sábado, 6 de octubre de 2012

Un chino guapo empieza una huelga de hombre.


          El verano suele ser un período yermo de noticias relevantes, por lo que no es infrecuente que una frikada sea portada de periódicos e incluso abra telediarios. El atribulado verano de 2012  será recordado en España por la abuela de Borja y su ecce homo restaurado (es un decir). Posiblemente en China no tienen constancia de este hecho, pero a la inversa, nosotros hemos conocido estos días una curiosa historia ocurrida en aquel lejano país.

         Una nueva moda hace furor en el litoral chino. Entre los bañistas se está extendiendo de forma masiva la utilización de un dispositivo llamado carakini. Para entendernos, se trata de un trozo de goma que a modo de preservativo, cubre cabeza y cuello del susodicho. Evidentemente, dispone de dos orificios para los ojos, y otro ovalado para la boca, que una cosa es ser gilipollas por ir a la última, y otra morir asfixiado por ser gilipollas. El curioso elemento se fabrica en toda la paleta de colores, e incluso los hay estampados con vistosas formas geométricas.
 
 

         Hasta aquí todo más o menos normal. El problema ha venido cuando un ciudadano de Beijing, ha anunciado en Twitter que mañana comienza una huelga de hombre, y que no la abandonará hasta que pueda ir a la playa sin carakini.

         Gueng Orro, que así se llama el joven amarillo, ha visitado España y ha dado una rueda de prensa televisada del diámetro de un trisky (dado el exiguo número de medios acreditados): “Buenos días. En primer lugar, quiero anunciar que ya no tuiteo. 140 caracteres no me dan ni para saludar. Me he hecho del Facebook, porque ahí no tengo límite, y puedo explayarme a modo. Me llamo Gueng Orro, tengo veinticinco años, soy sesador de garrapatas titulado, y básicamente, estoy muy bueno.  Mi perfil de Facebook es público. Pueden entrar en “Mis fotos”, y ver el álbum “Lo que se han de comer los gusanos, que lo disfruten los tibetanos”. Ahí están las pruebas de que lo que digo es cierto. Con lo difícil que es encontrar un chino guapo, me parece un crimen no dejarme ir a cara descubierta, y presentarme ante ustedes con el carakini puesto.  Durante mi adolescencia veraneábamos en España, y con quince años, fui cuartofinalista del concurso “Más bonito que un San Luis”, en las fiestas de Requena.

         El Gobierno chino defiende el uso del carakini porque supuestamente disminuye la incidencia del cáncer de piel, al evitar la sobreexposición solar. Y los blogueros que marcan tendencias, lo apoyan porque dicen que una piel blanca y sin broncear, es un signo de buen gusto, y un rasgo distintivo de clases sociales privilegiadas. Mentira, todo mentira. Nos quieren engañar como a chinos. Los que mandan en el país son conscientes de lo que hay. Como somos feos, han dicho: Los tapamos a todos y muerto el perro se acabó la rabia. Empiezan con el carakini, y acabarán con el cuerpokini, y si no,  al tiempo.

         Y a mi no me da la gana, así que me pongo en huelga de hombre. Por consiguiente, anuncio de forma solemne, que desde mañana, ni compro el periódico, ni meto mis calcetines usados en la lavadora, ni cumplo con el sacrosanto deber del matrimonio. Lo siento por Sing Ching-Gal, mi hermosa mujer, porque esto le va a suponer una carga de trabajo doméstico brutal. La pobre no tiene la culpa. Con lo macizo que estoy, pues me mira, se pone tonta, yo también  y … nada. Tolerancia cero al sexo. Esta es una medida de presión sincera, no como las huelgas de hambre de los etarras, que al acabar se tienen que poner a plan, porque suelen coger unos kilitos.

         Siempre he sido un bicho raro. En el colegio los niños se reían de mi y el director les dijo a mis padres que me mandaran interno a Miami Beach. Menos mal, porque allí, rodeado de cuerpos esculturales, por fin me sentía uno más. Tardé mucho en volver a mi país porque temía que el Gobierno me raptara, y me llevara a una clínica clandestina para hacerme cirugía desestética, y ponerme feo. Ahora llevo seguridad personal. No me puedo arriesgar a que cualquier loco me asalte y me desfigure el rostro o me pinche un biceps.
 
           Esta es mi vida. He pasado por tantas humillaciones que ya estoy acostumbrado. Soy un luchador y un referente para los guapos del mundo, pero debo asumir esa responsabilidad con naturalidad. Hay que pelear porque la visibilidad de la gente como yo sea cada día mayor. No estoy enfermo, soy una persona normal, que quiere vivir como tal, no confinado en un guetto para que la sociedad esté cómoda. La ignorancia se cura viajando. He recorrido las playas de Malibú, Santa Mónica, Marbella, Ibiza, etc, y nunca he tenido un problema. Lo único que pido a mi Gobierno, es que me indulte como a los toros que se han dejado hacer una gran faena. Y ahora, si tienen preguntas, estaré encantado de contestarlas. Una, por cada medio de comunicación, por favor.”

         A estas alturas de rueda de prensa, sólo queda un profesional en la sala: “Juanfri Lans, para Tele Hinco. Mire, estoy viendo su álbum de fotos en Facebook. Para gustos los colores, pero si me permite, debo decirle que usted es poco agraciado hasta para los estándares chinos, que ya es decir. Vamos caballero, que es usted feo de cojones. Se ha sentado aquí, y lleva vacilándonos media hora. Quítese el carakini que lleva puesto, y que juzgue la audiencia, que es jueza y soberana, y decide lo que le da la gana. Envíen un SMS al 22556 con el texto Gueng craco, o al 22557 con el texto Gueng pibonazo. Entre los participantes sortearemos un lote de productos de playa del chino de mi barrio”.

         Las líneas telefónicas se colapsaron, y el resultado final fue el minuto de oro del día, con cinco millones de espectadores. A partir de aquí, planteamos al nutrido (por lo bien alimentado, que no por lo numeroso) grupo de lectores de Vanity Freak, un final multielección:

1º La opción Gueng craco ganó de forma abrumadora, siendo Gueng Orro confinado al islote Peregil, donde todo lo que hacía era filmado y emitido en directo, convirtiéndose en el reality de más éxito de la historia de Tele Hinco.

2º Los votantes de Gueng pibonazo se impusieron por la mínima. Gueng se presentó a Mister España Inmigrante. Ganó comprando al jurado, y fue contratado como tertuliano de un programa de cotilleos de esta cadena de televisión.

3º Los partidarios del craco y los del pibonazo empataron en número. Y es que … nada es verdad, nada es mentira, todo es del color del cristal conque se mira.

P.D.: Yo me quedo con la tercera opción. ¿Y tú, querido lector?. VanityFreakNews.

        

 

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