sábado, 12 de abril de 2014

Una boda civil acaba en criminal: Parte V.


         Para el banquete y posterior baile, se había habilitado una carpa en el propio parking del Plaza Norte 2. Cascaba un sol de justicia, y dentro se había generado un microclima tropical. Los macizos florales de los centro de mesa empezaron a crecer descontroladamente, y en pocos minutos la carpa fue declarada reserva mundial de la biosfera. Los asistentes varones, como en toda “Boda con Estilo” que se precie, hacía tiempo que se habían quitado la chaqueta. Y los más adelantados ya se habían anudado la corbata en la frente a lo samurái, en vez de esperar a hacerlo en el segundo plato, que es lo habitual en estos casos.

 
Foto tomada de www.barcaforum.com
 

La empresa de catering Molotov sirvió el cóctel, creando esa explosión de sabor que sólo tienen los productos de fabricación casera. Los invitados fueron cayendo uno a uno presentando lesiones de distinta consideración, mientras la agradable música de Extremoduro y Los Chikos del Maíz, amenizaba la reunión.

A continuación, los supervivientes pudieron degustar un suculento menú a cargo de Ikea, firma famosa por incluir bacterias fecales en sus preparados alimenticios, y carne de cualquier animal conocido, excepto vaca o cerdo.

 
Foto tomada de www.granconsumo.tv
 

         El menú fue un éxito rotundo, como había adelantado Gema a sus íntimos, semanas antes: “Se van a cagar lo que vamos a poner. Será una boda de alto copete”. Nunca una premonición fue tan acertada, porque efectivamente, gran parte de los comensales acabaron poco tiempo después en las Urgencias del cercano Hospital Infanta Sofía, aquejados de gastroenteritis aguda por intoxicación alimentaria.

         No hubiéramos esperado menos, viendo la composición del menú: Crema fría de truños silvestres con tropiezos del camino. Después, Milhojas de ñitos del país sobre base de verdinas coliformes. A continuación, Sorbete a la mierda. Y para finalizar, Tartar de ñáñaros al cabrales con bostas de cabra reducidas al Pedro Ximénez. De postre, Tarta de San Apapucio. Todo ello regado por vinos picados y agua reciclada.

         Resultado: Intoxicación masiva, a pesar de que como ocurre en toda boda que se precie, los platos quedaron prácticamente llenos y la comida sin tocar. En España comemos, pero sobre todo bebemos, y este enlace no iba a ser una excepción. En el entrante ya se había llegado a la fase de exaltación de la amistad, y mediado el primer plato aparecieron los cantos regionales. En el sorbete se empezaron a oir las primeras discusiones acaloradas sobre fútbol e independentismo regionalista. Al llegar al postre, aquello parecía el backstage de los Rolling Stones antes de un concierto: Un puñado de viejos castigados por la vida, totalmente chuzos e intentando entonar canciones con la voz rota.

 
Foto tomada de www.livemusicto.com
 

Hay quien encontró en el alcohol la causa de la tragedia que sobrevino después, y hay quien piensa que el motivo fue la distribución de las mesas. En cualquier boda este es un punto fuerte de conflicto, pero no hay que exagerar.

Las mesas deben ser redondas, con una capacidad máxima para doce comensales, según la Convención de Ginebra y el Protocolo de Helsinky. Desde el número de Septiembre de 2010 de la revista Telva, la clásica mesa larga corrida está prohibida por considerarse una paletada. Gema cogió papel y boli, y empezó el espectáculo: “A tú hermana la ponemos en la mesa de detrás de la columna, y así no la veo en toda la cena”, “Sara no puede estar en una mesa con hombres, que es un putón y antes de que empiece el baile ya se los ha calzado a todos”, “Tiene que haber una mesa con menú para alérgicos, y cinco con menú para intolerantes, reservadas a tus familiares del pueblo que son una panda de fachas”, “Ramón no puede compartir mesa con la mujer de Javi, porque se liaron en la cena de empresa de las Navidades pasadas, y Javi con su mujer tampoco porque él tiene un romance con la Champions League, que va a acabar con su matrimonio. Chechu no puede estar ni con Ramón ni con Javi, porque ha pagado la cláusula de rescisión, y ha fichado a la chica ucraniana que limpiaba en casa de ambos”.

 
 

Ya durante el banquete, un momento trascendental, fuente inagotable de anécdotas y lugares comunes, es cuando los novios se acercan a las mesas para ir saludando a los invitados. El consejo básico es no pararse en cada mesa más de un minuto. Si no, corres el peligro de que un amiga de tu madre te cuente la boda de su hijo en tiempo real, o que un primo lejano de tu padre saque el móvil y te clave las trece mil fotos que tiene guardadas de sus nietos, desde que eran cigotos hasta nuestros días.

Por no hablar del amigo palizas: “Que seáis muy felices. Ya os contaré cuando volváis del viaje, pero… he suspendido la opo”. ¡Pedazo de cabrón! ¿Cómo vas a dejar allí tirado a tu amigo, con un simple losientoyahablamos si te está diciendo que ha suspendido la oposición después de cinco años preparándola? O ese señor mayor al que no has visto en tu vida y no sabes quién coño le ha invitado, pero que casualmente conoce que eres médico, dónde trabajas y cuánto cobras: “Hoy no es el momento, pero a ver si podemos hablar un día con más calma porque tengo la rodilla fatal”.

Lo mejor son las frases hechas, generalmente de amigos y familiares de tus padres: “No sabes lo que te llevas”, “Tu madre no pierde una hija, gana un hijo”, “Qué sigáis siendo tan felices siempre como hoy”, “Se ve que sois el uno para el otro”, “Disfruta tu día, niña, que pasa muy rápido”, “Te miro y estoy viendo a tu abuela. Estás igual”, “Lo importante ya lo tenéis”, o la clásica entre los clásicos: “¿Y el niño para cuándo?”. Ésta señora es la misma plasta que lleva persiguiéndote desde la adolescencia. Empezó con el: “¿Y no tienes novio?”. Prosiguió años más tarde con: “¿Y cuándo os casáis?”. Hoy viene a tu boda y te cuestiona sobre la descendencia, y cuando tengas retoños te seguirá preguntando, por ellos, por sus novios, por sus bodas y por sus hijos. Es una jodida máquina de preguntar, dedica a ello veinticuatro horas al día, y no sabe hacer otra cosa. La odias, quieres matarla, pero no puedes, aghhhhh.

 
Foto tomada de www.elhogar.de
 

Y hablando de cuestiones, más de un lector se preguntará cuándo diablos se acaba este post río, que está durando más que una boda musulmana. La semana que viene se podrá conocer el desenlace, si es que queda alguien al otro lado de la pantalla del smartphone, tablet, portátil o PC. VanityFreakNews.

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