Desde
que Julian Assange se convirtiera en una figura pública, todo lo que hace o
dice tiene una trascendencia mediática descomunal. Este verano, conocimos que el fundador de WikiLeaks solicitó asilo político en la embajada de
Ecuador en Londres. Se trataba de una treta legal para evitar la extradición a
otro país, y tener que rendir cuentas ante la justicia por dos presuntos delitos
sexuales.
La ciudad del Támesis pasa por ser uno
de los destinos turísticos preferidos por los jóvenes españoles. Un simpático grupo
de treintañeros murcianos, proveniente de la Facultad de Farmacia, no dudó en
elegir Londres como localización geográfica de su viaje de ecuador. Nos habla
su delegada de clase, Marian Glófila: “Es que yo desde que era una ñaja, me he
sentido muy atraída por la cultura inglesa: los Beckham, Benny Hill, Mister Bean,
El Corte Inglés... Soy muy de ese rollo, y le dije a mi peñasca: No vamos a ser
como los gitanazos de Biológicas, que se van a Mazarrón, ni como los pijos de
Derecho que se van a Tenerife. Tenemos que liarla parda, porque este viaje sólo
se hace una vez en la vida. Dudábamos entre la Riviera Maya y Londres, y al final,
como son casi iguales, nos decidimos por Iunaited
Quindon. Uyyyy, qué bien lo he dicho y eso que estoy muy nerviosa por
hablar ante la cámara. ¿La del piloto rojo encendido es la mía, verdad? Geniaaaaal.
Al fin y al cabo, las discotecas son parecidas en todos los países, y el
garrafón también. Eso sí, los británicos están más buenos. Es una pena que haya
tan pocos ingleses en Inglaterra. Vas por la calle y lo único que ves son turcos
y españoles.
Nosotros
no somos unos vulgares borrachos, queremos hacer turismo cultural: Vamos a
conocer a Ben, el pavo ese que debe ser muy tocho porque aquí todo el mundo le
llama Big. Y nos interesa cantidad la Villa olímpica, que debe ser muy guarra,
porque dice la prensa que ha repartido 150.000 preservativos entre los deportistas.
Será ninfómana, la tía. ¿Y las demás que hacemos, nos quedamos a bread and
water?”
Lo que prometía ser una noche más de desparrame
en el contexto de un viaje universitario, se convirtió en un conflicto diplomático:
“Ibamos mazo de bien, haciendo risas, con el puntillo pero para nada chuzos. De
repente vemos que toda la basca está armando jari en la entrada de un edificio.
Indalecio, que es el único de la expedición que sabe algo de inglés, porque su
madre tuvo un amante escocés y algo se le quedó, se entera por lenguaje de
signos de que es la embajada de Ecuador y que allí está refugiado Julian
Assange. Inda es muy friki, y en cuanto ve un famoso se le va la pinza. Se hace llamar Inda Jones, y tiene un blog, donde
pone a parir a las petardas del bisnes.
Nos dice que él no se va de allí sin fotografiarse con Yulian Asans, para luego colgarla en su perfil del Feisbuk. Así que todos para dentro. Nos
colamos por la puerta de atrás, en el camión de la lavandería, como en la
película Avatar. Tíaaaa, que subidón, todas con el móvil
haciendo fotos para luego subirlas a Twitter, porque entre tu y yo, en el Feis no entra ni el Tato. Ni veces que
le he pedido amistad a alguien, y nunca me ha contestado nadie. Feisbuk está muerto.
Llegamos
al salón y nos topamos con Yulian,
que se había desvelado con el ruido de la calle, y estaba metiéndose un
pelotazo de ginebra con unas gotitas de tónica, para quitarle el sabor a ... la
tónica. ¡Qué mono, de verdad! Mucho más que en la tele. Y supermajo, tía. No
tenía ni puta idea de lo que nos decía, pero se le veía buen rollo. No habían
pasado ni diez minutos, y ya estábamos todos liándonos chustillas. Y que conste
que no somos drogadictos, eh. ¿A ver si va a ver esto mi yaya Yayi, y en casa
me meten un paquete que ni el de Nacho Vidal?
A medida que hablábamos íbamos cogiendo
confianza. Surgió espóntaneamente. Le preguntamos a Yulian si tenía información comprometida sobre Hernández Talavera,
el catedrático de Bioquímica II, que nos había pencado a todos el primer
parcial. Nada, ni una multa de tráfico, el muy cabrón. Lo único al margen de la
ley era que una vez compró un juguete en un sex-shop ambulante, pero pagó en
efectivo y no había fotos. ¡Qué agarrao!
Con la pasta que tenía y se arriesgaba a comprar un producto pirata sin
homologación, que a saber si era de segundo prepucio.
Pasaba
el tiempo, y la embajada se iba petando de gente. Aquello parecía Zara el
primer día de rebajas. En la primera planta, nosotros haciendo pandi con Yulian. En la segunda, un autobús de
jubilados de Cangas de Morrazo, que oyeron algo de asilo político, y decidieron
solicitarlo, porque en Inglaterra el
nivel de vida es más alto. Además, al no volver a España, Rajoy no podía congelarles
las pensiones. Estaban encantados porque al estar en suelo ecuatoriano, hacía
siempre un tiempo estupendo y no tenían problemas con el idioma.
Una
planta más arriba, una familia de elefantes de Botswana que había venido a
pasar unos días con los parientes de la metrópoli. Se enteraron de que el Rey iba
a asistir a los Juegos Olímpicos, y andaban bastante acojonados. No salían de la
embajada ni para hacer pis.
Y
en la cuarta, el plato fuerte: Un grupo de vírgenes consagradas. Estaban en la
ciudad para celebrar la despedida de soltera de una excompañera, que había
pillado cacho con un garrulo de Stratford-upon-Uvon. Aquí los chicos son más
finos que en España, pero como uno te salga paletazo, echa a correr y no pares.
La
quinta planta estaba habitada por la antítesis de la cuarta: Una franquicia de
Oldiest, la famosa cadena de casas de lenocinio low-cost, donde la meretriz más
joven sobrepasa de largo los setenta tacos de almanaque. En este negocio la
experiencia también es un grado. Y si es por experiencia, las señoritas de
Oldiest tienen más horas de vuelo que un avión militar rumano.
Por
último, la sexta estaba okupada por
un colectivo de sindicalistas adeptos al régimen de Hugo Chávez. Tenían menos
coherencia que una almeja monovalva. Decían que estaban en Gran Bretaña para
conocer mejor al enemigo, para vivir desde dentro el infierno capitalista en
toda su crudeza, y luego poder denunciarlo al mundo. Seguro que sí, pero iban
vestidos de Armani, y perfumados por dentro y por fuera todo el día. Esta planta
es la residencia habitual del embajador, pero las peticiones de asilo se han
desbordado, y la criatura se ha tenido que ir a vivir a casa de su madre, en
Quito. El pobre hombre se pasa la vida en el avión, yendo y viniendo.
Pues nada gente, que esto parece “Murcianos
por el mundo”, ja, ja, ja. Ayyy, no me enfoques de ese lado, que me hace nariz.
Aprovecho para saludar a toda España, que sé que están pasando un calufo
tremendo, mientras nosotros aquí dormimos con manta. Quiero animar a la gente
joven a que siga nuestro ejemplo. Vayan donde vayan de viaje siempre habrá una
embajada. Ser asilado político es un chollo y una profesión con mucho futuro.
Mamá, estoy bien, de verdad. Lo he dejado con Chemita, porque soy muy joven
para atarme a un hombre. De momento no vuelvo. Como tenemos valija diplomática,
mandame ropa limpia y dos mil euros en billetes de cien, que ya me busco la
vida y los cambio por libras. Chao, chaitoooo. Besitosssss a Spaiiin. Mira, por
ahí va Yulian: ¡Yuliaaaaaaaaan! VanityFreakNews.
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