sábado, 31 de mayo de 2014

Acude a Urgencias por un dolor que empezó hace treinta años.


Buenas tardes, doctora. ¡Cómo tiene hoy la sala! Dos horas de retraso. ¡Qué barbaridad! Menos mal que yo no vengo nunca, y las pocas veces que consulto es por cosas importantes.  Si todos fueran como yo, no habría listas de espera.
 
 
Foto tomada de www.laopinioncoruna.es
 
 
Pues nada, que como le vengo contando cada viernes desde hace dos meses: La rodilla, que no mejora. Y lo peor de todo es que ya me está empezando a doler la otra. Los papelitos que me dio no me han servido de nada. Como si tomara azucarillos. Bueno, la verdad es que los compré y los guardé en el cajón de la mesita de noche. Ya sabe usted que no soy muy amiga de tomar medicinas. Camuflan el dolor, pero no lo curan.
 
Yo quiero tener calidad de vida, y un cuerpo como el de las famosas. Y eso no se consigue con pastillas. ¿Pero qué clase de médico es usted?, ¿Es que no ve "Las mañanas de la 1"? El doctor que sale dice que hoy en día no es admisible vivir con dolor. Sí, ya sé que me sobran dos o tres kilitos, pero es que no sé cómo hacerlo. Va a ser que retengo líquidos, porque no como casi nada. No me mande de nuevo al endocrino. Cada vez que voy, me mata de hambre y engordo cinco kilos. Recéteme un joven de veinticinco años y se me quitan todos los males.
 
Mándeme un análisis, pero que sea completito, por favor. Algo tengo que tener. Con veinte años no me cansaba nada. Iba desde mi casa a la Puerta del Sol, volvía, y volvía a ir, y acababa fresca como una lechuga. Ahora doy la vuelta a la manzana y ya tengo las piernas “entumidas”. Por cierto, he visto en la sala de espera a la Encarnita, mi vecina del primero. Qué mal color tiene. Se le ha echado la edad encima. ¿Tiene algo malo, verdad? No, no me lo diga, que ya sé que es secreto profesional, pero... ¿Qué le quedan?, dos meses de vida, como mucho, ¿Verdad? Pobre mujer: El marido, un golfo y un vago, y los hijos, una desgracia.  La niña se ha metido a puta, la única profesión con futuro en estos momentos. Según su madre, de lo suyo no encontraba nada. Y el niño aún peor: Se ha hecho político,  y de centro reformista. ¡Un escándalo!
 
¿Me toca este año resonancia de la columna? Mírelo en el ordenador, guapa, no vaya a ser que se nos pase, y se me junte con la densitometría, que esa sí me toca seguro. Ya sabe que yo de Mayo a Septiembre me voy al pueblo, y en esos meses no puedo tener citas. Póngamelo preferente, que dentro de nada nos metemos en Semana Santa y el país se paraliza. ¡Qué horror, con lo poco que me gusta a mí ir al médico!  Pero yo me digo: “No te queda más remedio, Paca. Estás en una edad muy difícil”. Me he pasado la vida cuidando de los demás, y ha llegado el momento de pensar un poquito en mi.
 
La he entretenido un poco, pero es que para una vez que vengo, tengo que hacer gasto. Bueno, ¿Y qué tal sus niños? Me dijo la semana pasada que tenía dos o … cinco, ¿Verdad? Por cierto, no es por cotillear. Dicen en la sala de espera que se ha estropeado usted mucho de Navidades para acá. Yo la he defendido, y les he dicho que qué se han creído, que usted ya no es ninguna niña. Aunque viéndola ahora, la verdad es que tienen razón. Está usted más gorda. Eso, o que se ha vuelto a preñar. ¡Ay madre mía!, que quien calla otorga, y para el verano está usted otra vez de baja maternal.
 
 
Foto tomada de www.bekia.es
 
 
Hable usted con sus jefes, y que le pongan de suplente al chico polaco del año pasado, aquel que parecía el hermano pequeño de Darek. De Medicina no tenía ni idea, y apenas hablaba español, pero cómo estaba la criatura. Estaba para darle como a las chuletas, vuelta y vuelta.
 
Bueno, que me está usted sacando temas y yo me tengo que ir. Si quiere otro día vengo con tiempo y hablamos un poquito, pero es que a las cinco he quedado para una demostración de la Thermomix, y luego a las siete tengo un tuppersex. Así que céntrate, doctora Conchi. Supongo que no te importa que te tutee. Aunque me veas así de joven, podría ser tu madre.
 
Mira Conchi: Vengo por un dolor malísimo que empezó el día de la final del Mundial de España, en el verano de 1982. Me he citado de Urgencias, porque me he dicho: ¡Paca, de hoy no pasa! Te he traído esta maleta de viaje con las pruebas que tenía por casa, por si te dan alguna pista. Pero te cuento. Es un dolor que empieza en el cuello, me baja al hombro derecho y luego da tres vueltas y media por el pecho. Sigue tripa abajo, y al llegar al ombligo hace un escorzo y llega al bajo vientre. Y ahí se queda, como si me estuvieran clavando un cuchillo japonés de mango de plástico negro y hoja de acero inoxidable del número 6 de la Teletienda de Antena 3.
 
Sólo aparece cuando hago el pino puente al aire libre, los jueves santos de los años en que la Semana Santa cae en Abril, si el día está seminublado con una probabilidad de lluvia del 45%, una humedad ambiente del 60%, y previsión de viento de 25 Km/hora. ¿Es un tumor, verdad? No me mientas, Conchi, que te lo estoy viendo en la cara. Si es algo malo dímelo porque necesito tiempo para organizarme. No vaya a ser que me dé un chungo en plena calle, y me vaya al otro barrio sin despedirme de mi gente.
 
 
 
 
“Mire, doña Paca: Aunque llevo bata no soy doctora. Y sí, ya sé que tengo la sala de espera llena de clientes, pero esto no es un centro de salud. Siéntese y cállese para siempre, o haga el favor de salir de mi peluquería inmediatamente”. VanityFreakNews.

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