sábado, 15 de marzo de 2014

Una boda civil acaba en criminal.


         Lo de Gema Nolillas y Juanma Carra fue un auténtico flechazo. Una tarde de primavera, coincidieron en una competición de tiro con arco. Todo se desarrollaba con normalidad hasta que una flecha lanzada por Gema hizo blanco en la pierna de Juanma. La ambulancia los llevó con celeridad a las urgencias de un hospital de titularidad pública con gestión externalizada, o sea, privatizado. Allí, durante el tiempo en que tardó Juanma en ser atendido, les dio tiempo a conocerse, leer la bibliografía completa de Dan Brown, enamorarse, dejarlo un tiempo, y retomar la relación. Al salir del hospital la primavera siguiente, ya no se separaron.

 
Foto tomada de www.expansion.com
 

         Años más tarde, una noche cualquiera, el reloj biológico de Gema interrumpió el sueño de la pareja. Quería ser mamá, y para ello necesitaba la inestimable colaboración de Juanma. Se acogieron a la modalidad de embarazo express, así que a la mañana siguiente ya estaban de diez semanas.

         Como casi toda española que ha vivido en pecado, a Gema le entraron las prisas por casarse en cuanto se quedó embarazada. Juanma, haciendo honor a su condición de homo erectus hispanicus, no se inmutó. El tema le traía al pairo, siempre y cuando la boda no coincidiera con un partido de su Real Madrid.

 
Foto tomada de www.vavel.com

         Doña Concha y doña Pura, a la sazón madres de los novios, se pusieron a disposición de los contrayentes: “No seremos nosotras quienes os digamos cómo tenéis que hacer las cosas. Es vuestro día. Eso sí, para las flores hemos pensado…” Concha y Pura fijaron la fecha del enlace, y prepararon un dossier de cinco mil páginas con la información básica para el evento: iglesias con escalinatas más vistosas para las fotos, curas de homilías resumidas,  agencias de modelos para contratar invitados falsos, empresas de catering con productos de marcas blancas, tiendas de flores robadas en otros eventos, etc.

         Hicieron la lista previa de invitados: “Para ahorraros tiempo, que vosotros estáis muy ocupados con el trabajo”. Entre las dos sumaban ciento catorce mil ochocientas cincuenta y nueve asistentes: “Hemos recortado todo lo que hemos podido, porque las dos queremos que sea una celebración íntima, no como esas macrobodas que se ven por ahí”. La relación personal con algunos miembros de la lista estaba en punto muerto: “¡Como es la gente, de verdad! Se mueren y no son para anular su perfil del Facebook”. Menos mal que con el resto el contacto era fluido: “Creía que mi amiga Maite Tuda no había tenido hijos, y acaba de colgar una foto con sus nietos. Sí, sí, claro que la tengo agregada en el Face, pero es que nunca entro”.

 
Foto tomada de www.catai.com
 

         Gema contempló con estupor que sus invitados ocupaban dos mesas (veinte personas en total), y el resto era gente traída por sus padres: “Hija, si es necesario, te pagamos el menú de los que invitemos, pero no podemos quedar mal con nuestros compromisos”. ¿Compromisos? Seguro que Stellan Arvinius sigue siendo un excelente guía turístico, y que el viaje a los Fiordos en 1982 fue inovidable, pero de ahí a que vengan él,  sus cinco exesposas, y sus correspondientes familias políticas, hay más distancia que de Madrid a Oslo. ¡Puto Facebook, encuentras a todo el mundo, y si no, es el mundo quien te encuentra a ti!

         “No te quejes, hija, que tú has invitado a tus amigos, y a tus compañeros de la empresa y nadie te ha dicho nada. Además, ya que te pones en ese plan, tengo que confesarte que he sido yo la que ha convencido a tu padre para que no avise a los del trabajo. Teniendo en cuenta que está en el paro, iban a ser seis millones de españoles y sus familias. Y así me lo agradeces”.

 
 

         Gema Nolillas no pudo más. Fue a la clínica veterinaria de la esquina y compró Animalstopforever® parches, un producto de liberación retardada compuesto por cloroformo ultraconcentrado,  que se emplea en los parques zoológicos para calmar a las fieras. Así mantendrían en fuera de juego a su madre y su suegra hasta el día después de la boda. Quizá el método era moral y éticamente reprobable, pero la salud mental de Gema estaba amenazada seriamente, y el futuro de la pareja pendía de un hilo.

 Si queréis saber cómo terminó la historia, tendréis que esperar hasta la próxima semana. Gema está citada para la decimoquinta prueba del traje, y ahora no tiene tiempo para nosotros. VanityFreakNews.

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