sábado, 30 de noviembre de 2013

Nace Burdel King, la primera cadena de sexo basura.


         Una de las características fundamentales de esta crisis, es que está obligando a reinventarse a todo el mundo, y muy especialmente a nuestros  pequeños y medianos empresarios. Esas nobles gentes que arriesgan su dinero por generar riqueza, y hacer país, suelen ser personajes desconocidos para el gran público. Por eso hoy nos acercamos a uno de ellos, y le rendimos un sentido homenaje.

         Nicanor Gasmos (Motilla del Palancar, 1960), es un emprendedor que lleva dedicándose al ocio nocturno desde la adolescencia: “Nací en una familia disfuncional o monoparental, o como leches las llamen ahora. Mi madre era puta y mi padre, alguno de los múltiples camioneros alcohólicos que frecuentaba el club de carretera donde ella trabajaba. Se puede decir que me salieron los dientes en este negocio. Empecé desde abajo, cambiando las sábanas de las habitaciones, y atendiendo el teléfono en recepción. Siendo todavía menor de edad, ascendí a aparcacoches. Con diecinueve años ya era mamporrero, y ayudaba por la voluntad a los clientes más inexpertos.

         Siguiendo la progresión natural, abrí mi primer local antes de cumplir los veinticinco, pero era muy joven y pagué la inexperiencia. Cometí la torpeza de cobrar a los políticos el primer día que visitaban el club y labré mi ruina. Cada dos por tres me hacían una inspección, y a continuación venía la correspondiente sanción administrativa. Siempre encontraban una excusa para buscarme las cosquillas. Cuando no era que la salida de emergencia estaba clausurada, era que las botellas del bar se rellenaban con garrafón, o que no había Wi-Fi en las habitaciones. Aquel garito era una máquina de perder dinero, un agujero más negro que el de Mukale, mi única prostituta subsahariana.

Tomada de wikipedia.com

         Mi madre me hizo ver que me había estancado, y me mandó a estudiar una temporada al extranjero. Quería que estuviera preparado para cuando en la Comunidad de Madrid construyeran Eurovegas. Ampliaría horizontes, conocería otras culturas, y lo podría poner en el curriculum, que siempre viste mucho. Ya se sabe que en España lo que más se valora es que te hayas formado durante un tiempo en otro país, con independencia de que el centro académico elegido, tenga el nivel de la Universidad Politécnica de Benidorm. Además, cuando volviera, los políticos actuales ya no estarían y podría empezar de cero, sin los errores de antaño.

         Puterío, lo que viene siendo puterío lo hay en todas partes, pero como bien decía mi madre, Estados Unidos sigue siendo el país puntero en el sector. Me planté en Las Vegas, con los ojos bien abiertos, excepto el de detrás, y la chequera repleta de dólares para invertir en mi postgrado. No tenía ni papa de inglés, pero lo bueno de este negocio es que el lenguaje es universal. No voy a decir que no aprendiera cosas, porque faltaría a la verdad. Pero mire usted, viajando por ahí se te quitan muchos complejos. Somos un gran país, y no tenemos nada que envidiar a nadie. Siempre se dice que en España se jode mucho, pero se folla poco, y es un bulo totalmente infundado.


Tomada de Facebook


         Volví a nuestra patria, convencido de mi éxito. Me instalé en mi pueblo, Motilla del Palancar. El círculo se cerraba. Regresaba a mis orígenes: el frescor del río, el color de sus campos, la amabilidad de sus gentes, y el inconfundible olor a boñiga vacuna que seguía inundando las calles, como siempre había sido. Dispuesto a demostrar que el tópico de que nadie es profeta en su tierra, es falso, compré la finca rústica del difunto tío Tiburcio, situada a la salida del pueblo, y construí con mis propias manos la primera sede de Burdel King. Aquel pequeño y modesto local sería el embrión de una gran cadena especializada en el sexo basura. No me equivoqué. Hoy tengo locales repartidos por las principales capitales del mundo, igual que Zara, pero ahí acaban las semejanzas, porque en mi caso, el negocio es el que es, y no tiene trampa ni cartón.

         Motilla era un pueblo normal, con su cura, su alcalde, y su boticario, También había tonto oficial, y por supuesto, puta. El problema no era que la Benedicta se zumbara a toda la comarca, y que su marido fuera conocido popularmente como Paco el perchero, debido a los cuernos que gastaba. El asunto era que una sola hembra no daba abasto para tanto animal. La mujer no tenía un domingo libre, ni una noche para estar con la familia. No se podía ir de vacaciones porque no había dinero para ponerle una suplente. Y ya nos habían adelantado que tampoco cubrirían su jubilación. ¡Maldita crisis!


 
Tomada de Facebook


         Así empezó Burdel King, cubriendo una necesidad social en un pueblo perdido de la mano de Dios. Importamos la cultura del sexo basura y la adaptamos a la tradición hispánica. Para ser competitivos hay que abaratar costes, así que no se cambiarían las sábanas a no ser que algún Treponema pallidum mutante las colonizara, y le mordiera la minga a un cliente. Las chicas se lavarían sólo la semana de antes de la Virgen de Agosto, y con agua fría, que en verano hace mucha calor y así están más fresquitas. Las toallas se las tenía que traer de casa el señor putero, y los profilácticos eran de fabricación propia. Los tejía la tía Remigia con lana virgen de oveja, para que se viera que todavía quedaba algo sin desflorar en el pueblo. No protegían mucho de las venéreas, pero en invierno eran la mar de abrigaditos.

Yo no tengo nada en contra de las meretrices rusas ni de las orientales, porque la verdad es que a guarrillas no les pone nadie el pie, pero mi ídolo máximo es Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid. Como él, mi primera medida fue echar a todas las extranjeras y españolizar la plantilla. Todas las chicas serían nacionales, y a ser posible de nuestra tierra. El pueblo que folla unido, permanece unido. Teníamos una cantera inagotable, y había que darles la oportunidad de jugar en Primera División.

El servicio en sí, era lo esencial. Un buen caliqueño a la antigua usanza, con los calzoncillos puestos, y el refajo a media asta. Eso no tiene precio, y el cliente sabe reconocerlo. Mucha nueva cocina y mucha reducción al Pedro Ximénez, pero donde esté un cañonazo de potaje casero que se quite todo. Esa es la marca Burdel King, la que nos ha hecho mundialmente famosos y a mí millonario.


 
Tomada de latostadora.com


Mantenemos la imagen corporativa. Todos los locales de Burdel King están decorados de la misma manera, y tienen la misma distribución. En el hilo musical suena siempre a todo trapo el “Sex machine” de James Brown. Así se anima a que el personal conculque como mucho en dos minutos. Bajo el lema “El rey eres tú”, ofrecemos una amplia gama de servicios sexuales, a precios competitivos. Pueden consumirse por separado, o agrupados en paquetes: Griego King, para los más guarretes; Francés King, para los cosmopolitas; Cubana King, el preferido por los aventureros; 69 King, para los que estudiaron ciencias puras; y nuestro básico, el Misionero King que sigue siendo el más demandado, sobre todo en la España profunda. Con el menú infantil regalamos un “juguete” del merchandising de la última película porno estrenada en los cines. Este mes, por ejemplo, el filme que promocionamos es “Follar en tiempos revueltos”. Y por un euro con cincuenta de suplemento, una muñeca hinchable mecánica le puede practicar al cliente más hambrón, una churrupadilla cochinera.

         Exportamos la cultura española: Hemos generalizado el sexo rápido como forma de mantener relaciones íntimas. Eso sí, los gourmets no tienen cabida en nuestra filosofía empresarial. Aquí se viene a joder y rapidito. Para besuqueos y cucamonas ya está la competencia. Que se abstengan los pijos, porque nuestra población diana es el homo zafiens hispalensis.

“Burdel King sabe tus gustos”, y si no que se lo digan al señor alcalde, que lleva dos horas encerrado en la suite presidencial con la Jessica y la Karla. Voy a subir a ver qué pasa. El hombre está mayor. Un día le va a dar un viagrazo y se le va a parar la patata haciendo el acto en el servicio, digo … en acto de servicio. ¿En qué estaría yo pensando?”. VanityFreakNews.

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