La humanidad sigue sin resolver misterios cuyo origen se
remonta a la noche de los tiempos: La desaparición de los dinosaurios, el
Triángulo de las Bermudas, la Atlántida, el Yeti, el monstruo del Lago Ness, la
titularidad de Khedira en la final de la Champions, la identidad del estilista
de Falete, y sobre todo, la edad biológica de Jordi Hurtado.
Él es el referente televisivo varias generaciones de
españoles. Pocos presentadores pueden decir que han sobrevivido
con un mismo programa a tres papas, tres presidentes del Gobierno, y dos
reyes de España. Pero es que “Saber y ganar” lleva en antena desde 1997 de
forma ininterrumpida. A primera vista resulta asombroso, pero lo verdaderamente
sobrenatural es que Jordi no ha envejecido físicamente. Sigue siendo aquel
jovenzuelo con aire de oficial administrativo, que se ponía palote cuando se
acercaba a alguna de las azafatas de "Si lo sé no vengo", el concurso
familiar que muy a nuestro pesar lo sacó del anonimato, y lo introdujo en
nuestras vidas por siempre jamás.
Foto tomada de www.desmotivaciones.es
Un día, hastiado del éxito, Jordi Hurtado viajó en el
tiempo hasta el año 1300 después de Cristo. Quería retirarse temporalmente a un
monasterio cisterciense, con el objetivo de encontrarse asimismo en la oración
y en el silencio. Al atravesar el umbral del monasterio, lo primero que vió fue
una gran pancarta de bienvenida que rezaba (nunca mejor dicho): "Jordi,
amigo, el Cister está contigo". Un numeroso grupo de monjes de cabeza
tonsurada y hábitos de lana marrón oscuro, vitoreaba su presencia, mientras batía palmas a ritmo de cántico
gregoriano. Tal es el poder de la televisión, que varios siglos antes de
inventarse, ya convertía en ídolos de masas a personas normales como nuestro querido
Jordi. En aquel tiempo, dejó su autógrafo en cada uno de los incunables que los
pacientes amanuenses elaboraban en la biblioteca.
Según pasaban los siglos, nuestro amigo fue dándose
cuenta de que la vida monacal no era lo suyo. Acostumbrado como estaba, a
rodearse de jacas de infarto en el medio televisivo, ahora vivía rodeado de
monjes tapados hasta el cuello. Y es que aunque aquel monasterio parecía sacado
de "El nombre de la rosa", la rosa en cuestión no aparecía intramuros
ni por el forro. La tensión sexual no
resuelta convertía a Jordi Hurtado en un saco de hormonas a punto de explotar.
Para calmar la pecaminosa llamada de la carne, se daba duchas con agua helada
cada dos o tres horas, y eso en el frío invierno palentino era mucho decir. En
1654 contrajo una pulmonía que a punto estuvo de dar con sus huesos en el
osario de aquel reducto de espiritualidad. Como faltaba mucho tiempo para que
naciera el descubridor de la penicilina, Jordi tuvo que volver a nuestros días,
y así poder recibir un tratamiento antibiótico de amplio espectro. Se salvó por
los pelos del cogote de Kiko Matamoros.
Esa una de las ventajas de poder desplazarse en el tiempo
como el que coge el Tren de la Fresa para ir a Aranjuez. Hurtado siempre ha
trabajado por vicio, porque el dinero lo tiene por castigo. Sus idas y venidas
espacio-tiempo le permiten conocer resultados deportivos y poder jugar con
ellos a su conveniencia. Por ejemplo, nadie en su sano juicio hubiera previsto
que el Real Madrid ganaría este año al Bayern de Munich 0 a 4. Jordi andaba un
poco tieso de cash, así que viajó a
una coordenada temporal localizada un día después del partido, y luego
retrocedió veinticuatro horas. Al volver, se metió en Bwin y apostó cien mil
eurazos al resultado, al minuto de los goles, a que CR7 conseguiría un hat trick, y a que luego se pondría a
hacer el monger para celebrarlo. En lo que dura un coito español (unas tres
horas largas según el varón de turno, o unos escasos pero realistas minuto y
medio, si se le pregunta a la fémina implicada) ganó tres millones de euros
después de impuestos.
Foto tomada de www.eluniversal.com.co
¿Pero por qué Jordi Hurtado sigue estando igual que
cuando eramos niños? Todos los fines de semana, el pueblo natal de nuestro
amigo se llena de autobuses cargados de jubilados. Los provectos españolitos se
desplazan hasta la localidad a fin de beber agua del manantial. Creen que ahí
se esconde el secreto, el elixir de la eterna juventud. El listo del pueblo de
al lado lleva años embotellando agua del grifo de su casa y luego la vende a
precio de oro como si proviniera de la famosa fuente.
Existen tantas teorías sobre la lozanía de Jordi, como
españoles: Robot, inmortal, holograma, imagen tratada digitalmente, qué se yo.
Internet está lleno de hipótesis, a cual más descabellada. Hay quien dice que
ha hecho un pacto con Rajoy, digo con el diablo. Otros sostienen que es un
vulgar zombie gafapasta, un caminante que vaga por las 625 líneas de nuestros
monitores buscando el eterno descanso de su alma. Algunos historiadores
medievalistas apuntan que pertenece a los Porelculen, rama española de la
familia Cullen, el famoso clan de vampiros de la saga "Crepúsculo".
Incluso hay quien teoriza que debe su aspecto adolescente a que se puso en
manos del cirujano plástico de Belén Esteban: Mentira podrida. Primero: No
tiene una teta mirando a Cantabria y la otra a Cuenca. Segundo: Sus dos fosas
nasales están a la misma altura. Tercero: Los labios no están hinchados como si
hubieran sido atacados por un enjambre de avispas africanas.
Foto tomada de www.abc.es
Lo que sí mosquea en Jordi es la poblada pelambrera.
Siempre fue pelopo, pero una cosa es tener pelopolla con veinte años, y otra
bien distinta conservarlo intacto muchos lustros después. Está científicamente
demostrado que el vello púbico es mucho más resistente que el cabello, por lo
que parece lógico pensar que el gran Jordi recurrió a un autotrasplante, para
seguir saliendo pinturero en pantalla. El problema es que fallecida Sara
Montiel, ya no queda un español vivo que fuera al colegio con Jordi Hurtado.
Sólo así podríamos dejar de especular, y beber directamente de las fuentes históricas.
El caso es que cuando Jordi abre la boca merece la pena
prestarle atención. Quizá sea porque
juega con cartas marcadas, pero predijo que una andaluza analfabeta funcional
de nombre Magdalena llegaría a ser ministra del Gobierno de España y acertó.
Anunció que Rajoy incumpliría su programa electoral, engañando a millones de
votantes, y ocurrió. Vaticinó que Isabel Pantoja ganaría Eurovisión en 2015,
convirtiéndose en la Conchita Wurst española, y así fue. Pronosticó que la duquesa
de Alba enviudaría de nuevo, y luego se casaría con un yogurín para que le
durara algo más que los diecisiete anteriores, y así pasó. Auguró que un
treintañero con coleta, famoso por ser el perejil de todas las salsas en las
tertulias de televisión, fundaría un partido político tres meses antes de unas
elecciones europeas, y conseguiría cinco eurodiputados. A pesar del descojone
general que supuso en su día esta última profecía, se cumplió como las
anteriores.
Foto tomada de www.fideus.com
Por eso la gente se puso muy seria cuando Jordi Hurtado dijo
que Su Majestad el rey Juan Carlos I abdicaría, para a continuación separarse
de Doña Sofía. Y que luego el Estado se bajaría los pantalones y Cataluña sería
una república independiente durante el reinado de Felipe VI, quien a su vez se
divorciaría de la Reina Letizia, para acabar abdicando poco tiempo después. A
continuación se marcharía de España como en su día hizo su antepasado Alfonso XIII,
proclamándose la III República donde tampoco estarían el País Vasco ni Galicia,
también independizados. El primer presidente de la nueva Ex-paña sería Pablo Iglesias, aquel
treintañero de la coleta, ya cuarentón, que instauraría la revolución
bolivariana en nuestra bendita piel de toro.
Todo esto me lo contó mi bisabuelo Pedro, poco antes de
morir. Y yo, sexto Pedro consecutivo de la familia, os lo hago saber en la
primavera del año de nuestro Señor 2080. Ya me voy, que va a empezar en la 2 “Saber
y ganar”, presentado como siempre, por ese pedazo de profesional llamado Jordi
Hurtado. ¡Va por ti, Jordi! VanityFreakNews.
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