Reme Duele y Eloy Tampoco son una
pareja normal. Clase media, media. Como
todos los españolitos, están hasta las mismísimas pelotas de su familia
política. Al suegro lo toleran, porque: “Bastante tiene el pobre con aguantar a
su mujer”, y porque los hombres, en general, se van amansando con la edad. El
suegro es discreto, calla en presencia de su señora, o como mucho asiente
cuando ésta habla.
La suegra es otra cosa. Siempre tiene
la palabra inadecuada en el momento más inoportuno. Reme y Eloy intentan
convencer todos los días a su correspondiente madre política, para que se haga
cooperante en Marte, a ver si con un poco de suerte, la rapta un comando de
aborígenes. Se librarían de ella al menos dos legislaturas completas, teniendo
en cuenta la eficacia habitual de los gobiernos españoles para liberar a los
compatriotas secuestrados.
Asumen estar puteados por sus
respectivos jefes, y tenérsela que envainar varias veces al minuto, pero están
hartos de que en casa pase lo mismo. Es el precio que tienen que pagar, por la
ayuda mensual que reciben por parte de ambos abuelos. Los sueldos han bajado
tanto, que Reme y Eloy no llegan a fin de mes. Y eso a pesar de que el Gobierno
Rajoy, siempre atento y sensible a las necesidades de la gente, legisló por
Real Decreto que los meses tuvieran sólo quince días.
Asfixiados por la hipoteca, han tenido
que recurrir a métodos insospechados para mejorar sus ingresos económicos. Reme
consiguió una incapacidad del 66% por fibromialgia y síndrome de fatiga
crónica, lo que no le impide acudir diariamente al gimnasio para hacer
mantenimiento. De hecho, se está manteniendo estupendamente, ya que la grasa
sobrenandante está exactamente igual y en el mismo sitio que cuando empezó a ir
al gym. Eloy la acompaña
religiosamente, pero no ha corrido la misma suerte. Su forma física ha
empeorado: “Si es que a mí el bikram yoga no me va. Me estoy quedando chupado.
Nos meten a 50 grados y salimos como las gambas en los cocederos: Sonrosadas,
pero con menos vida que un recital de fados portugueses.”
Y fue precisamente en el gimnasio
cuando les surgió una oportunidad que no pudieron rechazar. Es conocido que este
universo de mancuernas, músculos sudorosos, y culitos prietos, supone una
cantera inagotable para las futuras estrellas del porno patrio. Fue así como
Reme y Eloy pasaron a ser Maite Tillas y Moisex, la pareja de moda del pornofreak, subgénero de cine para
adultos, comercializado a través de internet. En pocos meses amortizaron la
hipoteca, cambiaron de coche, y ambas suegras se pusieron los dientes.
Lo peor del éxito es que es una droga
muy adictiva. Cuando lo pruebas no puedes vivir sin él. Gracias a sus películas
de porno casero, ganaron la Almeja de Oro en dos ocasiones, y la Salchicha de
Plata tres años consecutivos. Les paraban en el supermercado, y las cajeras les
pedían autógrafos. Los parroquianos de los bares del barrio, les invitaban al imprescindible
pincho de tortilla y caña. Anunciaban preservativos en las televisiones
locales. Reme fue portada de Interviú enseñándolo todo, y meses más tarde el
que salió fue Eloy, haciendo que mostraba algo, sin que se viera nada, como sus
predecesores Jesús Vázquez, Rafael Amargo y Álvaro Muñoz Escassi. Hasta en esto
se nota que España sigue siendo carpetovetónica, ultramontana y machista. El
precio del metro de teta está por los suelos, pero un centímetro de trabuco
visto de soslayo, tiene un valor de mercado incalculable.
Entraron en una espiral de sexo, drogas y flamenco. Parecían
de nuevo adolescentes. Todo el día dale que te pego, en el ascensor, en el
maletero del coche, en los baños de los restaurantes, en el salón social de la
urbanización, en el trastero. Siempre cámara en mano, filmaban todos y cada uno
de sus encuentros sexuales, y los subían inmediatamente a Sexcasero.com, la web
de referencia donde cualquier pareja anónima podía colgar sus vídeos. Reme y
Eloy (o mejor dicho, Maite Tillas y Moisex) encabezaban semana a semana el
topdescargas.
Por el módico precio de un euro por video, cualquier
internauta podía acceder a las aventuras en 3D de Julia y Francisca, las
mecánicas de Móstoles, protagonistas de
la exitosa saga “ITV en el acto”. Otra pareja de éxito era la formada por Aureliano
y Encarnación, los octogenarios viagreros, creadores de “Los viejos también
gimen”. La sensación de la temporada era Macario&Cía, estrella absoluta de
“Los trucos del Magorrino”, donde un albañil en paro se hacía pasar por mago en
busca de ayudante femenina para su espectáculo, y se iba tirando una a una a
todas las incautas que accedían a pasar el casting.
Eloy se mofaba de sus amigos cuando le confesaban que su
vida de pareja no funcionaba. Al parecer, ellas alegaban dolor de cabeza un día
sí y otro también, cada vez que no querían cumplir con el sacrosanto deber del
matrimonio. Gregorio, el más obtuso y machista de la pandilla siempre defendía
el mismo argumento: “¿Y qué más dará que le duela? Como si una mujer follara
con la cabeza”. Cuando se hablaba de este tema (todos los días a todas horas),
Eloy sonreía con displicencia. Se sabía macho dominante, y era una autoridad en
la materia. A él nunca le pasaría algo parecido. La Reme era una máquina, y ya
se encargaba él de mantenerla perfectamente engrasada.
Pero a todo cerdo le llega su San Martín, o en su defecto,
la suegra se traslada a vivir a su casa, que viene a ser lo mismo. En el caso
de Reme y Eloy, la desgracia vino por partida doble. Los respectivos maridos de
ambas suegras, hastiados de la vida, decidieron inmolarse juntos. Una noche, al
volver a casa después de pasar el día en la parroquia, se los encontró la madre
de Reme en la salita de estar. La expresión facial de los abuelos denotaba paz,
y en el suelo había una nota manuscrita
firmada por los dos, que rezaba: “Estamos bien, no tengáis prisa por reuniros
con nosotros”. La autopsia reveló que la causa del fatal desenlace había sido
una mezcla de vinorro de gran pureza, y una argamasa de chistorra cortada con
panceta, y queso en aceite. Una combinación explosiva capaz de acabar con un
caballo, que los ancianos, de puro gusto, no pudieron soportar.
Así, sin comerlo ni beberlo, Reme y Eloy se encontraron en
casa con un pack de suegras. Dos por
el precio de una. Los días de vino y rosas iban a terminar de forma abrupta, y
en poco tiempo empezarían a sufrir las consecuencias. La intimidad desapareció
de sus vidas. Las ancianas eran como cuando en Matrix replican al señor Smith.
En vez de dos, parecían dos millones.
Más pronto que tarde, la vida sexual de la pareja se
resintió. La libido descendió a niveles históricos. Cuando Reme se ponía
tontorrona, Eloy tenía unos gatillazos monumentales, y cuando Eloy estaba
golosón, Reme contestaba con desgana: “Me duele la cabeza”. Él, cabizbajo y
pollienhiesto, se daba una ducha fría y musitaba: “Hoy tampoco”.
Pero ellos sabían la verdad. No era cierto eso que decía el
telediario de que unos científicos extranjeros afirmaban que la cefalea
precoital era la primera causa de absentismo sexual. Al menos en su caso, el
primer motivo de quedarse a pan y mierda se llamaba Conchita, y el segundo,
Juana, madres de Reme y Eloy respectivamente. Hasta que estas dos arpías
entraron en sus vidas, en esa casa nunca había habido un dolor de cabeza, ni
antes ni después del acto. VanityFreakNews.
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