sábado, 15 de junio de 2013

Rotundo éxito de la campaña de Scottex: “Papeles para todos”.

 
En contra de lo que pensamos erróneamente cuarenta y siete millones de españoles, las grandes multinacionales no son entes demoníacos. No se trata de organizaciones esclavistas que explotan seres humanos en el Tercer Mundo. Es mentira que les paguen salarios miserables por productos que luego venden como artículos de lujo en los países ricos. No es verdad que desconozcan conceptos como seguridad laboral, organización sindical, o protección social. Y es rotundamente falso que tengan en sus plantillas a tiernos infantes, que en muchos casos no sobrepasan los diez años de edad.
Al contrario. Estas empresas luchan contra la precariedad laboral, y fomentan la conciliación familiar, amén de participar en proyectos de cooperación con países subdesarrollados, y organizar infinidad de actos benéficos. Siguiendo esta línea de actuación, Scottex, líder mundial en el sector de la higiene íntima, ha firmado un convenio con el Ministerio del Interior, y ha puesto en marcha la campaña: “Papeles para todos”, cuya población diana es la masa de inmigrantes ilegales que pululan por los pueblos y ciudades de España, con el único afán de ganarse la vida.
 
 
El líder de esta iniciativa humanitaria es Pocholo Lagunero, portavoz adjunto del subsecretario primero de Relaciones Institucionales con las minorías étnicas, de la Comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. El señor Lagunero atendió amablemente a Vanity Freak News, y después de una entrevista convencional, nos confesó off the record lo que verdaderamente pensaba.
Como no podía ser de otra manera, y siguiendo fielmente una tradición ancestral, en Vanity Freak News nos pasamos el secreto profesional por el forro de nuestros caprichos. A continuación, ofrecemos a nuestra legión de lectores esta primicia informativa, que revela como es un político (es indiferente el partido al que pertenezca) cuando habla a calzón quitao:
 
 
“Que nadie ponga en duda el afán de los responsables políticos por integrar a los extranjeros que vienen a vivir a España. No podemos regularizar la situación de todos, pero en algunos casos de emergencia social, les hemos concedido hasta la nacionalidad española. Ahí está Mario Vargas Llosa, ese humilde chico peruano que escribe libros de vez en cuando, no sin cierto éxito. O más recientemente, Serge Ibaka, ese mocetón congoleño que juega en la NBA, y que tras jurar la Constitución, defiende los colores de la selección nacional, rezumando tanta españolidad como un Döner Kebab.
 
 
Recientemente le hemos hecho una oferta a Bono. No me refiero al político manchego, sino al líder de los U2. Queremos que se haga español, y mandarlo a Eurovisión todos los años, a ver si así dejamos de hacer el ridículo, de una puta vez. Se le han ofrecido diez millones de euros netos, depositados en un paraíso fiscal, una finca en Marbella, otra en Ibiza, una camiseta del Real Madrid, firmada por los dos o tres jugadores que saben escribir, y un CD de coplas cantadas en español. Estoy convencido de que este último punto va a ser determinante para que de su brazo a torcer”.
 
 
Pocholo Lagunero se muestra lenguaraz, y continúa desgranando su ideario político: “Hace unas semanas me impresionó la noticia de que Venezuela iba a importar cincuenta millones de rollos de papel higiénico para abastecer las posaderas de la población. Me vino a la mente la oronda figura de su presidente Nicolás Maduro, y pensé que al menos un millón de rollos se los llevarían en exclusiva, las mastodónticas nalgas presidenciales.
Inmediatamente, en una muestra inequívoca de mi habitual rapidez mental, extrapolé la situación de los agujeros negros venezolanos con el de los ojetes pertenecientes a los extranjeros residentes en España. Mire usted, yo no soy xenófobo, ni tan siquiera racista, pero uno de los problemas de los inmigrantes, sobre todo cuando son ilegales, es la falta de rigor en el aseo personal. Vienen de países desfavorecidos, muchos han crecido en un medio rural, y no están familiarizados con los usos cotidianos de la civilización europea. El consumo de papel higiénico es todavía marginal, y la inmensa mayoría se limpia digitalmente. Que nadie se llame a engaño. No es que hagan uso de la Informática cuando van al cuarto de baño, sino que utilizan lo que viene siendo la mano.
 
 
Este era un tema capital. Nos pusimos manos a la obra, nunca mejor dicho. Hablamos con la gente de Scottex, y enseguida llegamos a un acuerdo. Tenían una partida tarada de dos millones de rollos, que iba a ser incinerada. No había podido pasar los controles sanitarios, debido a que por un defecto de fabricación, el papel tenía la misma textura que la lija de doble cero. Los inspectores de Sanidad testaron dermatológicamente los rollos en Romualdo, el elefante africano más grande del Zoo de Madrid, con el resultado de que el bueno del paquidermo acabó con el culo más pelado que un mandril, y lleno de estrías.
 
 
Evidentemente, el papel defectuoso no podría ser utilizado para el consumo animal, pero con los inmigrantes no habría problema. Al fin y al cabo, son gente que está en un país que no es el suyo. Deben aguantar lo que les caiga, y además estar agradecidos.
Canalizamos la ayuda a través de la ONG “Limpiaculos sin fronteras”. Mantenemos una larga relación profesional y de amistad con su presidenta, Maika Galera. Nada más poner en marcha la campaña “Papeles para todos”, la sede central de la ONG en Toledo se llenó de solicitantes”, asevera con un poso de orgullo, Pocholo Lagunero.
Vanity Freak News pudo comprobar como la cola daba la vuelta a la manzana, atravesaba el casco histórico, cruzaba el puente viejo sobre el Tajo, llegaba a la carretera de Madrid, y desde ahí continuaba como un reguero de hormigas, finalizando a escasos diez kilómetros de la capital de España.
La interminable hilera humana era una Torre de Babel, donde un crisol de razas y nacionalidades, se dirigía a paso de tortuga hacia la tierra prometida. Todos anhelaban los “papeles”, un documento que les permitiría no ser repatriados, y les daría la oportunidad de seguir luchando por alcanzar el sueño español. La mayor parte todavía no entendían ni hablaban con fluidez en la lengua de Yola Berrocal, por lo que al salir de la ONG, su cara denotaba estupefacción. En una mano portaban un rollo de papel higiénico, y en la otra un tríptico, donde se explicaban las maniobras básicas de higiene personal tras la defecación.
 
 
Uno de estos inmigrantes salió de la fila y se abalanzó sobre nuestro micrófono: “Mi nombre es Youssef  Mokalu, mi padre era nigeriano, y mi madre marroquí. Estoy casado con una judía, y mis dos hijos son españoles. Mi familia y yo vinimos a España en busca de una vida digna. No soy un delincuente, ni vengo a quitarle el trabajo a nadie. No voy a solicitar al Estado español que me dé un subsidio.
Soy joven y fuerte. Lo único que pido es que alguien me dé la oportunidad de trabajar en lo que sea, para poder alimentar a mis hijos. Mi nombre es Youssef Mokalu, ciudadano de ese mundo global donde los poderosos dicen que ya no existen razas ni fronteras”. VanityFreakNews.
 
         



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario