La reina de la comedia española ha
decidido cambiar de registro, “No quería encasillarme en películas para
adolescentes con acné”, y va a participar en una producción dramática por
primera vez. El título provisional de la cinta es “Cuando sólo te queda el
suicidio”.
Belén dará vida a Flor de Presiva, una taquillera del Metro de Madrid,
con contrato en prácticas, exadicta al chorizo ibérico, y víctima del cirujano
plástico de Belén Esteban. “Mi personaje es un bombón, pero no sé cómo va a
reaccionar el público al verme en un papel serio”.
Flor padece el síndrome de Okoakapuchi, una extraña
enfermedad neurodegenerativa de la que sólo se conocen tres casos en el mundo.
El día que se le acaba el contrato, vuelve a casa temprano y se encuentra en la
cama a su chico y a su única amiga jugando al “Tú soplas nuca, yo muerdo
almohada”. Tras escuchar el clásico: “Cariño, esto no es lo que parece”,
abandona entre sollozos el domicilio familiar. Pero la mala fortuna se ceba con
Flor. En su huida, rueda escaleras abajo, fracturándose cincuenta y dos
vértebras, las tres piernas y los cuatro brazos, amén de una sección completa
del ligamento occipitocalcáneo, que viene a hacer más difícil una situación ya
de por si complicada.
Después de tres meses en estado de coma inducido, rodados en
tiempo real, Flor despierta un día y sólo recuerda dos cosas: Que España está
en la tercera legislatura de Zapatero, esta última ya sin Zapatero, y que una
semana antes del accidente, perdió un boleto de lotería premiado, al meter en
la lavadora el pantalón donde lo guardaba.
Una película española que se precie de serlo, debe incluir
una buena dosis de sexo explícito. “Es que si no, la gente no va al cine”. Para
ser sinceros, al público le repele tanto el cine español, como a Rajoy una
rueda de prensa, presencial y con preguntas de los periodistas. En el guión
inicial de “Cuando sólo te queda el suicidio”, sólo aparecía la secuencia del
adulterio, y apenas duraba veinticinco minutos. Los productores obligaron al
director a incluir la argucia argumental de los tres meses de coma inducido.
Así se daba pie a que Flor tuviera un montón de secuencias sexuales oníricas
con un mandingo. Como esto no es Hollywood, a falta de un negrazo real, se
recurrió a Kuale, un inmigrante ilegal zaireño, que recolectaba fresas en Lepe.
“Está bastante esmirriado y apenas mide un metro setenta, pero si le ves de
perfil, es como una letra ele mayúscula tumbada. Va sobrado para el papel. Nos
vale”.
Al principio, se pensó para Flor de Presiva en Maribel
Verdú, pero la gran actriz rehusó participar en el proyecto: “No me he
desnudado nunca, y no lo voy a hacer a estas alturas de mi carrera. Prefiero
seguir manteniendo ese aura de misterio que envuelve mi anatomía nunca mostrada
en la pantalla”. Belén Rueda aceptó sin reservas: “No tengo problemas si es por
exigencia de guión”. Ese tal Guión debe ser un salido de tomo y lomo. Se empeña
en despelotar a todo bicho viviente bajo cualquier pretexto, y encima, siempre
lo consigue.
Belén abandona así el género que la encumbró como estrella
con tan solo tres títulos. Comedietas intrascendentes, dirigidas a un público
juvenil, que sólo busca echarse unas risas, y si se tercia, unas pajillas.
Todos recordamos su alegre y dicharachero papel en “Mar adentro”, donde
interpretaba a Julia, una abogada que asiste legalmente a un tetrapléjico,
cuando éste solicita que alguien le ayude a morir dignamente. La propia letrada
desarrolla una extraña enfermedad cerebral, que pocos años después de la muerte
de su defendido, acabará por sumirla a ella en el abismo de la demencia. ¡Vaya
guasa!
O su rol desternillante y completamente loco en “El
orfanato”, donde se pone en la piel de Laura, una joven que regresa al hospicio
donde pasó su infancia. Con ella viaja su hijo adoptivo, portador del VIH.
Laura causa accidentalmente la muerte del niño, y acaba suicidándose para poder
reunirse con él eternamente. El título de la cinta iba a ser “El jolgorio”,
pero el director decidió cambiarlo, porque hubiera desvelado la trama de
antemano, sin dejar nada a la imaginación.
Por último, “Los ojos de Julia” otra muestra de humor
desaforado y sin pretensiones, para pasar una tarde de verano comiendo palomitas,
mientras dejas tu mente de quinceañero en modo standby. Aquí Belén es Julia, una mujer que presiente que algo muy
chungo le ha pasado a su hermana gemela. Decide ir a visitar a la pobre
cieguita, encontrándola más tiesa que la mojama. La causa aparente es el
suicidio. Tras este simpático arranque, Julia intentará desvelar la verdad, y
su periplo se torna en un rosario de muertes extrañas que van cerrando un
macabro círculo en torno a ella. Para colmo, la protagonista también padece la
misma enfermedad degenerativa que tenía su hermana. Comienza a perder visión
progresivamente, y acaba la película viendo menos que un pez por el culo.
Con estos antecedentes en la alta comedia, es lógico que
Belén Rueda lleve meses preparando su primer personaje dramático. Según ha
podido saber Vanity Freak News, la actriz ve una y otra vez el capítulo de
“Verano Azul” donde moría Chanquete, “Porque es imposible no llorar”. Además, escucha
sin parar discos de Lana del Rey, esa joven lánguida con aspecto de bacalao en
salazón, que tiene menos gracia que una inspección de Hacienda.
Deseamos a Belén toda la suerte del mundo. Primero porque es
buena gente y se lo merece. Segundo, porque es una excelente actriz, desaprovechada
en subproductos de medio pelo. Estamos convencidos de que el público no le dará
la espalda, y no descartamos que incluso llegue a ganar algún Goya. Por eso nos
atrevemos a decir: ¡Ya era hora de que a Belén Rueda le dieran un drama! VanityFreakNews.
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