El españolito medio, esa
especie sufrida y esforzada que puebla lo que queda de la Península Ibérica, ve
como de un tiempo a esta parte, su poder adquisitivo disminuye mes a mes. Lo
peor de todo es la absoluta ausencia de indicios de que esta tendencia se pueda
invertir en algún momento. A la subida del IRPF y del IVA, se ha sumado la
reducción reiterada de los salarios tanto en el sector público, como en el
privado.
Siempre queda el consuelo
de ver que la clase política se solidariza con el pueblo. El ciudadano recibe
con agrado los continuos gestos de coherencia que los políticos de todo signo y
condición, anuncian cada día: Supresión de coches oficiales a la mínima
expresión, afloramiento voluntario del dinero casualmente depositado en
paraísos fiscales, renuncia sistemática a sueldos vitalicios y planes de
pensiones blindados, permuta de las dietas de desplazamiento por dietas
hipocalóricas, abolición y devolución de
los regalos, prebendas, mamandurrias, cohechos propios e impropios …
Un punto especialmente
sensible para el vampirizado contribuyente es la racionalización de las
subvenciones públicas. Y es que jode, y jode mucho, que te chupen hasta la
última gota de sangre, y luego con el dinero de todos, se pague a una tal Amy
Martin para que escriba un artículo sobre la actualidad del cine nigeriano, o para
que realice un corto sobre su propio grupo musical. Algún ingenuo dirá que
mejor esto que los estudios sufragados en su día por ZP y ahora por Mariano
sobre “Adaptación psicosocial y reagrupación familiar de la dalia silvestre en
la estepa siberiana”, o “Conflictos bioéticos de la reproducción asistida del
cangrejo de río oriundo de la cuenca del Nilo”. Pues no, no es mejor. Es la
misma mierda.
Una ciudad como Madrid no
es ajena a esta situación. El centro de estudios estratégicos del ayuntamiento,
dirigido por Carmentxu Pando, trabaja cada día para implementar un nuevo
impuesto municipal, que venga a ahogar un poco más, las ya maltrechas economías
familiares.
Descendiente directa por
vía materna de Vlad Dracul, y conocida por su equipo como la “vampira de
Entrevías”, Carmentxu anuncia con entusiasmo las nuevas iniciativas: “A las ya
conocidas tasa de recogida de residuos urbanos, y tasa de estacionamiento
regulado de vehículos, se añade una que penalizará aquellos orgasmos femeninos
que sobrepasen los 80 decibelios (dB) en la hora de la siesta. Durante el resto
del día y de la noche, la restricción se aplicará a partir de los 100 dB, 90 si
es en verano, porque al dejar las ventanas abiertas por el calor, se oye todo,
y la agresión acústica es mayor.
Cada unidad familiar
dispondrá de un orgasmómetro de última degeneración. Un técnico municipal
especialmente adiestrado para su misión, registrará cada mes la sonoridad
amatoria acumulada. Si la señora de la casa tiene amante o en su defecto follamigo, debe consignarlo, porque será
considerado como un elemento eximente parcial. Y es que científicos del Barrio Chino
de Calatayud, han demostrado que la intensidad sonora del clímax, se eleva
considerablemente cuando la pareja sexual no es el compañero habitual.
La primera falta se
sancionará, colocando en la puerta de acceso a la vivienda de la infractora, una
pegatina de grandes dimensiones con el texto: “Ay, guarrilla”, y un
apercibimiento de sanción económica. La segunda falta, con una pegatina aún más
grande que rece: “Puta, puta, mas que puta”, y una multa de 3000 euros. La
tercera, irá a la raíz del problema: Extirpación quirúrgica de las cuerdas
vocales, o en su defecto, el compromiso formal ante notario para someterse a un tratamiento con Libidonoton finish
complex forte, durante seis meses. En los ensayos clínicos realizados en burros
extremeños, este fármaco ha demostrado disminuir el apetito sexual un 90%, con
alta significación estadística. Y en los estudios preliminares llevados a cabo en
otros animales, concretamente en toreros españoles, se han obtenido resultados
esperanzadores (conste que esta vez y sin que sirva de precedente, no estaba
pensando en Fran Rivera, o al menos, no en exclusiva).
De igual forma, se van a
extremar las medidas para no cometer errores como los ocurridos en otras
ciudades españolas. Así las cosas, en Soria ha sido multada una congregación de
monjas clarisas. Durante el boom
inmobiliario, la abadesa vendió unos terrenos anexos al actual convento. Hace
dos años, un empresario construyó en ellos un macroprostíbulo. El edificio está
situado sobre un pequeño altozano, por lo que cuando sopla viento de poniente,
se produce eco. En esos momentos, el sonido ambiente de la casa de lenocinio
llega con total nitidez hasta la residencia de las religiosas. Y mientras las
monjitas llevan a cabo sus píos quehaceres cotidianos ajenas a todo, el
orgasmómetro, que mide el sonido sin identificar su procedencia, se pone a
registrar gemidos como un loco. Resultado: El aparato dictamina que la casa
está habitada por auténticas máquinas sexuales, y la correspondiente sanción no
se hace esperar.
Otro caso lamentable ha
sido el de un grupo de amigas solteronas que se fueron a pasar un fin de
semana a Onteniente. Aficionadas al porno duro desde que estaban en
bachillerato, alquilaron el clásico del género “El fontanero, su mujer, y otras
cosas de meter”. Querían hacer un video forum el viernes por la noche. El
problema es que una de ellas está sorda como una tapia, y no soporta perderse
los diálogos, porque dice que disminuye la carga dramática. En resumen, tuvieron
que subir el volumen del reproductor al máximo para contentar a la cinéfila
purista y a la sazón amiga, llegando en la secuencia final a sobrepasar los 150
dB a pelo, con el consiguiente multazo.”
Las asociaciones
vecinales se han puesto en pie de guerra. Desde la plataforma “Ya nos gustaría
a nosotras”, hablamos con su portavoz Maika Lentorra: “Como colectivo de
frígidas crónicas, estamos serenas y tranquilas. Desgraciadamente, no tenemos
ninguna posibilidad de ser penalizadas ni penelizadas. No obstante, vamos a
elevar a la administración, una solicitud, para que nuestra condición sea
reconocida, y nos den algún tipo de minusvalía. Ya que no nos funciona el tema
ni bien ni mal, que al menos podamos desgravar en hacienda. Por otra parte, no
estamos de acuerdo con la medida sancionadora, y nos solidarizamos con todas
las compañeras que se enteran de algo cuando cohabitan con sus parejas, aunque vaya
por delante que son todas unas perracas”.
Sin embargo, la nueva
tasa se está haciendo muy popular entre los caballeros, como nos cuenta Kepa
Jillero: “En Baracaldo y en toda Vizcaya estamos encantados. Nos dejamos el
sueldo en multas, pero es un dinero que da gusto gastar. Que se vea que somos todos muy machos, y le
damos a nuestras pericas lo que necesitan. Entre nosotros está muy mal visto
que una hembra sea silenciosa, pero no hay cuidado. Aquí grita hasta la del
Patxi, que tiene afonía crónica”.
Como esto es España, no
han tardado en salir a la luz, varios casos de corrupción y de picaresca. Desde
el clásico sobrecito con el que “premiar” al técnico municipal encargado de la
lectura del orgasmómetro, y que casualmente siempre se equivoca a la baja; pasando
por liberar el aparato en un chino; hasta
trucar los dispositivos en talleres clandestinos, para que midan solamente sonidos
incluidos dentro de los límites legales.
Menos problemas para
esquivar la ley tienen los ricos. Tal es el caso de Eloy Follo, conocido
productor musical de grupos pop en los ochenta. Eloy vive en una mansión en La
Moraleja, y en el sótano mandó construir un completo estudio de grabación
perfectamente insonorizado para poder trabajar desde casa. Así que cuando su cuarta
mujer y él se ponen juguetones, no tienen que más que bajar al sótano, y vivir
su amor. Eloy le da salami previa ingestión masiva de Viagra, y su joven esposa
puede fingir sin temor a ser castigada, mientras piensa en George Clooney.
Y es que por mucho que
ahora seamos uropeos, no hay cosa que
más nos guste en España que incumplir las leyes y no pagar las multas. Al fin y
al cabo, aquí se acuñó y se hizo célebre la frase: “Quien hace la ley hace la
trampa”. ¿Tenéis ya orgasmómetro?. VanityFreakNews.