Muerta
Lady Di, y desaparecida socialmente Isabel Preysler, el trono del colorín
estaba vacante. Durante un corto período, en vez de reino hubo república, y un
grupo de esforzados proletarios de los aledaños del artisteo, copó portadas y
minutos de telebasura. Seres animados e incluso inanimados, como Leonardo
Dantés, Tamara (la mala), Toni Genil, Loli Álvarez, Arlequín y Paco Porras
entre otros, abandonaron su hábitat natural, en ZooMadrid, y volvieron a la
selva. La cutrez, la falta de talento, la mala educación, los montajes
inverosímiles, y el imperio de lo feo, entraron en nuestras vidas, como
contrapunto cruel al glamour conque habíamos crecido. Cambiamos Montecarlo por Montecarmelo,
los deportivos de lujo por deportivas de saldo, el Festival de Cannes por canes
sin pedigree, y la belleza mirífica de Grace Kelly por el belfo indómito de
Margarita Seisdedos.
Foto tomada de www.quemedices.es
Pero
España deseaba el restablecimiento de la monarquía. Como en la leyenda
artúrica, muchas aspirantes a reina fracasaron en su intento de sacar de la
roca la espada Excalibur. Un día cualquiera, conocimos que una joven de origen
humilde, cándida y apocada, era la novieta del torero de moda, Jesulín de
Ubrique. El diestro era de espada fácil, por lo que al poco tiempo, el amor se
hizo carne en forma de inocente criatura. El huyó despavorido, y ella empezó a
forjar su leyenda, la de una madre coraje, capaz de hacer cualquier cosa por su
Andrea, … y por ella misma. Así fue como una plebeya carabanchelera, de nombre Belén y
apellido Esteban, se convirtió en la Princesa del Pueblo.
Nadie
pone en duda (y pobre de quien lo haga, porque le cae una querella), que Belén
es y ha sido siempre una madre abnegada y ejemplar. Pero si Andrea Janeiro
Esteban no hubiera sido concebida, el fenómeno Esteban hubiera durado menos que
el Telediario nocturno de la 1 cuando hay fútbol, es decir, diez minutos
escasos. Belén sin su hija, sería como Nacho Vidal sin su herramienta de
trabajo, muy poquita cosa, algo insignificante. En condiciones normales, ella estaba
destinada a casarse con un buen chico de barrio, y a trabajar toda la vida en
una profesión no cualificada, a cambio de un pequeño sueldo.
Quién
iba a decir entonces que acabaría convirtiéndose en una estrella mediática.
Nadie en su sano juicio. Ni siquiera su madrina en el show business, Ana Rosa Quintana. No sé si por caridad, o porque
se lo escribió su negro, o porque intuyó el filón, Ana Rosa le dio la
alternativa. El resto es historia. Belén se reveló como un animal televisivo:
chula, barriobajera, descarnada, malhablada, hortera, y todo lo peyorativo que
añada el lector.
Foto tomada de www.alertadigital.com
Ella
tiene una habilidad sublime para conectar con un amplio sector de la audiencia.
No imaginamos a las señoronas de Serrano o de Sarrià-Sant Gervasi abducidas por
la Esteban, pero es que esas personas no son su población diana, porque
sencillamente, no ven ese tipo de programas. Es en el cinturón industrial de
las grandes ciudades, donde Belén tiene su granero de teleadictas.
Otra
de sus características fundamentales es la capacidad de reinventarse. Es la Madonna
española, no porque cante, actúe y baile, sino porque cada cierto tiempo le da
una vuelta de tuerca a su personaje, y renace de sus cenizas, generando carnaza
para unas semanas más. Sabe ser el perejil de todas las salsas, y cualquier
excusa es buena para estar en el candelabro:
Que surge la polémica de las prótesis mamarias PIP, pues resulta que ella es
portadora de un par de estos aditamentos estéticos y se convierte en la
portavoz no autorizada de las damnificadas. Que la nueva pareja de Jesulín
tiene problemas con la justicia, pues ella hace unas declaraciones
incendiarias, y la polémica está servida. Que Carmen Lomana realiza unas
desafortunadas manifestaciones sobre la carencia de belleza física de la
pequeña Andreita, pues ella se pone el traje de supermadre y carga con todo.
La
vida sentimental de Belén, teniendo en cuenta los tiempos que corren, no ha
tenido demasiada chicha. Después de Jesulín, Óscar Lozano fue su pareja más
sonada. Yerno de Rocío Dúrcal y Junior, en virtud de su relación temporal con
Carmen Morales; y sobrino de Cris Lozano, uno de los empresarios de ocio
nocturno más conocidos de Madrid. Guapo, educado, y pijo, parecía Rex Harrison,
en el remake hispánico de “My Fair Lady”, aunque comparar a la Esteban con
Audrey Hepburn sea cuanto menos un sacrilegio. Aquella relación despedía un
tufillo a montaje que tiraba de espaldas, como después quedó demostrado.
Después
Belén cayó en una etapa “Living la vida loca”, y se unió sentimentalmente a Dani
Dj, pseudofamoso aspirante a nada, sin méritos reconocibles en su haber. Fue el
período del deterioro físico acelerado, la de las reiteradas visitas a
Urgencias por “bajadas de azúcar”. Quien más y quien menos temía por la salud
de nuestra heroína, y pensaba que los juguetes rotos, como en “Toy Story”,
acaban olvidados en un desván o vendidos en un mercadillo.
Foto tomada de www.hola.com
Y
el círculo se cerró. Belén abrió su corazón a un antiguo amor de juventud, un
anónimo camarero ajeno al mundillo del espectáculo. De nombre, Fran, no sabemos
si de huevo o de vainilla, con aspecto de galán de película neorrealista
italiana, es decir, de tarugo integral, y con menos expresión verbal que Harpo
Marx un día de resaca. Fran, posiblemente nunca tendría Máster del IESE, pero
ni falta que le hacía. Se ganaba la vida de forma honrada, y le daba a Belén la
paz que le faltaba. Él era el reposo de la guerrera, aunque la cabra tira al
monte, y esta cabra es mucha cabra. Al final, a ellos también se les rompió el
amor, de tanto usarlo.
Frases
como “Arriba la Esteban”, “¿Me entiendes?”, “Andrea, cómete el pollo”, y “¡Yo,
por mi hija, maaatooo!”, forman parte del imaginario colectivo de toda una
generación. Nos guste o no, su autora es un referente para un amplio segmento
poblacional, que se identifica con una mujer cercana, protagonista de una
historia real que han visto muchas veces en la literatura, el cine o la
televisión. La clave del éxito de la Esteban, radica en haberse convertido en
un arquetipo: Mujer de extracción social baja que se enamora de un hombre
adinerado. Éste la utiliza durante un tiempo, para después abandonarla a su
suerte con una criatura en sus entrañas. Ella lucha por sacar a su hija
adelante, y jura venganza eterna contra su antiguo galán.
Foto tomada de www.abc.es
Belén Esteban es un fenómeno de masas,
da igual lo que haga o lo que diga. Siempre es noticia. Hay que reconocerle
buena parte del mérito a su manager, el inefable Toño Sanchís. Lo recordareis
por las imágenes de su boda, a la que acudió disfrazado de Tom Cruise en
“Algunos hombres buenos”. Al casarse con una mujer casi tan poco agraciada como
su principal representada, demostró ser una persona de buen corazón a la par
que solidaria. Toño Sanchís está pidiendo a gritos ser la imagen de una marca
de champú, con ese aspecto a medio camino entre George de la Jungla y un galán
de culebrón mexicano. Lo único que se le puede reprochar es que no haya sabido
sacar a Belén de esa espiral de cirugías desestéticas en la que entró hace unos
años.
Foto tomada de www.bodas.net
Hace pocas fechas reapareció en público
el cirujano de la Esteban. Sobre Juan de Dacos pesaba una orden internacional
de busca y captura. La Interpol lo situaba en el sureste asiático, aunque
algunos periodistas de investigación aseguraban que llevaba muerto varios
meses. Al parecer, Juan se habría quitado la vida al ver el resultado de la
última chapuza perpetrada en el cuerpo de Belén: “No pudo soportar vivir con
ese peso sobre su conciencia. Una cosa es que la dejara bizca de tetas, y otra
que no fuera capaz de ponerle los agujeros de la nariz a la misma altura, para
dos que tiene”.
Pues ni lo uno ni lo otro. En su huida
de la justicia, Juan se refugió en el Parque Warner de Madrid: “Barajé la
posibilidad de irme con Bin Laden, pero cuando llegué allí, se me habían
adelantado los solistas de los Hombres G y Modestia Aparte, acusados de
crímenes de lesa humanidad. Y al día siguiente llegaba el estilista de Falete,
y el que le escribe los diálogos a Risto Mejide. Así que o establecíamos un
régimen de camas calientes o en aquella casa no cabíamos todos. La idea no me
seducía. Mi ojo clínico intuía que me pasaría el cautiverio operando a Falete
de arriba abajo, y de abajo arriba. Además siendo los americanos tan cansinos
como son, más pronto que tarde encontrarían a Bin Laden, y con él caeríamos
todos. Así que me decidí por el Parque de la Warner, el único lugar del mundo
donde no va nadie, ni aún regalando la entrada. Allí he estado dos años, metido
en el traje de Piolín, esperando en vano la llegada de visitantes.
Foto tomada de www.nuestroneverland.com
Pero ya estoy harto. Reconozco que lo
que hice está muy mal. La he dejado como Carmen de Mairena en un mal día. Soy
un nefasto cirujano, pero teniendo en cuenta que abandoné la carrera en
primero, tampoco está tan mal. Pero no nos engañemos. Esa tía lo que hubiera
necesitado es un milagrero. Prefiero ir a prisión y compartir celda con un
mandingo adicto al sexo, que pudrirme en un parque de atracciones fantasma,
vestido de pollo amarillo. Por lo menos en la cárcel tienen Gol TV y podré ver
todos los partidos del Mundial”. VanityFreakNews.
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