demás le da igual. Tiene un club de fan (así en singular) cuya presidenta, vicepresidenta, tesorera, y único miembro es Herminia Tura, una chica aún más bajita que Alonso, asturiana como él, nacida en la villa de Arriondas, en el concejo de Parres. Herminia ha consagrado su vida a Fernandu. Es la mayor coleccionista privada del mundo de objetos relacionados con el corredor: puños americanos, luchacos, katanas, subfusiles, navajas albaceteñas. Aunque los cuarenta ya no los cumple, sueña con ser la niña que lleve las arras en alguno de los próximos enlaces matrimoniales del piloto.

Fernando Alonso, ese hombre que nunca se equivoca, sigue fiándolo todo a la diosa fortuna (que como pretexto no está mal, pero ya aburre): “Perdimos porque nos faltó suerte”, “No hicimos podio porque no tuvimos suerte”, “El trabajo del equipo fue bueno, pero la suerte fue esquiva”. En 2014 dispondrá de un bólido, y no uno cualquiera. Será el piloto de un Seat Ibiza Pocholo, gasolina color burdeos. Motor a propulsión. De cero a cien en diez minutos. Spoiler delantero contradinámico, carrocería de hormigón armado, caja de cambios semiautomática, batería de litio con cargador en buen estado, ITV pasada al tercer intento en un taller pirata, volante de cuero repujado, asiento anatómico forense para el conductor, y el resto reclinables, para que Antonio Lobato pueda estirar las piernas en carrera, mientras canta a voz en grito “Love is in the air”.
 
 

Aficionados y periodistas afines querían que Fernando Alonso tuviera coche. Deseo cumplido. Se acabaron las excusas. A partir de ahora, hay que desarrollar el monoplaza como acostumbra el asturiano, y ya si eso, empezar a acabar carreras en la temporada 2020, siempre y cuando nos acompañe un poquito la suerte. VanityFreakNews.

 

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