Quien esto escribe es español y después madrileño, merengue
y también colchonero, rayista y por supuesto pepinero. Anticulé confeso y
declarado, y sin embargo, admirador del buen fútbol venga de donde venga.
El miércoles Santo del año 2014, el equipo de los
“españolitos”, ganó al Barça “la Copa de vuestro Rey”, como diría el Shakiro. Digan
lo que digan los periodistas, el partido fue horroroso, como suelen serlo casi
todas las finales. Mereció ganar el Barça, pero no lo hizo. El Madrid sigue sin
ser un equipo, continúa sin tener una idea de juego, ya esté Mourinho, Ancelotti,
o Kiko Rivera en el banquillo. Gana a golpe de individualidades, hoy Bale, ayer
Cristiano, y anteayer Zidane.
Foto tomada de www.fcbarcelonanoticias.com
Hay que vender periódicos deportivos, y hay que llenar
tertulias radiofónicas y televisivas, así que los gurús del tema, decidieron tras
la derrota copera que el Barça es un enfermo en fase terminal y que lo mejor
para todos es sedarlo. El diario Sport, uno de los evangelios apócrifos del
periobarcelonismo, titulaba: “Este ciclo se ha acabado: ¡Qué empiece otro!”.
Así de fácil y así de pueril. Como si la madre naturaleza alumbrara cada década
una generación prodigiosa de canteranos con un Puyol, un Xavi, un Iniesta, un
Piqué, un Cesc, un Busquets, un Víctor Valdés, un Pedro, y un Jordi Alba. Como
si fuera tan sencillo que a ese grupo de futbolistas excepcionales se uniera un
niño argentino que pasados los años, se convirtiera en el mejor jugador de
fútbol del mundo. Como si fuera corriente que un joven exjugador emblemático
del club, despuntara como entrenador en el filial, y un presidente visionario
le diera las riendas del primer equipo, sin apenas experiencia.
Ahora que estamos a
vueltas con el cansino tema de las aspiraciones independentistas de Cataluña,
el otro día quedó reflejado que como no podía ser de otra manera, el Barça es
un club español, y sus seguidores se comportan como españoles de pura cepa. A
su llegada al Camp Nou, después de perder la Copa, los jugadores fueron
recibidos a la española, es decir, con gritos de: “Sois unos mercenarios”, “No
dais la cara”, y “No sudáis la camiseta”. En Barcelona sólo faltó una frase,
clásica en la capital cuando el que palma es el Real Madrid: “Menos Ferraris y
más cojones”.
Foto tomada de www.youtube.com
Así de energúmenos somos
los españoles de Madrid y los del resto de España. Encumbramos a alguien para después
darnos el gustazo de tirarlo desde lo más alto. Somos mezquinos, oportunistas,
y ventajistas. Esa generación lo ha ganado todo varias veces, y lo ha hecho con
un juego de alta escuela. Ha maravillado al planeta fútbol, y merece por derecho
propio un lugar de privilegio en la historia. El tiempo, ese juez inexorable
que quita y da razones, pondrá a cada uno en su sitio.
De todos los gritos proferidos por esa panda de paletos
indocumentados, los más lacerantes son los de “Messi, cabrón”. Qué frágil es la
memoria. La etapa triunfal del Barcelona de Guardiola no puede entenderse sin
Leonel Messi. Cuántos partidos ha resuelto por sí sólo el astro rosarino.
Cuántos records ha batido, estando todavía en el ecuador de su carrera
deportiva. Messi está al nivel de los cuatro grandes: Di Stefano, Pelé, Cruyff,
y Maradona, y la historia así se lo reconocerá.
Si navegais por Internet, encontrareis miles de referencias
y enlaces a páginas sobre el gran Messi. Muchas de ellas son una muestra
palmaria de la miseria humana. Algunos sesudos internautas han dedicado su
tiempo libre a teorizar acerca de la supuesta discapacidad del futbolista. Ya
que no disponen del cariotipo de la estrella para justificar su hipótesis,
comparan el fenotipo de Leo con el de los portadores de una trisomía en el brazo
corto del cromosoma 21. Se refieren a él como Lelo Messi, tarado, monger, y
demás lindezas.
Foto tomada de www.lainformacion.com
Messi es bajito, regordete y feo de cojones. Hasta ahí todos
de acuerdo. Que no era el más listo de su clase tampoco creemos que lo dude nadie.
Que es la deshonra del pueblo argentino, porque nunca hubo un pibe más parco en
palabras e ideas, también es indiscutible. Además, sus amigos
Dolce&Gabbana tampoco ayudan. Cada vez que Messi acude a un acto público, lo
disfrazan de protagonista de “Dos tontos muy tontos”.
Pero de ahí a que sea monger hay mucha distancia. Y en el
caso de que lo fuera (que no lo es), eso no haría más que aumentar su leyenda.
En definitiva, hay mucho descerebrado que busca el mal por el mal, movido por
la envidia más insana que uno pueda imaginar. Los que vierten esos infundios
son los mismos que llaman Sergio Gramos
al defensa internacional del Real Madrid, en alusión a sus supuestas adicciones.
Y son también los que dedican a Cristiano Ronaldo el cariñoso apelativo de putero,
cuando pasa por ser un superprofesional.
Foto tomada de www.taringa.net
Lo que no admite discusión es que Messi no es el que era. Ha
perdido su punta de velocidad, no busca su regate en carrera marca de la casa,
no participa en el juego, y vaga por el campo cabizbajo como si aquello no
fuera con él.
Cuando un deportista de élite entra en esa espiral, la
afición siempre lo acusa de haberse entregado a la molicie, convirtiéndose en
un frecuentador de la noche y de sus placeres. Viendo a las novias de los
futbolistas de ahora, queda claro que los astros del balón no conocen a sus
compañeras en las Jornadas de la Juventud Misionera. Y eso que todas parecen
recatadas, es decir, tienen toda la pinta de haber sido catadas varias veces, y
de tener más horas de vuelo que un avión comercial de las líneas aéreas
albanesas. No parece el caso, dado que Leo ha sentado la cabeza, ha sido papá y
volverá a serlo próximamente.
Esta tarde se decide en el Camp Nou la Liga más reñida de
los últimos años. Al Atlético le vale el empate para ser campeón, pero el Barça
necesita la victoria, y esta pasa por Messi. ¿Qué Messi veremos? ¿El de
siempre, o el que lleva meses sesteando, reservándose para Brasil, el que debe
ser su Mundial?
Foto tomada de www.huffingtonpost.com
Hace dos mil años, Jesús Nazareno fue crucificado ante la
pasividad de un pueblo que poco antes lo aclamó rey al entrar en Jerusalén.
Todo parece indicar que el presidente Bartomeu, cual Poncio Pilatos, se lavará
las manos. Hará lo que le pida un rebaño de anencáfalos hábilmente pastoreados
en función de las circunstancias. Si el ungido da la Liga al Barça, se hará
efectiva su enésima revisión de contrato, y se quedará en Can Barça. Pero si
juega el avatar del rey de Reyes, y la Liga vuela del Camp Nou, con ella se irá
el gran Leonel. Pase lo que pase, Messi está triste: ¿Qué tendrá Messi? VanityFreakNews.
Nota del autor: Que esta tarde gane el
mejor, o el peor, siempre y cuando el vencedor sea el Glorioso Atlético de
Madrid. ¡Aúpa Atleti! y ¡Hala Madrid!
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