Una
de las características fundamentales de esta crisis, es que está obligando a
reinventarse a todo el mundo, y muy especialmente a nuestros pequeños y medianos empresarios. Esas nobles
gentes que arriesgan su dinero por generar riqueza, y hacer país, suelen ser personajes
desconocidos para el gran público. Por eso hoy nos acercamos a uno de ellos, y
le rendimos un sentido homenaje.
Nicanor Gasmos (Motilla del Palancar,
1960), es un emprendedor que lleva dedicándose al ocio nocturno desde la
adolescencia: “Nací en una familia disfuncional o monoparental, o como leches
las llamen ahora. Mi madre era puta y mi padre, alguno de los múltiples
camioneros alcohólicos que frecuentaba el club de carretera donde ella
trabajaba. Se puede decir que me salieron los dientes en este negocio. Empecé
desde abajo, cambiando las sábanas de las habitaciones, y atendiendo el
teléfono en recepción. Siendo todavía menor de edad, ascendí a aparcacoches. Con
diecinueve años ya era mamporrero, y ayudaba por la voluntad a los clientes más
inexpertos.
Siguiendo la progresión natural, abrí
mi primer local antes de cumplir los veinticinco, pero era muy joven y pagué la
inexperiencia. Cometí la torpeza de cobrar a los políticos el primer día que
visitaban el club y labré mi ruina. Cada dos por tres me hacían una inspección,
y a continuación venía la correspondiente sanción administrativa. Siempre
encontraban una excusa para buscarme las cosquillas. Cuando no era que la
salida de emergencia estaba clausurada, era que las botellas del bar se
rellenaban con garrafón, o que no había Wi-Fi en las habitaciones. Aquel garito
era una máquina de perder dinero, un agujero más negro que el de Mukale, mi
única prostituta subsahariana.
Mi madre me hizo ver que me había
estancado, y me mandó a estudiar una temporada al extranjero. Quería que
estuviera preparado para cuando en la Comunidad de Madrid construyeran
Eurovegas. Ampliaría horizontes, conocería otras culturas, y lo podría poner en
el curriculum, que siempre viste mucho. Ya se sabe que en España lo que más se
valora es que te hayas formado durante un tiempo en otro país, con
independencia de que el centro académico elegido, tenga el nivel de la
Universidad Politécnica de Benidorm. Además, cuando volviera, los políticos
actuales ya no estarían y podría empezar de cero, sin los errores de antaño.
Puterío, lo que viene siendo puterío lo
hay en todas partes, pero como bien decía mi madre, Estados Unidos sigue siendo
el país puntero en el sector. Me planté en Las Vegas, con los ojos bien
abiertos, excepto el de detrás, y la chequera repleta de dólares para invertir
en mi postgrado. No tenía ni papa de inglés, pero lo bueno de este negocio es
que el lenguaje es universal. No voy a decir que no aprendiera cosas, porque
faltaría a la verdad. Pero mire usted, viajando por ahí se te quitan muchos
complejos. Somos un gran país, y no tenemos nada que envidiar a nadie. Siempre
se dice que en España se jode mucho, pero se folla poco, y es un bulo
totalmente infundado.
Tomada de Facebook
Volví a nuestra patria, convencido de
mi éxito. Me instalé en mi pueblo, Motilla del Palancar. El círculo se cerraba.
Regresaba a mis orígenes: el frescor del río, el color de sus campos, la
amabilidad de sus gentes, y el inconfundible olor a boñiga vacuna que seguía
inundando las calles, como siempre había sido. Dispuesto a demostrar que el
tópico de que nadie es profeta en su tierra, es falso, compré la finca rústica
del difunto tío Tiburcio, situada a la salida del pueblo, y construí con mis
propias manos la primera sede de Burdel King. Aquel pequeño y modesto local
sería el embrión de una gran cadena especializada en el sexo basura. No me
equivoqué. Hoy tengo locales repartidos por las principales capitales del
mundo, igual que Zara, pero ahí acaban las semejanzas, porque en mi caso, el
negocio es el que es, y no tiene trampa ni cartón.
Motilla era un pueblo normal, con su
cura, su alcalde, y su boticario, También había tonto oficial, y por supuesto, puta.
El problema no era que la Benedicta se zumbara a toda la comarca, y que su
marido fuera conocido popularmente como Paco el perchero, debido a los cuernos
que gastaba. El asunto era que una sola hembra no daba abasto para tanto animal.
La mujer no tenía un domingo libre, ni una noche para estar con la familia. No
se podía ir de vacaciones porque no había dinero para ponerle una suplente. Y
ya nos habían adelantado que tampoco cubrirían su jubilación. ¡Maldita crisis!
Tomada de Facebook
Así empezó Burdel King, cubriendo una
necesidad social en un pueblo perdido de la mano de Dios. Importamos la cultura
del sexo basura y la adaptamos a la tradición hispánica. Para ser competitivos
hay que abaratar costes, así que no se cambiarían las sábanas a no ser que algún
Treponema pallidum mutante las colonizara, y le mordiera la minga a un cliente.
Las chicas se lavarían sólo la semana de antes de la Virgen de Agosto, y con
agua fría, que en verano hace mucha calor y así están más fresquitas. Las
toallas se las tenía que traer de casa el señor putero, y los profilácticos
eran de fabricación propia. Los tejía la tía Remigia con lana virgen de oveja,
para que se viera que todavía quedaba algo sin desflorar en el pueblo. No
protegían mucho de las venéreas, pero en invierno eran la mar de abrigaditos.
Yo no tengo nada en contra de las meretrices rusas ni de las
orientales, porque la verdad es que a guarrillas no les pone nadie el pie, pero
mi ídolo máximo es Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid. Como él, mi
primera medida fue echar a todas las extranjeras y españolizar la plantilla.
Todas las chicas serían nacionales, y a ser posible de nuestra tierra. El
pueblo que folla unido, permanece unido. Teníamos una cantera inagotable, y
había que darles la oportunidad de jugar en Primera División.
El servicio en sí, era lo esencial. Un buen caliqueño a la
antigua usanza, con los calzoncillos puestos, y el refajo a media asta. Eso no
tiene precio, y el cliente sabe reconocerlo. Mucha nueva cocina y mucha
reducción al Pedro Ximénez, pero donde esté un cañonazo de potaje casero que se
quite todo. Esa es la marca Burdel King, la que nos ha hecho mundialmente famosos
y a mí millonario.
Tomada de latostadora.com
Mantenemos la imagen corporativa. Todos los locales de
Burdel King están decorados de la misma manera, y tienen la misma distribución.
En el hilo musical suena siempre a todo trapo el “Sex machine” de James Brown.
Así se anima a que el personal conculque como mucho en dos minutos. Bajo el
lema “El rey eres tú”, ofrecemos una amplia gama de servicios sexuales, a
precios competitivos. Pueden consumirse por separado, o agrupados en paquetes:
Griego King, para los más guarretes; Francés King, para los cosmopolitas;
Cubana King, el preferido por los aventureros; 69 King, para los que estudiaron
ciencias puras; y nuestro básico, el Misionero King que sigue siendo el más
demandado, sobre todo en la España profunda. Con el menú infantil regalamos un
“juguete” del merchandising de la
última película porno estrenada en los cines. Este mes, por ejemplo, el filme
que promocionamos es “Follar en tiempos revueltos”. Y por un euro con cincuenta
de suplemento, una muñeca hinchable mecánica le puede practicar al cliente más
hambrón, una churrupadilla cochinera.
Exportamos la cultura española: Hemos
generalizado el sexo rápido como forma de mantener relaciones íntimas. Eso sí,
los gourmets no tienen cabida en
nuestra filosofía empresarial. Aquí se viene a joder y rapidito. Para besuqueos
y cucamonas ya está la competencia. Que se abstengan los pijos, porque nuestra
población diana es el homo zafiens
hispalensis.
“Burdel King sabe tus gustos”, y si no que se lo digan al
señor alcalde, que lleva dos horas encerrado en la suite presidencial con la
Jessica y la Karla. Voy a subir a ver qué pasa. El hombre está mayor. Un día le
va a dar un viagrazo y se le va a parar la patata haciendo el acto en el
servicio, digo … en acto de servicio. ¿En qué estaría yo pensando?”. VanityFreakNews.
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