sábado, 13 de octubre de 2012

Un grupo de estudiantes prorroga su viaje de ecuador pidiendo asilo político en la embajada.


         Desde que Julian Assange se convirtiera en una figura pública, todo lo que hace o dice tiene una trascendencia mediática descomunal. Este verano, conocimos  que el fundador de WikiLeaks  solicitó asilo político en la embajada de Ecuador en Londres. Se trataba de una treta legal para evitar la extradición a otro país, y tener que rendir cuentas ante la justicia por dos presuntos delitos sexuales.
         La ciudad del Támesis pasa por ser uno de los destinos turísticos preferidos por los jóvenes españoles. Un simpático grupo de treintañeros murcianos, proveniente de la Facultad de Farmacia, no dudó en elegir Londres como localización geográfica de su viaje de ecuador. Nos habla su delegada de clase, Marian Glófila: “Es que yo desde que era una ñaja, me he sentido muy atraída por la cultura inglesa: los Beckham, Benny Hill, Mister Bean, El Corte Inglés... Soy muy de ese rollo, y le dije a mi peñasca: No vamos a ser como los gitanazos de Biológicas, que se van a Mazarrón, ni como los pijos de Derecho que se van a Tenerife. Tenemos que liarla parda, porque este viaje sólo se hace una vez en la vida. Dudábamos entre la Riviera Maya y Londres, y al final, como son casi iguales, nos decidimos por Iunaited Quindon. Uyyyy, qué bien lo he dicho y eso que estoy muy nerviosa por hablar ante la cámara. ¿La del piloto rojo encendido es la mía, verdad? Geniaaaaal. Al fin y al cabo, las discotecas son parecidas en todos los países, y el garrafón también. Eso sí, los británicos están más buenos. Es una pena que haya tan pocos ingleses en Inglaterra. Vas por la calle y lo único que ves son turcos y españoles.
Nosotros no somos unos vulgares borrachos, queremos hacer turismo cultural: Vamos a conocer a Ben, el pavo ese que debe ser muy tocho porque aquí todo el mundo le llama Big. Y nos interesa cantidad la Villa olímpica, que debe ser muy guarra, porque dice la prensa que ha repartido 150.000 preservativos entre los deportistas. Será ninfómana, la tía. ¿Y las demás que hacemos, nos quedamos a bread and water?”
 
                                 
 
         Lo que prometía ser una noche más de desparrame en el contexto de un viaje universitario, se convirtió en un conflicto diplomático: “Ibamos mazo de bien, haciendo risas, con el puntillo pero para nada chuzos. De repente vemos que toda la basca está armando jari en la entrada de un edificio. Indalecio, que es el único de la expedición que sabe algo de inglés, porque su madre tuvo un amante escocés y algo se le quedó, se entera por lenguaje de signos de que es la embajada de Ecuador y que allí está refugiado Julian Assange. Inda es muy friki, y en cuanto ve un famoso se le va la pinza.  Se hace llamar Inda Jones, y tiene un blog, donde pone a parir a las petardas del bisnes. Nos dice que él no se va de allí sin fotografiarse con Yulian Asans, para luego colgarla en su perfil del Feisbuk. Así que todos para dentro. Nos colamos por la puerta de atrás, en el camión de la lavandería, como en la película Avatar. Tíaaaa, que subidón, todas con el móvil haciendo fotos para luego subirlas a Twitter, porque entre tu y yo, en el Feis no entra ni el Tato. Ni veces que le he pedido amistad a alguien, y nunca me ha contestado nadie. Feisbuk está muerto.
Llegamos al salón y nos topamos con Yulian, que se había desvelado con el ruido de la calle, y estaba metiéndose un pelotazo de ginebra con unas gotitas de tónica, para quitarle el sabor a ... la tónica. ¡Qué mono, de verdad! Mucho más que en la tele. Y supermajo, tía. No tenía ni puta idea de lo que nos decía, pero se le veía buen rollo. No habían pasado ni diez minutos, y ya estábamos todos liándonos chustillas. Y que conste que no somos drogadictos, eh. ¿A ver si va a ver esto mi yaya Yayi, y en casa me meten un paquete que ni el de Nacho Vidal?
         A medida que hablábamos íbamos cogiendo confianza. Surgió espóntaneamente. Le preguntamos a Yulian si tenía información comprometida sobre Hernández Talavera, el catedrático de Bioquímica II, que nos había pencado a todos el primer parcial. Nada, ni una multa de tráfico, el muy cabrón. Lo único al margen de la ley era que una vez compró un juguete en un sex-shop ambulante, pero pagó en efectivo y no había fotos. ¡Qué agarrao! Con la pasta que tenía y se arriesgaba a comprar un producto pirata sin homologación, que a saber si era de segundo prepucio.
Pasaba el tiempo, y la embajada se iba petando de gente. Aquello parecía Zara el primer día de rebajas. En la primera planta, nosotros haciendo pandi con Yulian. En la segunda, un autobús de jubilados de Cangas de Morrazo, que oyeron algo de asilo político, y decidieron solicitarlo, porque  en Inglaterra el nivel de vida es más alto. Además, al no volver a España, Rajoy no podía congelarles las pensiones. Estaban encantados porque al estar en suelo ecuatoriano, hacía siempre un tiempo estupendo y no tenían problemas con el idioma.
Una planta más arriba, una familia de elefantes de Botswana que había venido a pasar unos días con los parientes de la metrópoli. Se enteraron de que el Rey iba a asistir a los Juegos Olímpicos, y andaban bastante acojonados. No salían de la embajada ni para hacer pis.
Y en la cuarta, el plato fuerte: Un grupo de vírgenes consagradas. Estaban en la ciudad para celebrar la despedida de soltera de una excompañera, que había pillado cacho con un garrulo de Stratford-upon-Uvon. Aquí los chicos son más finos que en España, pero como uno te salga paletazo, echa a correr y no pares.
La quinta planta estaba habitada por la antítesis de la cuarta: Una franquicia de Oldiest, la famosa cadena de casas de lenocinio low-cost, donde la meretriz más joven sobrepasa de largo los setenta tacos de almanaque. En este negocio la experiencia también es un grado. Y si es por experiencia, las señoritas de Oldiest tienen más horas de vuelo que un avión militar rumano.
Por último, la sexta estaba okupada por un colectivo de sindicalistas adeptos al régimen de Hugo Chávez. Tenían menos coherencia que una almeja monovalva. Decían que estaban en Gran Bretaña para conocer mejor al enemigo, para vivir desde dentro el infierno capitalista en toda su crudeza, y luego poder denunciarlo al mundo. Seguro que sí, pero iban vestidos de Armani, y perfumados por dentro y por fuera todo el día. Esta planta es la residencia habitual del embajador, pero las peticiones de asilo se han desbordado, y la criatura se ha tenido que ir a vivir a casa de su madre, en Quito. El pobre hombre se pasa la vida en el avión, yendo y viniendo.
         Pues nada gente, que esto parece “Murcianos por el mundo”, ja, ja, ja. Ayyy, no me enfoques de ese lado, que me hace nariz. Aprovecho para saludar a toda España, que sé que están pasando un calufo tremendo, mientras nosotros aquí dormimos con manta. Quiero animar a la gente joven a que siga nuestro ejemplo. Vayan donde vayan de viaje siempre habrá una embajada. Ser asilado político es un chollo y una profesión con mucho futuro. Mamá, estoy bien, de verdad. Lo he dejado con Chemita, porque soy muy joven para atarme a un hombre. De momento no vuelvo. Como tenemos valija diplomática, mandame ropa limpia y dos mil euros en billetes de cien, que ya me busco la vida y los cambio por libras. Chao, chaitoooo. Besitosssss a Spaiiin. Mira, por ahí va Yulian: ¡Yuliaaaaaaaaan! VanityFreakNews.
 

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