Era cuestión de tiempo que las principales agrupaciones
políticas españolas crearan sus correspondientes fundaciones. El objetivo
teórico de estas instituciones es la formación de militantes, el
adoctrinamiento en el culto al líder, e incubar ideas con las que actualizar el
discurso político. El objetivo real es mucho más prosaico: Recaudar fondos para
el partido, y ya de paso, para los partidarios, y para los partidarios de los
partidarios.
Así las cosas, hoy ha comenzado su singladura la primera ONG
sinónimo de lucro. Nadie quería perderse el nacimiento de la criatura. El salón
Ambassador del parisino Hotel Crillon estaba abarrotado. No cabía una persona más,
ni haciendo el sesenta y nueve con el de al lado. Fuera, en la Plaza de la
Concordia, las primeras hojas del otoño comenzaban a caer. Dentro, los invitados
sobrenadaban entre delicatessen de Maxim’s y Fauchon. El Moët Chandon corría
como el agua del Sena, servido por camareros que parecían sacados de la Semana
de la Moda de París. Los organizadores no escatimaron en gastos, sabedores de
que invitaban ellos pero pagaban otros.
Mientras estos representantes de la oligarquía económica y
social disfrutaban de los placeres mundanos con la naturalidad del que lo ha
hecho siempre, los paganos de la fiesta estaban a muchos kilómetros,
concretamente de los Pirineos hacia abajo.
En ese viejo país llamado España, las hormigas obreras trabajaban
durante todo el año en beneficio de las hormigas reinas o fértiles. Éstas, no
habían hecho ningún mérito para ostentar su privilegiada condición, salvo haber
nacido en una cuna distinta que las demás. Sus súbditos eran conscientes del papel
que desempeñaban, y lejos de estar frustrados, lo asumían con conformidad.
Ninguna cuestionaba su autoridad e incluso estaban orgullosos de poder trabajar
para las hormigas reinas de su hormiguero, que eran consideradas un modelo
ético y un referente moral para toda la colonia.
Lola Drona, poco o nada sabía del reino animal, y menos aún
de las hormigas. Abandonó Derecho a falta de dos asignaturas (No sé por qué todo
aquel que deja colgada una carrera, lo hace con ese número de asignaturas
pendientes). La vocación política llamó a su puerta con tanta insistencia, que
parecía un teleoperador de Jazztel a la hora de la siesta. Se afilió a las
Nuevas Generaciones del partido donde había más posibilidades de prosperar, que
no era precisamente el más afín a sus acomodaticias convicciones políticas.
Allí coincidió con otros “jóvenes” treintañeros que también
habían visto en la política un medio de vida en vez de un fin, una profesión
remunerada antes que una actividad altruista en beneficio de la comunidad. Como
ellos, Lola no había trabajado nunca fuera del partido, y tampoco tenía
intención de hacerlo: “Mi lugar está aquí, defendiendo los intereses de la
sociedad”.
Lola se acercó al estrado y tomó la palabra. Transcribimos
literalmente sus palabras, que aún hoy nos dejan estupefactos, por su descaro y
sinceridad descarnada: “Buenas noches, señoras y señores. Agradecemos de
antemano su presencia y el esfuerzo que han hecho para asistir, pero la ocasión
merece la pena. Hoy tenemos el placer de dar la bienvenida a la ONG “Carteros
sin fronteras”, una organización sinónimo de lucro que lo único que pretende es
forrarse, llevando allá donde más se necesite una comisión, una mordida, un
dinero negro o un fondo reservado. Como nuestro nombre indica, trabajaremos sin
fronteras, y nuestros carteros, hombres y mujeres respetados y respetables,
llevarán los sobres a cualquier paraíso fiscal del mundo.
Como el dinero público no es de nadie, y aunque seamos una
organización no gubernamental, tanto el Gobierno actual, como el de signo
político contrario, que presuntamente se formará a partir de las elecciones
próximas, se ha comprometido a concedernos una aportación económica anual, que
oficialmente emplearemos para realizar “Cursos de formación”, y
extraoficialmente repartiremos entre nosotros.
Y ahora, mientras disfrutan de la fiesta a la salud de todos
los españoles, veremos un video donde nuestro querido Luis Bardesayunas,
presidente de honor de la ONG, les da la bienvenida. Como saben, tras el cuarto
de hora que pasó injustamente en prisión, y tras ser sobreseído su caso, ahora vive en las Islas Caimán. Allí continúa
trabajando en la que ha sido su profesión durante tantos años, y en la que es
un referente a nivel mundial. Buenas noches. Dentro video”.
Mientras los invitados veían el video en París, en uno de los
hormigueros de un ecosistema español, un escarabajo denunció que había visto a
una de las hormigas reinas cometiendo un acto reprobable. Las hormigas obreras
habían trabajado todo el verano recolectando alimento, que acumulaban
laboriosamente en la galería principal, bajo la atenta mirada de las reinas.
Pues bien, una de las reinas dedicaba las noches a llevarse la comida de la
comunidad a otros hormigueros, donde la escondía. Al principio la cantidad
desviada era pequeña, pero la avaricia hizo que el tránsito de alimentos fuera
creciente, y en una de esas operaciones furtivas, un escarabajo insomne descubrió
a la hormiga reina.
Las obreras no creyeron al escarabajo, que fue tildado de
mentiroso. ¿Qué necesidad de robar tenía esa reina, si su posición era de
privilegio, y el resto trabajaba para ella? ¿Para qué se iba llevar comida a
otro hormiguero si en el suyo tenía más de lo que ella podía consumir? El resto
de reinas hizo frente común con la presunta culpable, defendiendo su inocencia
y negando las cada vez más numerosas evidencias. En todo caso, aceptaron que su
compañera, como hembra fértil que era dada su condición de reina, sí había visitado
otros hormigueros con nocturnidad. Pero su objetivo no era robar comida, sino
echar una canita al aire con los machos de otras colonias. Aquello no estaba
bien, pero no podía perder su posición real por un pecadillo que a fin de
cuentas, cometía casi todo el mundo.
El escarabajo aportó pruebas contundentes y veraces. A las
denuncias se unieron el topo, gran señor del subsuelo y experto en
macrogalerías, y las luciérnagas, que desde su posición aérea iluminaban la
noche y lo veían todo como si fueran helicópteros de policía.
Se celebró un juicio público, y la hormiga fértil fue
encontrada culpable de los cargos que se le imputaban, y condenada a ser
expulsada de la colonia. El resto de hormigas reinas, fueron también juzgadas y
condenadas por encubrimiento de delito, falsedad documental y malversación de
alimentos públicos. La pena fue la misma que para su compañera. Indignadas,
abandonaron el maizal proclamando su inocencia: “Ya encontraremos un hormiguero
mejor. Vosotras, pobres hormigas obreras, desapareceréis en breve, porque no
sois fértiles y lo único que sabéis hacer es trabajar por cuenta ajena”.
Cuán equivocadas estaban las hormigas reinas. Desconocían el
funcionamiento interno del reino animal, donde el mecanismo de autorregulación
es una ley absoluta. En el hormiguero, las obreras volvieron a trabajar
colectivamente en apoyo de la colonia, y algunas de ellas, que pasaban por ser
las más honestas, desarrollaron la capacidad de reproducirse.
Sin embargo, las reinas se iban encontrando en su camino con
otras reinas que habían corrido la misma suerte que ellas. Ninguna sabía
emplear sus patas para trabajar, y sus alas no les servían de nada fuera del
hormiguero. Además no sabían defenderse porque tampoco lo habían hecho nunca. De
acuerdo con la ley natural, sirvieron de suculento alimento a un grupo de perdices,
depredadores habituales de insectos, pero poco acostumbrados a hormigas de tan
buen aspecto y colosal tamaño.
Así acabó la historia en el hormiguero del maizal, y en los
hormigueros vecinos. Las reinas se extinguieron, unas por culpables directas y
otras por cómplices necesarias. Mientras tanto, las hormigas obreras fueron
felices, y no fueron comidas por las perdices. VanityFreakNews.
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