Según el alcalde, Críspulo Tarimas: “La
cifra oficial es de 1.999.985 y la posibilidad de error es mínima, porque contamos
a los participantes desde el aire, como en la capital. Aquí no tenemos
helicóptero, pero Fermín, el de la tía Dominga, se encarama al campanario, y
desde allí no se le escapa ni uno. Tiene vista de lince y además, entiende de
números porque empezó a hacer un curso de Contabilidad por fascículos, de esos
que venden en los quioscos”.
Al conocer nuestro interés por el
origen del Orgullo Pay, el animoso político local se presta a explicarnos los
pormenores: “Me alegro de que me haga esa pregunta. Fue por casualidad, como todas
las grandes cosas de la vida. Resulta que nos llamaron del “Grand Pis”, aquel
programa tan simpático que presentaba Ramón García. Dos pueblos se enfrentaban
entre sí, bueno más bien, cuatro mozos y mozas de cada población, que competían
en una serie de pruebas físicas y de habilidad, consistentes en ver quien meaba
más lejos. Nosotros teníamos muchas posibilidades de conseguir la victoria
final, porque íbamos a mandar al Josete, el hijo de Angelina “la Tapona”. No es
muy alto, pero tiene un caño de la orina de cincuenta centímetros de largo, en posición
de quieto parao. Pero al bueno de
Josete no se le ocurrió otra cosa que irse de guarrillas dos días antes del
concurso, por lo que el día de la grabación de despertó con la berenjena que
parecía una coliflor. Tenía una venérea, una enfermedad de esas de las venas.
Mala suerte.
Nuestro rival era Marinaleda. Allí se presentaron cuatro de
sus mejores zagalones, con el alcalde Sánchez Gordillo a la cabeza. Desde el
primer momento congeniamos bien. Previamente a la grabación del programa, celebramos
la tradicional comida de alcaldes. Gordillo me contó un montón de cosas, como
por ejemplo, que era comunista y maoísta. Ahí me ganó, porque para mi no hay
cerveza como la Mahou, y si es la Cinco estrellas, ya es que se caga la
perrilla.
Cuánto hablaba aquel hombre. No parecía mala gente, pero tenía
pinta de estar iluminado. Decía cosas muy raras, y bueno, yo no entendía la
mitad, pero asentía a todo. Sufría por él, porque era el primer fin de semana de
Julio, y entre las barbazas, y el trapo ese que siempre lleva liado al cuello,
sudaba hasta por las cejas. Yo pensaba: Estoy comiendo con el alcalde más
mediático de España, se me va a deshidratar y vamos a acabar en un hospital,
ingresados de urgencias.
La cosa se torció cuando llegó el momento de pagar. Dijo que
se negaba a soltar un euro porque sería ceder ante el capitalismo salvaje, y que
el camarero tenía cara de fascista, que comer es una necesidad, y que la tierra
para el que la trabaja, etc. ¡Joder! Ahí tienes al tonto de Críspulo pagando la
cuenta del Gordillo, que había comido como cuatro españoles hambrientos y había
bebido como cinco cosacos alcohólicos.
Volvíamos al pueblo en el autobús, y yo iba rumiando lo
ocurrido. En el fondo, me sentía orgulloso de haber pagado. Detrás de ese
filete y de esas patatas fritas, había un montón de gente que había hecho un
trabajo, y vivía de un sueldo. Si yo no
pagaba hoy, la cadena se rompería mañana. Ya no habría más filetes, porque si
el camarero, el transportista, el mayorista, y el ganadero, no cobraban,
evidentemente, dejarían de trabajar.
Así nació el Orgullo, y como quería que fuera internacional,
se me ocurrió llamarlo Orgullo Pay, así, en inglés, con dos cojones. Esta
edición ha sido la mejor. Aparte de los veraneantes, se han sumado a la marcha
gentes de los pueblos de la comarca, e incluso de Madrid. Y hasta ha venido un
despistado de Roma, un tal Luca Paganini.
Un carnaval de luz y de color ha recorrido las principales
calles del municipio, al ritmo de la canción oficial, que todos los años es “La
bien pagá”, en la inolvidable voz de Miguel de Molina. Contamos con cinco
tractores y sus correspondientes remolques. Debidamente tuneados, se han convertido
en cinco carrozas, que representan a cada uno de los comercios del pueblo: la cantina
del tío Justo, el contramarinos del
Aniano, la pescatería de la Julia, la
carnecería de los Bolingas, y la
panadería del Tinín. Además, este año hemos invitado a Mercadona, que nos ha
mandado una carroza elegante, en plan profesional, como las que salen por la
tele. Las carrozas van engalanadas con adornos artesanales en ganchillo, y con
pancartas caseras con los lemas más variopintos: “Compra y deja comprar”, “A plazos
o al contado, pero siempre pagado”, “Sánchez Gordillo retrógrado”.
Dejamos un momento al alcalde y salimos al encuentro de Luca
Paganini, que nos cuenta su experiencia: “El Orgullo Pay es una marcha por la
libertad. Somos un colectivo de personas normales. ¿Acaso no sangramos si nos
pinchan? ¿Es que no reímos si estamos felices o lloramos cuando estamos
tristes? No hacemos esta reunión para diferenciarnos de nadie, no queremos
vivir en un gueto. Sólo pretendemos aumentar nuestra visibilidad ante el mundo.
Hemos estado escondidos durante muchos siglos, por vergüenza, y por temor a los
prejuicios de una sociedad hipócrita y maniquea.
Los armarios están llenos de pagadores, pero no queremos
obligar a nadie a que salga de ellos y reconozca públicamente su condición de
pagador. Eso es algo que pertenece a la esfera íntima de la persona. Por
ejemplo, tenemos vídeos y testimonios de amigos que han visto como gente del
entorno de Sánchez Gordillo, paga el pan cuando va a la panadería. Es una
muestra de fariseísmo e incoherencia sin precedentes, pero allá cada uno con su
conciencia. Incluso existe la leyenda urbana de que el mismísimo Gordillo abona
la factura de la conexión de internet que tiene en casa. Yo particularmente no
me creo esta historia, porque la maledicencia de la gente no tiene límites.
Mire a su alrededor. Las carrozas van abarrotadas de
pagadores, orgullosos de mostrar su condición, y con ganas de gritarle al
mundo: Soy así, y no tengo que pedir perdón por serlo. Fíjese en la multitud
que sigue la marcha a pie, o que simplemente la observa. La mayoría no son como
nosotros, pero simpatizan con nuestra causa, y simplemente, nos respetan. Viva
la compraventa libre”.
El alcalde está exultante: “Esta fiesta popular va a dejar
más dinero en el pueblo que si hubiera caído el gordo de Navidad. No vamos a
salir de pobres, pero nos va a servir para tapar algunos agujeros. Como no
todos los días, un humilde edil tiene la oportunidad de hablar con un medio de
comunicación masivo como es Vanity Freak News, voy a hacer otro anuncio: Los
mozos y mozas de Beceruelas de Lozoya llevan meses sin ducharse ni bañarse. No
es por la sequía. La razón es que vamos a concursar en el “¿Qué apestamos?”. El
hedor se extiende por toda la comarca. Ganamos seguro, ya lo verá. El nombre de
Beceruelas volverá a estar en lo más alto”. VanityFreakNews.
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