sábado, 12 de octubre de 2013

Nace la primera ONG sinónimo de lucro.

            Era cuestión de tiempo que las principales agrupaciones políticas españolas crearan sus correspondientes fundaciones. El objetivo teórico de estas instituciones es la formación de militantes, el adoctrinamiento en el culto al líder, e incubar ideas con las que actualizar el discurso político. El objetivo real es mucho más prosaico: Recaudar fondos para el partido, y ya de paso, para los partidarios, y para los partidarios de los partidarios.
 
 
 
 
Así las cosas, hoy ha comenzado su singladura la primera ONG sinónimo de lucro. Nadie quería perderse el nacimiento de la criatura. El salón Ambassador del parisino Hotel Crillon estaba abarrotado. No cabía una persona más, ni haciendo el sesenta y nueve con el de al lado. Fuera, en la Plaza de la Concordia, las primeras hojas del otoño comenzaban a caer. Dentro, los invitados sobrenadaban entre delicatessen de Maxim’s y Fauchon. El Moët Chandon corría como el agua del Sena, servido por camareros que parecían sacados de la Semana de la Moda de París. Los organizadores no escatimaron en gastos, sabedores de que invitaban ellos pero pagaban otros.

Mientras estos representantes de la oligarquía económica y social disfrutaban de los placeres mundanos con la naturalidad del que lo ha hecho siempre, los paganos de la fiesta estaban a muchos kilómetros, concretamente de los Pirineos hacia abajo.
 
 

En ese viejo país llamado España, las hormigas obreras trabajaban durante todo el año en beneficio de las hormigas reinas o fértiles. Éstas, no habían hecho ningún mérito para ostentar su privilegiada condición, salvo haber nacido en una cuna distinta que las demás. Sus súbditos eran conscientes del papel que desempeñaban, y lejos de estar frustrados, lo asumían con conformidad. Ninguna cuestionaba su autoridad e incluso estaban orgullosos de poder trabajar para las hormigas reinas de su hormiguero, que eran consideradas un modelo ético y un referente moral para toda la colonia.

Lola Drona, poco o nada sabía del reino animal, y menos aún de las hormigas. Abandonó Derecho a falta de dos asignaturas (No sé por qué todo aquel que deja colgada una carrera, lo hace con ese número de asignaturas pendientes). La vocación política llamó a su puerta con tanta insistencia, que parecía un teleoperador de Jazztel a la hora de la siesta. Se afilió a las Nuevas Generaciones del partido donde había más posibilidades de prosperar, que no era precisamente el más afín a sus acomodaticias convicciones políticas.

Allí coincidió con otros “jóvenes” treintañeros que también habían visto en la política un medio de vida en vez de un fin, una profesión remunerada antes que una actividad altruista en beneficio de la comunidad. Como ellos, Lola no había trabajado nunca fuera del partido, y tampoco tenía intención de hacerlo: “Mi lugar está aquí, defendiendo los intereses de la sociedad”.

Lola se acercó al estrado y tomó la palabra. Transcribimos literalmente sus palabras, que aún hoy nos dejan estupefactos, por su descaro y sinceridad descarnada: “Buenas noches, señoras y señores. Agradecemos de antemano su presencia y el esfuerzo que han hecho para asistir, pero la ocasión merece la pena. Hoy tenemos el placer de dar la bienvenida a la ONG “Carteros sin fronteras”, una organización sinónimo de lucro que lo único que pretende es forrarse, llevando allá donde más se necesite una comisión, una mordida, un dinero negro o un fondo reservado. Como nuestro nombre indica, trabajaremos sin fronteras, y nuestros carteros, hombres y mujeres respetados y respetables, llevarán los sobres a cualquier paraíso fiscal del mundo.
 
 

Como el dinero público no es de nadie, y aunque seamos una organización no gubernamental, tanto el Gobierno actual, como el de signo político contrario, que presuntamente se formará a partir de las elecciones próximas, se ha comprometido a concedernos una aportación económica anual, que oficialmente emplearemos para realizar “Cursos de formación”, y extraoficialmente repartiremos entre nosotros.

Y ahora, mientras disfrutan de la fiesta a la salud de todos los españoles, veremos un video donde nuestro querido Luis Bardesayunas, presidente de honor de la ONG, les da la bienvenida. Como saben, tras el cuarto de hora que pasó injustamente en prisión, y tras ser sobreseído su caso, ahora vive en las Islas Caimán. Allí continúa trabajando en la que ha sido su profesión durante tantos años, y en la que es un referente a nivel mundial. Buenas noches. Dentro video”.
 
 

Mientras los invitados veían el video en París, en uno de los hormigueros de un ecosistema español, un escarabajo denunció que había visto a una de las hormigas reinas cometiendo un acto reprobable. Las hormigas obreras habían trabajado todo el verano recolectando alimento, que acumulaban laboriosamente en la galería principal, bajo la atenta mirada de las reinas. Pues bien, una de las reinas dedicaba las noches a llevarse la comida de la comunidad a otros hormigueros, donde la escondía. Al principio la cantidad desviada era pequeña, pero la avaricia hizo que el tránsito de alimentos fuera creciente, y en una de esas operaciones furtivas, un escarabajo insomne descubrió a la hormiga reina.

Las obreras no creyeron al escarabajo, que fue tildado de mentiroso. ¿Qué necesidad de robar tenía esa reina, si su posición era de privilegio, y el resto trabajaba para ella? ¿Para qué se iba llevar comida a otro hormiguero si en el suyo tenía más de lo que ella podía consumir? El resto de reinas hizo frente común con la presunta culpable, defendiendo su inocencia y negando las cada vez más numerosas evidencias. En todo caso, aceptaron que su compañera, como hembra fértil que era dada su condición de reina, sí había visitado otros hormigueros con nocturnidad. Pero su objetivo no era robar comida, sino echar una canita al aire con los machos de otras colonias. Aquello no estaba bien, pero no podía perder su posición real por un pecadillo que a fin de cuentas, cometía casi todo el mundo.
 
 

El escarabajo aportó pruebas contundentes y veraces. A las denuncias se unieron el topo, gran señor del subsuelo y experto en macrogalerías, y las luciérnagas, que desde su posición aérea iluminaban la noche y lo veían todo como si fueran helicópteros de policía.

Se celebró un juicio público, y la hormiga fértil fue encontrada culpable de los cargos que se le imputaban, y condenada a ser expulsada de la colonia. El resto de hormigas reinas, fueron también juzgadas y condenadas por encubrimiento de delito, falsedad documental y malversación de alimentos públicos. La pena fue la misma que para su compañera. Indignadas, abandonaron el maizal proclamando su inocencia: “Ya encontraremos un hormiguero mejor. Vosotras, pobres hormigas obreras, desapareceréis en breve, porque no sois fértiles y lo único que sabéis hacer es trabajar por cuenta ajena”.

Cuán equivocadas estaban las hormigas reinas. Desconocían el funcionamiento interno del reino animal, donde el mecanismo de autorregulación es una ley absoluta. En el hormiguero, las obreras volvieron a trabajar colectivamente en apoyo de la colonia, y algunas de ellas, que pasaban por ser las más honestas, desarrollaron la capacidad de reproducirse.
 
 

Sin embargo, las reinas se iban encontrando en su camino con otras reinas que habían corrido la misma suerte que ellas. Ninguna sabía emplear sus patas para trabajar, y sus alas no les servían de nada fuera del hormiguero. Además no sabían defenderse porque tampoco lo habían hecho nunca. De acuerdo con la ley natural, sirvieron de suculento alimento a un grupo de perdices, depredadores habituales de insectos, pero poco acostumbrados a hormigas de tan buen aspecto y colosal tamaño.

Así acabó la historia en el hormiguero del maizal, y en los hormigueros vecinos. Las reinas se extinguieron, unas por culpables directas y otras por cómplices necesarias. Mientras tanto, las hormigas obreras fueron felices, y no fueron comidas por las perdices. VanityFreakNews.

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